Romeo y Julieta: el poder de la ficción

  • Imagen

Romeo y Julieta: el poder de la ficción

07 Noviembre 2015

Por Agustín Romero

¿Qué nueva lectura puede hacerse sobre una obra tantas veces representada? ¿Cómo hablar de amor en esta época en que el amor se volvió un riesgo que todos intentamos evitar, en que en el momento en que se dice te amo se huye? ¿De qué modo se puede comenzar a pensar en lugar de representar?

En la obra dirigida por Juan Prada, estas preguntas, encarnadas en los cuerpos de los actores, circulan todo el tiempo sin llegar nunca a ser respondidas. Se traza un camino, se avanza por ahí, pero luego se desecha y se abre otro. Porque no hay respuesta, porque se necesita una vida entera para poder responderse, porque hay algo que nunca podrá decirse del todo y que sólo la muerte se encargará de completar.

Una idea central, sin embargo, atraviesa toda la obra: recordarnos esa oscura verdad de que todo es un artificio. Porque, ¿qué es el amor si no una construcción ficcional? El enamorado siempre está solo en el interior de su desesperada ficción, ese es su drama. Enamorarse: arrojarse, como acto suicida, a la incógnita que el otro es, poblar de fantasmas verbales ese vacío, esa tierra sin nombre. Porque es un gran agujero el amor y exige ser hablado, porque el amor es paranoico (el enamorado cree que cada signo que proviene de su objeto amado está dirigido hacia él con la sola intención de enloquecerlo), desencadena ficciones. Es así que Romeo y Julieta son pura fuerza verbal: son poetas, son artífices. Si ellos pueden estar juntos sólo en la muerte es porque el lenguaje funciona también como un poder que los vuelve antagónicos. Por culpa de un nombre, una palabra. Porque esta palabra, sea Montesco o Capuleto, es el símbolo donde se concentra la tragedia de los enamorados.

Con acierto, Juan Prada propone un cruce con otras obras de Shakespeare. Otelo, Hamlet, Ricardo III. Elige escenas míticas de cada obra y coloca a los actores dentro del circuito del mecanismo trágico que, por un lado, posibilita un potente recorrido expresivo, y por otro funciona para reforzar la idea de que dentro de una estructura los lugares funcionan por sí solos más allá de quien los ocupe. Es así que cada actor recorre distintos lugares. Por momentos es Macbeth, por otros, Paris o Ricardo. Nadie tiene asignado un lugar estable, y sin embargo la tragedia siempre ocurre, siempre va a ocurrir. Porque, como dice Romeo, somos juguetes del destino.

En RyJ lo real devela su simulación, su engaño. Uno puede ver la superposición de dos planos: adelante, actores que llevan a cabo una escena, y en el fondo, otros actores preparándose en el camarín para cuando les llegue el momento de actuar. Los actores actúan de actores y de espectadores. De este modo, las personas que asistimos a la obra, los espectadores, somos, a su vez, actores. Si uno se remonta al origen de la palabra persona, encuentra como significado la palabra máscara. Siguiendo en esta dirección todos nos construimos un personaje, una máscara, para poder sobrevivir en el mundo, porque el único poder que tenemos es el de nuestra propia ficción.

Ficha técnica

Elenco: Nicolás Barsoff, Roberta Blázquez Calo, Mariano Kevorkian, Sergio Mayorquin, Andrés Rasdolsky, Agustina Rodriguez Eyras, Paula Uccelli, Frida Jazmín Vigliecca
Vestuario: Agustina Filipini
Escenografía: Agustina Filipini
Iluminación: Fernando Chacoma
Diseño sonoro: Baltazar Oliver
Realización de escenografia: Vìctor Salvatore
Música:Baltazar Oliver
Letras de canciones: Roberta Blázquez Calo, Sergio Mayorquin, Baltazar Oliver
Fotografía: Sara Llopis
Asistencia de escenografía: Camila Alio, Paula Pazos
Asistencia de vestuario: Camila Alio, Paula Pazos
Asistencia de dirección: Carolina Wolf
Producción ejecutiva: Lucía Asurey
Dirección y texto: Juan Prada

Funciones: domingos 18:00 y 20:30 hs. (hasta el 20 de noviembre), en Abasto Social Club (YATAY 666, CABA)
http://www.juan-prada.com/
http://www.alternativateatral.com/obra37766-ryj
https://www.facebook.com/RyJobradeteatro

contacto: ryj.reservas@gmail.com