Laura Wittner: “La traducción es mucho más que una teoría, es una cosa que me atraviesa físicamente”

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    Laura Wittner
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Laura Wittner: “La traducción es mucho más que una teoría, es una cosa que me atraviesa físicamente”

01 Enero 2023

Laura Wittner licenciada en Letras, traductora y autora de los libros de poesía Lugares donde una no está" y Traducción de la ruta y para infancias publicó Mi tortugo y Justo antes de dormir, entre otros. Agencia Paco Urondo conversó con ella sobre su vínculo con la literatura.

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo comenzó tu relación con la poesía?

Laura Wittner: No tengo del todo claro con la poesía, si con la literatura. Tengo el recuerdo de que me leyeran de muy chica y supongo que ese fue el comienzo. Nos compraban libritos para niñes cuando éramos chicas. Recuerdo que cuando aprendí a leer y a escribir en primer grado fue casi en simultáneo con intentar, el ver qué se podía hacer con eso. Mi papá alentaba mucho hacia la lectura, por lo menos en mí, vio que me gustaba. Así que me regaló Las travesuras de Naricita, de Monteiro Lobato, el primer tomo de esa saga larguísima. Ahí arranqué a leer y me acompañó siempre. Cuando había poesía en los libros de la escuela me gustaba particularmente. Las aprendía, hay ritmos y partes que me quedaron para siempre. No fue como un descubrimiento o algo que pasó una vez. Lo que si, después, cuando me di cuenta que quería escribir, no escribía poesía, lo hacía con algo que llamaba cuento, pero que claramente no es la clásica noción de cuento. El reencuentro más formal con la poesía tanto leída como escrita fue ya en la facultad cuando me hice amiga de lo que sería mi grupo de aprendizaje con quienes hicimos la revista 18 whiskys: Daniel Durán, José Villa, Fabián Casas. Con ellos empecé a escribir poesía con una noción más clara de que lo estaba haciendo.

APU: ¿Qué leían, a quiénes?

L.W.: De todo. Todavía conservábamos esa voracidad de quien lee desde siempre y quiere recuperar lo que no leyó en el pasado, pero también estar atento a lo que se escribe en el presente, en otros países. Lo que cada cual tenía en la biblioteca lo compartíamos. Un día leíamos Pavese, otro John Keats, otro día a César Vallejo y nos leíamos mucho entre nosotres y a personas de nuestra generación o una generación más, a eso que mirábamos más de cerca como Daniel Helder, Jorge Aulicino, Martín Prieto, Mirta Rosenberg. Eran un poco maestros para nosotros.

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APU: ¿Cómo fue pensar, en esa época, tu primera publicación o la revista, ese momento de empezar a mostrar?

L.W.: Había publicado un libro de cuentos cuando tenía 17. Lamentablemente, a veces lo veo en Mercado Libre o alguien me muestra que lo vio en alguna librería saldos. Fue en una editorial de verdad, Grupo Editor Latinoamericano. De los 13 a los 17 iba a trabajar lo que escribía con un escritor que se llamaba Juan Carlos Martini Rial que, como coincidía con el otro Juan Carlos Martini, se puso Real. Es un escritor de ficción y ensayos. Cuando mi familia notó mi afición por la lectura me propusieron hacer algo como un taller, aunque él no tuviera taller para adolescentes. Iba yo sola, como si fuera un taller individual. A veces consistía en trabajar sobre lo que yo escribía y otras en leer o trabajar con otras cosas. Fue la base de todo lo que usé para escribir. Obviamente después vinieron todas las otras capas de aprendizaje, pero Juan Carlos es el que me enseñó métrica, a contar sílabas aun para escribir prosa, que era lo que escribía en ese momento. Al final de todo ese proceso, con unos cuentos que escribí en toda esa etapa publiqué un libro porque él me lo propuso, que salió cuando yo estaba en quinto año. Si bien no lo presenté, a mí me gustaba mostrarlo. A mis amigas, a mis padres, a mis tíos, no es que escribía en secreto. Cuando armamos este grupo, lo primero que publiqué en poesía fue una plaqueta que se llama El pasillo del tren, que la hicimos bastante artesanalmente, con poemas que estaba escribiendo en esa época. En el medio, hubo otros que descarté para siempre, no se si alguno habrá salido en Diario de Poesía

APU: Está AHIRA, el archivo de revistas que tiene todas las revistas en general. Está 18 whiskys y también Diario de Poesía.

L.W.: A los Diario de Poesía los tengo a casi todos en papel, en una caja acá en el pasillo porque todavía no sé dónde guardarlos. Igual, está buenísimo ese archivo.

APU: Existe un mito sobre la poeta, el poeta, de esta solemnidad y la escritura solitaria y vos hablaste desde el lado colectivo ¿Crees que la escritura es colectiva, solitaria o qué concepto tenés con respecto a eso?

L.W.: Ese grupo de amigos y amigas que armamos en ese momento de los 90 fue mi primera experiencia de abrir eso de la escritura. En realidad, fue una compañera de cuarto año que sigue siendo mi amiga y fue la primera persona con la que pude intercambiar lecturas, experimentos de escrituras y cosas así. Hasta ese momento la escritura me había parecido algo no secreto, pero sí muy íntimo. Me sigue pareciéndolo. Lo que fue más colectivo en aquella época fueron las lecturas y el momento de compartir lo que cada uno había escrito, no es que escribíamos de manera colectiva. Sé que se puede hacer y que hay gente que lo hace. Nunca me pasó y al momento de ponerme a escribir, la sensación es de meterme en la cueva. Compartir, que circule lo que escribo nunca me molestó, tener que leerlo en voz alta delante de gente me llevó años no sentir que me desmayaba de pavor.

APU: ¿Cuál es tu materia prima a la hora de escribir?

L.W.: No sé si lo sé decir… Seguro que tiene que ver con lo sensorial, con los sentidos mucho más que con las ideas. Dentro de los sentidos está la parte de percibir y en la parte de producción, sin duda, el sentido que se me impone es la música. Un poco se fusionan la percepción y las ganas de escribir. Cuando surgen, casi siempre tiene que ver con algo que miro, que veo o escucho. Algo que se me manifiesta en forma de palabras, en un orden y con un ritmo que me da ganas de decirlo. A veces sale y, a veces, no.

“Dentro de los sentidos está la parte de percibir y en la parte de producción, sin duda, el sentido que se me impone es la música. Un poco se fusionan la percepción y las ganas de escribir”.

APU: Yendo al tema de la traducción, hiciste un ensayo hermoso que se llama Se vive y se traduce en el cual contás lo que significa para tu vida, ese poder complementarla con la poesía.

L.W.: Empecé a estudiar inglés más o menos de grande, como a los 15 años y tenía cierta resistencia y no pensé que me iba a gustar. Sin embargo, inmediatamente descubrí ahí algo que me hacía muy feliz y me sorprendí. Me di cuenta que casi no había diferencia entre lo que ya estaba haciendo que era leer y escribir, se me unió en un mismo fluir. Como a los tres, cuatro años de haber empezado a estudiar inglés, estaba en mi casa y me dije voy a probar qué pasa, cómo será traducir. Me da gracia recordarlo porque mi primer intento fue con los Sonetos, de Shakespeare, y lo hice intentando traducir con la métrica, la rima, una cosa formal. Cuando se me hacía muy difícil alguno, dejaba y pasaba a otro. Demencial ¿no? Nunca empezar por algo más sencillo. Pero fue lindo empezar por ahí, porque marcó lo que después sería mi manera de traducir. Muy atenta a la música y el ritmo de lo que tradujera fuera o no fuera un poema, fuera o no fuera un poema con una métrica regular. Volviendo a lo de lo colectivo, la segunda vez fue cuando estábamos haciendo el segundo número de 18 whiskys y tradujimos, junto con José Villa, unos poemas de Yeats. También súperdificil y lo hicimos diciendo “a ver qué sale”. Creo que esa fue la primera vez que de verdad me puse a traducir algo que además salió publicado. Nunca lo quiero volver a ver, lo que deben ser esas traducciones, pero lo hicimos con mucha voluntad. Aunque sea de esa manera tan amateur, las dos primeras veces que traduje fue poesía.

APU: ¿Qué nos podés decir de ese proceso que reflejás en el ensayo, porque es poner la voz de otro, pero de alguna manera es también poner la propia y el cuerpo y todo lo que implica?

L.W.: A mí me cuesta mucho afirmar sobre una respuesta o en esas frasecitas de “traducir es”. Lo que está en el ensayo eran cosas que yo iba subiendo en Twitter, en mi blog, antes de pensar que eso iba a ser un libro. Como sensaciones del momento, que no siempre después puedo sostener. Si me preguntan por qué dijiste traducir esto… No sé, fue la sensación que me dio en ese instante. Igual, muchas de esas creo que sí podría defenderlas, llegado el caso. La traducción es mucho más que una teoría, es una cosa que me atraviesa físicamente. Era lo que me interesaba poner ahí después de tantos años de hacerlo (No la parte más académica, tampoco es que haya estudiado tanto, yo no soy traductora recibida, yo estudié letras) sino la parte más subjetiva, más íntima, cotidiana de lo que significa traducir. Nunca había pensado en nada en cuanto a cómo la gente que no traduce percibe sobre la traducción. Sí sabía que no hay una atención demasiado puesta. En las reseñas, un montón de veces, ni siquiera sale el nombre del traductor y ni siquiera que es una traducción. Sale la reseña y se habla del estilo y las palabras que la autora eligió y el ritmo y es un poco gracioso. Ok, tratamos de ir con todo eso de lo que la persona eligió, pero también está ahí la voz propia. Cuando salió el libro, mucha gente me escribió porque se leyó mucho más que los libros de poesía, la poesía da pánico (risas) cuando yo creí que esto iba a ser mucho más de nicho que la poesía, me sorprendió porque sí llegó a otra gente que al ver que los versos no se cortaban, dijeron “ah, mirá, un libro de Laura que sí puedo leer”, se percataban de que no prestaban atención a la traducción, como si fuera automática, medio robótica. Es algo obvio y sin embargo veo que no lo es. Si es divertido porque dio pie a un montón de conversaciones sobre traducción con gente con la que nunca en la vida habría hablado de otro modo sobre ese tema. Mi tía, mi mamá, cosas así (risas). Gente cercana que me dice “no me imaginaba que era así lo que vos hacías”.

APU: Creo que hoy se le da más importancia a la voz del traductor.

L.W.: Creo que de a poco hay un interés, una conciencia mayor, no sé si en ámbitos muy extendidos, pero sí, un poquito más. Como dije, Se vive y se traduce son notas tomadas en 25 años de trabajar traduciendo para editoriales. Cuando apareció la idea de que eso podría llegar a ordenarse y aumentarse y volverse libro, los tuve que buscar. Mientras lo hacía, estaba traduciendo Bocetos de natación, que yo pensaba se iba a publicar antes, pero salió recién ahora. Eso sí, cuando salió todos salieron a felicitarme. Yo no me lo atribuyo para nada, pero me puso contenta como si saliera un libro mío, me preguntaba qué pensará la autora, porque no es un libro mío, es de Leanne Shapton. Lo nombre tanto que alguien dirá “ah, mirá, es este”. Es como si te contaran sobre alguien y después la conocés a esa persona. Me causa gracia porque Leanne no tiene idea de todo esto. Igual, le pedí permiso, como a todos los que aparecen en el ensayo citados.

"Este artículo contiene lenguaje inclusivo por decisión de la entrevistada.