Maestro Fermín Chávez
Por Daniel Brión
Hace 98 años, un día como hoy en 1924, gracias a Dios llegaba a este mundo Don Fermín Chávez.
Seguramente hoy será recordado por muchos compañeros, nunca los suficientes para la grandeza de este enorme maestro, por eso quería escribir algo para él, simple y profundamente agradecido.
Me da enorme felicidad saber que, como siempre desde que llegó al lugar de su reposo final frente a su querida capilla, gracias a la comprometida y decidida actitud del Maestro Enrique Manson y del compañero Faustino Schiavoni, fundamentalmente, no se ha dejado de conmemorar la fecha de su llegada al mundo, ni la de su partida al Comando Celestial el 28 de mayo de 2006 –cuentan las buenas lenguas que se llevó “la marchita” traducida al latín para cantarla con Tata Dios y los cumpas por aquellos pagos.
La pucha si hemos ido a decirle presente Don Fermín, si hasta me fue dado el honor de escribir, a pedido de la Provincia de Entre Ríos, el libro “Fermín Chávez-Inédito” al recordar el 90 aniversario de su nacimiento.
Y hoy acá estamos agradeciéndole, una vez más, todo lo que nos ha dejado como enseñanza, no solo de historia, de política, de pensamiento filosófico, fundamentalmente de coherencia y de vida militante.
Por eso no me gusta mucho cuando se lo recuerda con palabras grandilocuentes ni filosóficas, me gusta recordarlo desde este otro lugar, un grande que se había desprendido de la grandilocuencia en su sabia humildad. Esa que sólo los grandes tienen.
Sería verdaderamente justo y necesario que todos quienes lo recordamos como maestro lo hagamos como discípulos, que no resulta lo mismo, ya que el discípulo es el que lleva adelante y hace conocer permanentemente la palabra de su maestro; generar espacios donde se enseñe y difunda su obra, en universidades, jornadas con certificados de asistencia para maestros y profesores de historia, etc.
No vaya a ser que pase lo que Fermín bajo un gobierno de nuestro signo, donde se le negó la edición oficial de uno de sus libros porque era demasiado peronista.
Don Fermín Chávez sentía visceralmente a su pueblo, estaba enrolado desde sus inicios con la Patria Socialmente Justa, Económicamente Libre y Políticamente Soberana del Grl. Juan Domingo Perón y de Evita.
En esa causa militó toda su vida, no podía estar ausente desde lo político, desde su militancia, desde lo popular, tampoco como poeta, del sentimiento que los asesinatos y fusilamientos del 9 de junio de 1956 despertaron en el pueblo.
Así, en ese contexto, y sin hacerse esperar, escribió en un papel masticando rabia y desconsuelo.
No quería finalizar sin transcribirlo, para que pueda ser recordado por quienes los han leído y conocidos por aquellos que aún lo desconozcan, como agradecimiento personal por rescatar en ellos la memoria de mi padre Mario, asesinado en los basurales de José León Suárez por la policía de la Provincia de Buenos Aires, la madrugada del 10 de junio de 1956.
Nunca olvidaré la emoción que sentí el día en que conocí a Fermín y le pedí que por favor me firmara una copia de su poema “La Sombra” -de 1957- él, además, me dio un fuerte abrazo.
La sombra
Los muertos que uno llora
Ascienden de la tumba. Robert Brasillach
Está llegando junio con sus frías pezuñas,
con el duro cumpleaños y el luto en la solapa.
Están llegando al muro las sombras de los nuestros
Congregados al grito de grises pelotones.
Están saliendo sombras del gran presidio triste,
De mi tierra más triste, del silencio argentino.
El sol ciega sus ojos extraños a la vida
Y los lleva hasta el sitio donde estuvo la muerte.
Están saliendo al patio los queridos espectros
Traídos por un gesto de la patria ultrajada.
–Coronel Irigoyen, tres pasos adelante.
–Albedro, Dante Lugo, otro paso hasta el plomo.
Oscar L. Cogorno, madura flor en llamas.
Jorge Miguel Costales, capitán indomado.
Eloy Caro, Noriega, Dardo Cano, Cortones,
Colmados por el agua nocturna de su estrella.
Los Ros, Costa, Videla, Miguel Ángel Paolini,
Gareca, Mario Brión, Ibazeta, Quiroga,
Abadie, Luis Pugnetti, Rojas, Miguel Rodríguez,
Son fantasmas plateados que el oprobio desata.
Lentamente las sombras buscan la arena negra,
La arena coagulada, su corazón caído.
La vida que tuvieron cuando el alba se enfriaba,
El agrio plomo ardido sin una abolladura.
Murallones rojizos en la calle Las Heras
Aún aguardan el latido del Jefe Fusilado.
Este otro poema que, en 1988, le dedicó a Marechal, bien podemos hoy aplicarlo al querido Fermín Chávez conmemorando su nacimiento.
Milonga Bautizada
Por los campos de Maipú
Resuella fresco un gurí.
Un pibito, un sirirí.
Igual a los del Tuyú.
Con el tío acopiador
Las riendas bate temprano
Y campanea por el llano
Yeguarizos de mi flor.
Ese Leopoldo tantea
Su infancia como un rosario,
Sin perderse algún corsario
Que domando se florea.
Las riendas suenan en seco
Donde el anca más se apura.
El botija se figura
Al pajonal como un fleco.
El crepúsculo se estira
Cual una garza rosada
Para apearse en la mirada
De ese Marechal que mira.
¡Qué lindo ver en el llano
Ver un poeta naciendo,
Verlo cómo va subiendo
Humo de Dios y paisano!
Leopoldo ligó en la pila,
Marechal fue de sancocho,
Y en el año cuarenta y ocho
Que hablar daría ese anguila.
Yo, que nací montialero,
Supe andar la misma huella
Y mirar la misma estrella
Desde el pasto del potrero;
En pleno campo y potrero
Como comadreja y teyuses
Con caracú y con maipuses
Como ese Leopoldo entero.
Yo, que me crié en El Pueblito,
Arroyo de aguas marrones,
Bailé varios pericones
Como el Maechal pibito.
Por eso le escribo ahora
Esta milonga bailada,
Porteñita y bautizada
Con la Cruz y con la Aurora.
Muchas Gracias compañero y Maestro Fermín Chávez, usted tenía razón cuando nos enseñó:
“Todas las formas de la historia son militantes.”