Si no hay épica, que no haya nada

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Si no hay épica, que no haya nada

16 Junio 2019

Por Malena Pichot

Cuando hice mi segunda mudanza a los 27 años mi mamá me dijo: “parece que lo único que estamos transportando son zapatos y libros. Eso sos, zapatos y libros”. He gastado mucha plata en ambos y mucho tiempo buscando los indicados. He buscado libros prácticamente incunables, he perdido mucho tiempo queriendo satisfacer un berretín sobre la primera vez que se usó el concepto “camp” en una novela, o no sé qué otra nerdeada. Mercado Libre, Amazon, Corrientes, he tenido que ir a buscar libros a Ezeiza porque creían que eran bombas, y tengo la versión en inglés y en castellano de libros que no se entienden en ninguno de estos idiomas. Los he comprado de toda clase y de todas las maneras, y aun así no recuerdo haber salido tan rápido a buscar uno como cuando me enteré de la existencia de Sinceramente. No recuerdo en toda mi vida haber vivido un fenómeno editorial semejante, que me interpele al menos. Digo, entiendo que a Harry Potter le fue bien. Pero no recuerdo en Argentina, desde que tengo uso de razón, algo parecido a lo que vivimos durante los primeros días de la publicación de Sinceramente. Por unas semanas estuvimos en otro tiempo, un tiempo en el que los libros importaban. Entre amigues comentando: “¿llegaste a la parte en la que habla de series y después se las manda a guardar a todos con las cadenas nacionales?; ¿viste cuando cuenta la reunión con Macri?; ¿llegaste al capítulo de la historia de amor con Néstor?”. No recuerdo estar hablando de un libro con tanta gente al mismo tiempo, casi como si fuera la serie del momento. Tampoco recuerdo tener un libro en la mano y que signifique algo en la calle el sólo hecho de sostenerlo. Sentarse en un bar a leerlo y que la moza me sonría de pronto: “Ay, ¿dónde lo conseguiste? Lo quiero leer ya”. Y entonces, todo dicho. 

Mientras tanto, en los medios se desviven por intentar encasillar al libro en un género, como si fuera necesario. ¿Es un ensayo o muchos ensayos? ¿Es sobre política, es una confesión? Alguien en la mesa de Fantino se desvive por aclarar que no tiene ningún valor literario. Y sin embargo, el libro se deja leer fácilmente. No sólo por su tono intimista y por esas expresiones orales donde claramente escuchamos a la mismísima Cristina, no sólo porque por fin tenemos la posibilidad de saber qué pasaba en el interior de su casa mientras todo pasaba, sino además, porque se vuelve el resumen de nuestra propia historia también. No estamos leyendo solamente lo que vivió Cristina, lo que le pasó a ella, lo que ella sintió, no es sólo la historia de una mandataria, es también la nuestra. Mientras leemos revivimos a la par lo que estábamos haciendo nosotres en esos mismos instantes.

La esencia de Cristina, su tono, su irreverencia, adorable para quienes la queremos e insoportable para quienes no, se encuentra en cada página. El libro consigue una proximidad entre autora y lector. Agarrar el libro es ir al encuentro con Cris.

En este terrible momento en el que nos gobierna un oligarca que vino a destruir deliberadamente todo lo construido en cuestión de políticas sociales. Este cajetilla vendepatria que nos tiró del nuevo al fondo, cuyo único plan de gobierno es demonizar a Cristina. Ahora que la gente prefiere la figura de un hombre sin alma completamente incapaz de pronunciar correctamente una sola oración, nuestra expresidenta, la primera mujer presidenta reelecta de la historia, escribe un libro. No sólo con valor literario, histórico y político, por supuesto, ¿qué cosa no pertenece a la cultura y por tanto a la política? Sino que además Cristina en Sinceramente nos hace recorrer nuestra propia vida. Y por eso destaco su valor emocional, ese que algunes denostan y a mí me encanta, porque si no hay épica que no haya nada.

Malena Pichot

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También podés escucharla de lunes a viernes en Furia Bebé a las 16:00h por Futurock FM.