La primera novela de Julieta Tonello: qué hacemos con lo no dicho
Julieta Tonello, periodista y escritora, acaba de presentar Lo que no te conté (Casagrande, 2023), su primera novela, donde encara el tema del suicidio en un registro intimista.
Mejor dicho, todo lo que rodea al tema del suicidio, porque lo primero que nos muestra esa voz que nos habla en primera persona es el miedo a que su ordenado mundo sea trastocado por algo que lo rompa (simbolizado en un ventilador de techo que amenaza con caerse sobre su cabeza), pero siempre pensando que ese algo, indefectiblemente, estará relacionado con lo foráneo al círculo familiar. Por eso, se sorprende afirmando: “Nunca se me ocurrió que la que pudiera romperse fuera mi mamá”.
Que su madre sea encontrada en la cocina por su hermano, desangrándose, sin poder llevar la acción hasta el punto de no retorno, quiebra el mundo cuasi perfecto de la protagonista, lo llena de preguntas (“¿Qué cosas se dijo por dentro? ¿Cuánto le creyó a esa voz? ¿Qué secretos guardó, de qué tamaño es su dolor, en el que tan poco pensé?) Su vida (también su cuerpo) se altera, se reprocha el no haber visto las señales, eso que estuvo oculto durante tanto tiempo y se dio a conocer de forma tan brutal.
Pronto descubriremos que ese registro intimista, cercano a la oralidad (“El primer mensaje me lo mandaste una semana después de tu cumpleaños, ¿te acordás? Era un whatsapp largo, en el que me contabas, como si nada hubiera pasado, del cambio laboral”) que usa la voz narradora tiene una causa y es que, en realidad, estamos leyendo una carta.
En esta larga misiva empiezan a fluir las cosas vedadas, lo no dicho, esas que se ocultan por vergüenza. Y si bien la indagación inicial está direccionada a encontrar eso que se nos pasó, que no le prestamos la debida atención (“No creas en todo lo que pienses, escribió mamá en el espacio que suele usarse como presentación personal. Me pregunté qué pensamientos la habitaban cuando tipeó esa frase. Por qué, si yo la había leído tantas veces al buscar su número para mandarle un mensaje, nunca le había prestado atención”) buscando evitar “que lo vuelva a intentar”, lo que termina por aparecer con total naturalidad es aquello que suele pasar inadvertido: que nunca conocemos del todo a las personas que nos rodean, inclusive las más cercanas.
Todo lo que la protagonista daba por cierto (la forma de ser de su madre, la seguridad de su padre, el comportamiento de su hermano) entra en crisis, y sin embargo lo que se revisa casi como aferrándose a una tabla de salvación es su manera de enfrentar situaciones similares (Tal vez, la situaciones que rodean a la gata y al árbol sean unos de los mejores momentos de esta novela). Es decir, deja de buscarse como testigo desatento para descubrirse en actor fundamental. La que se había roto no era la madre, o por lo menos no solamente ella.
El escenario pocas veces se aleja del sector sur de la ciudad santafesina, fácilmente reconocibles sus referencias para quienes la recorren diariamente (la pizzería Santa María, la calesita frente al supermercado La Reina). No es un detalle secundario en Lo que no te conté porque, por momentos, el “trastocamiento” de la vida personal de la voz narradora se mezcla con la palpable descomposición del tejido social, la afecta directamente. Y ese resquebrajamiento viene siendo tratado por varios autores rosarinos, tanto en narrativa como en poesía, casi como formando un corpus. Pero ese es tema de análisis para otra ocasión.
“Deja de buscarse como testigo desatento para descubrirse en actor fundamental”.
Si decimos que esta novela debe leerse como correspondencia, se puede adivinar que existe una persona a la que está dirigida (alguien que se vuelve importante en su vida) y por lo menos una razón para hacerlo de dicha forma, que permita concretar la sensación de encontrarnos ante una carta.
Para ello, Tonello irá alternando en su escritura momentos familiares (cercanos y lejanos en el tiempo) con otros en donde emisor y receptor epistolar son vitales. Como si encontrara en ese tipo de construcción una forma de sobrellevar el peso de lo no contado; como si de dicha forma arrojara luz sobre la oscuridad de lo oculto.
Julieta Tonello nació en Rosario en 1984. Es periodista y escritora. Publicó poemas en diversas revistas, en Código Urbano. Antología de Nueva Poesía Rosarina, y artículos críticos en los libros Setecientosmonos, Antología y Boom. Integró el comité organizador del Festival de Literatura Policial “La Chicago Argentina” y fue expositora en la muestra “Retratos literarios” en el Museo y Archivo Municipal de Casilda. También coordinó talleres de lectoescritura para niños. Su crónica, Mil formas de morir, fue incluida en el libro La bolsa y la vida. Historias de bandidos sociales.
Si bien el texto pareciera partir de un hecho real, autobiográfico (apuntalada esta suposición en que la voz narradora se nombra en una sutil ocasión, coincidiendo con el de la autora, más que en el instinto primitivo de unir escritor con el personaje principal, quizás cayendo en una trampa tendida por Julieta), esta forma particular en que Tonello va amalgamando los capítulos deja traslucir su capacidad de ficcionar para convertirlos en una novela compacta, bien escrita, con un buen ritmo que le imprime naturalidad a los personajes.
Alguna vez, leí por ahí (o me lo dijeron) que de los laberintos se sale por arriba. Para nuestro personaje, tal vez sea este formato de carta la forma de salir del sitio donde la vida parece hacerla caminar por sus pasillos sin saber a dónde va, donde dejar de buscar la salida puede brindarle otra oportunidad. Si lo consigue, es lo que menos interesa en esta novela. Lo cual no está diciendo poco a su favor.