La mirada del hampón: entre el lunfardo y el neologismo tumbero
Por Agustín Pisani
Fabio es un pibe de barrio que recibe en el colegio y en el núcleo familiar un trato poco feliz. Ni adentro ni afuera parecería haber espacio para ser libre.
La mirada del hampón es una historia dentro de un marco completamente violento. El relato avanza desde una primera persona que, víctima de la violencia y el abuso de poder, se encuentra ejerciendo y desarrollando su propia violencia. Pero la brutalidad oscila entre la ternura, la ingenuidad, la inocencia y el aspirar a devorarse el mundo. El adolescente Fabio, el hampón, no observa su realidad ni bien ni mal. Se hamaca entre las letras de Roberto Arlt, los tangos del abuelo malviviente y la exponencial cultura villera. El protagonista pendula, a su vez, entre víctima y victimario.
La pluma transparente de Lucas Gómez Cano abre el lenguaje a la par que su personaje se encierra en su propia interpretación. La novela pide ser leída. Atrapa, oscurece y deslumbra. La lobreguez, sumada a la visión latente del joven que se abre camino en el mundo, hace que la recepción de la obra no termine ni aun con el libro cerrado.
La historia es triste, el relato es formidable. La combinación inédita entre el lunfardo clásico, el tanguero y los neologismos tumberos propios de una época de derrumbe general como el 2001 constituyen la mirada del hampón. El contraste entre la adrenalina y la predestinación a ser una lacra rigen la búsqueda identitaria de Fabio. Un juego especular que se proyecta de lo particular a un doloroso común denominador. El autor no solo explora el lenguaje novedosa y sentidamente, sino que además pone en evidencia la crueldad de una sociedad fragmentadísima. La novela es impresionante. Enrique Medina, autor de Las tumbas, describe a esta obra como neopolicial. El escrito golpea desde el comienzo y sostiene un ritmo de verdad y verosimilitud conmovedor.
El libro cuenta con dos ediciones, la segunda corregida y mejorada. Ambas por Linda y fatal ediciones. Si bien la segunda varía respecto de la primera, el contenido se reformula con mayor condensación sin perder la frescura de la primera aparición.
Es una historia verdaderamente dolorosa, una ficción inmersa en una realidad muy común y también extraordinaria. El macrismo es un momento harto compatible para analogar lo abordado en sus hojas y para reconfirmar crudamente que la violencia institucional es la violencia más brutal, detestable e inadmisible para nuestra sociedad y sobre todo para nuestros pibes.
Lucas Gómez Cano nos deja cautivos y ansiosos esperando un nuevo libro, una próxima mirada. Es un autor para seguir muy de cerca, para aprender de su fondo y de sus formas.