Luca not dead, Viva Luca
Por Jorge Hardmeier
A Claudio Crusoe por el contacto y a German Riesco por las preguntas sugeridas
Lo contacto a Espina y voy hacia Villa Pueyrredón. Los colectivos no llegan. Abordo uno y a las veinte cuadras su motor desiste de seguir funcionando. Me tomo un taxi y el conductor escucha Las Pelotas. Siento que ya he entrado en un video clip. Rodrigo me recibe en su casa, charlamos en un espacio borgeano atestado de libros, comics, vinilos, revistas y afiches con la cara con lentes de Luca Prodan.
Cassette hallado en un estante
¿Por qué Luca?, arremeto, mientras intento que mi incapacidad tecnológica haga que la conversación tenga registro. Te podría decir que el destino, te podría decir que un escritor lo contestaría más lindamente. Hay una historia de muchos años, y los años te dan elementos para responderte. Es muy loco el tema de por qué Luca, porque Luca supo que yo iba a hacer el largo antes que yo. Siempre cuento que filmaba los shows solamente para estar en el escenario de los Sumo. Estar en el escenario de los Sumo, y ya pasaron treinta y pico de años, fue una de las cosas más grosas que me pasaron. Una banda irrepetible, moriría por estar una noche en un show de Sumo. Yo estaba en el escenario, y llegaba y los casettes los dejaba, eran las máquinas con las que laburaba de lunes a viernes, sacaba los casettes, los guardaba en un estante y esperaba el próximo sábado excitado. Los viernes – creo que le pasó a todos los que íbamos a ver a Sumo – los jueves, ya estábamos mojados. Se venía el show. Cuando murió Luca – es una frase que decimos todos - se acabó la fiesta. Y podríamos a llegar a filosofar más del por qué Luca. Pero a mí me cambió la vida. Rodrigo Espina filmaba esos conciertos de Sumo, banda liderada por este tal Luca, sin objetivo preciso. No imaginaba una película. No me importaban los casettes esos. Me importaba que viniese el próximo sábado para ver a Sumo. Estar en el escenario. Después el tiempo y un montón de historias hicieron que desembocase todo en “Luca”.
En “Luca”, la película, hay un minucioso trabajo de archivo y cierta clase de trabajo detectivesco. Uno empieza a estudiar y hace el desglose de personajes a conocer para ir completando etapas. Arduino, Duccio, Sonia, Superman Troglio. Y uno va haciendo los reportajes. Vas aprendiendo, se te van abriendo puertas. Porque Superman Troglio puede llegar a decirte algo que vos no esperabas. Si te toca el golpe de la belleza la seguís. Y te dicen: ¡Pero esto no estaba en el presupuesto! Y vos decís: ¡dale loco! Ese trabajo de detective realizado por Espina redundó en conversaciones con aquellos amigos italianos de Prodan. ¿Cómo lo hizo posible? Con producción y con fe. Hubo gente que buscó gente. Asocio y lo digo: Franco Bagnato… Carcajadas. Hay un acto medio milagroso que es el de Duccio, que Luca, en los ochenta, decía: si lo encuentra a Duccio… Y yo lo ponía en los guiones a Duccio y Aníbal me decía: ¡Espina! ¡Luca te decía en los ochenta a ver si lo encuentran y vos lo ponés en todos los guiones! Pero no ves que… Se lo encontró a Duccio. Hubo un par más que yo quería que estén y no estuvieron, pero Duccio tenía que estar.
Y con ustedes, la estrella de la película “Luca”: La madre, obvio. Me lo decís y sudo. Pocas veces en mi vida tuve la tensión y presión que tuve en esos ocho días de reportaje. Ocho largos días de reportaje. Lo mejor de la película. Y pasa que Ceci hablaba en inglés, en italiano, en chino, en francés… Lo único que demandaba era que la siguieses. Nadie va a filmar con la gran actriz que filmé yo, nadie. Un placer. Pero era terrible, le tuve que mentir muchas veces. Haciéndole caras y expresión de que estaba siguiéndola y sabía que estaba diciendo algo bueno pero no sabía qué me estaba diciendo. Fueron ocho largos días que dieron sus frutos.
Tribulaciones del arte de la huida
Luca siempre se escapó, le comento a Espina. De Italia, del servicio militar, de Inglaterra, de la heroína, de su familia. Su vida es una constante huida. “Running away…” Es verdad lo que decís y Luca era consciente, era muy inteligente. Sabía todo, sabía todo lo que había influido la muerte de Claudia, sabía lo que infligía su condición de locomotora. Las locomotoras van para adelante, solas. Luca, como huyó, esa misma energía, es como atropellarse con una locomotora, es cierto. No quiso estar en un montón de lados. Y se dio cuenta de que el mundo es una mierda, muy temprano se dio cuenta de que el mundo es una mierda. Por eso huyó tanto.
La última huida de Luca, o anteúltima, es la que realiza en un avión que lo traslada, finalmente, a Córdoba, a la casa de su antiguo camarada de estudios, Timmy Mckern. Córdoba. Luca ve una foto que le envía su amigo, típica estampa de sierras cordobesas. Hay que huir de la heroína. Esa foto genera un volantazo, ¿qué hay en esa foto? Había vida, había naturaleza, un poco de su pasado, un poco de su futuro. Todo lo que le faltaba a Luca en ese momento. Familia, naturaleza, acordate que estaba yonqui, acababa de salir de un coma, estaba al borde de la muerte. La foto esa fue la zanahoria que le dio de vivir a Luca. Yo pienso que las cosas tienen un poder porque nosotros se lo damos. Y en ese momento esa foto tiene el poder que tiene el Señor de los Anillos. La foto esa es la energía que tornada en voluntad trae a Luca a Argentina, a Córdoba, a lo de su amigo Timmy.
También está lo de romper sistemas, el testimonio del compañero, cuando iba a la escuela en Inglaterra…
Castigos físicos eran. Yo pienso que ahí está, por un lado, el carácter de Luca, indomable, y por otro lado hay una cosa de Luca hacia eso porque se quería ir. Y, de alguna manera, se podía dar el lujo. Después la historia cambia. Es en Gordonstound, donde Luca hace un click, no sé exactamente cuándo pero Luca en el Gordonstound hace un click y Andrea lo dice muy bien en la película. Me emocionó cuando lo dice Andrea, porque yo había escrito lo mismo en el guión. Y cuando Andrea lo dice, es uno de los momentos que más me emocionó de la película. Luca hace un pacto con la muerte, de alguna manera. No iba a transar de ninguna manera con una fucking vida, quería ser feliz y lo iba a intentar. Sabía, por cultura, que iba a ser muy difícil. Pero no iba a transar.
¿En qué circunstancias conociste a Luca?
Lo conocí como público. Pero a la semana lo conocí personalmente. Nuevamente el destino, en menos de un mes lo vi en una situación en un bar, lo vi en un show y vino a mi productora, Casting, que así se llamaba la productora. Le quedaba muy cómodo a Luca para hacer una posta en sus caminatas de kung fu. Y empezó a venir muy seguido. Teníamos un cuartito, a donde subíamos, a donde fumábamos uno, nos reíamos, a veces yo estaba laburando y podía subir solo al cuartito. Así se fue dando, y después vino “El día que reventaron las lámparas de gas”.
Divididos por las lámparas de gas
En 1986, Rodrigo Espina filma su cortometraje: “El Día que Reventaron Las Lámparas de Gas”, protagonizado por Luca Prodan, Luis Ziembrowsky, Alejandra Flechner, María José Gabin, Roberto Catarineu, entre otros, alienígenas que provenían del Parakultural. Y, entonces, todos los mitos, el mito: ¿está perdida esa película? No, no, no está perdida. En una long history, se dio durante dos meses en el Parakultural, en el 87. Para mí, muy divertida. Y el último día de función en el Parakultural – íbamos con el master, un vhs – y ese último día le cayó un vaso de cerveza encima. No la pude mandar a ningún festival, nada- Sí la pude mostrar en un festival en el San Martín, que no la eligieron entre los diez mejores cortos. Es medio antipático lo que voy a decir, debería fijarme, no quedó entre los diez cortos elegidos, y Lámparas era mucho mejor que los diez cortos estos. Yo no digo Rodrigo era, Lámparas era mejor. Lámparas fue el producto de un montón de voluntades, de gente que laburó, de gente que nos nucleábamos o en el Parakultural o Casting, que era mi empresa. Hicimos ese corto con un montón de gente, que formaba parte. El día que fuimos a filmar al Piedrabuena, estábamos locos, igual era otra Argentina. Después de una función en el Parakultural, a las tres de la mañana, salimos todos para el Piedrabuena, sin ningún aviso, sin ningún permiso de nadie, nos quedamos a la noche en el Piedrabuena y empezamos a poner las cámaras, para estar listos y filmar al amanecer. Y la gente nos trató bárbaro. Era el Parakultural a full, una onda medio Fassbinder. Memorable. Eso te puedo contar. Y que Luca se comportó como un gran actor. Podría haber sido escritor, podría haber sido actor, lo que quisiera, pero creo que bancario no.
Te voy a preguntar algo que seguro ya te preguntaron, no hay ni un hit en el documental.
Porque tuvo que ser así y la película tuvo que ser así. Fue un camino. Catorce años duró la producción. La película salió así. Tal vez ahora salga una segunda parte donde estén todos los hits. Y nuevamente el destino habrá hecho su dibujo. Uno sabe, con su conciencia, si está a gusto o no. Veremos.
O sea que te arreglaste con Mollo y Arnedo…
No dije eso, pero en una de esas las condiciones están para… Hay un material que todos los fans quieren ver, que da para un material que tenemos armado con Aníbal Esmoris y Marcelo Schapces. Y pensamos que es el momento. No es Luca 2, es Sumo Last Show. Tengo grabados cinco shows que son de los últimos. Los dos últimos Cemento, Obras… es un material suficiente. Sería, en este caso, distinta a “Luca”, una película casi exclusivamente para fans. Porque no va a tener ninguna saga biográfica. Va a ser shows y va a haber alguna sorpresita. Pero todo va a depender de lo que el destino quiera. Estamos avanzando.
Comen su carne todos los días
“Luca”, el documental cierra con la imagen de Prodan cantando Fuck you. Luego, sin la imagen del músico, suena White Trash, basura blanca. No, no es la cocaína. Son los hombres de raza blanca la basura. Espina: Cierro con Fuck you pero también cierro con White Trash. Era una idea. Así fue en Los Andes. Y así fue en la peli, y así tenía que ser.
¿Qué sentiste al terminar el documental?
No tuve tiempo de sentir. No tuve tiempo de irme de vacaciones, al toque vino la Rolling Stone a verme, nota que de alguna manera nos ayudó muchísimo. Al mes se estrenó, no tuve tiempo de mirarme al espejo y decir: Rodrigo, bien hecho. Uno, o yo al menos, no para en hacer ese tipo de reflexiones. Fue un año con la peli, un año de gira, hicimos la gira del sur con Andrea, que fue una experiencia fantástica, con Marcelo y Aníbal en otras, fue un año. Con Andrea fue cómico porque decíamos: hoy no la vamos a ver, salgamos a caminar por el pueblo, que no lo conocemos. Y yo después iba al cine, y en un rincón estaba Andrea. La película nos dio mucho, el público. Yo hay cosas que pensaban que no eran cómicas, cosas subliminales que yo pensaba que no se iban a entender y se entendían. Y lo más lindo y final, los padres de sesenta años abrazados con sus hijos de quince años después de ver la peli. Eso me encanta.
Rodrigo Espina me acompaña hasta la puerta de salida de su casa. Villa Pueyrredón es un lugar desconocido para mí. Tengo que huir. No hay taxis. Camino.