Tracción a sangre: “Que haya reflexión y el espectador pueda tomar la decisión de hacer el cambio, no la obra”

  • Imagen

Tracción a sangre: “Que haya reflexión y el espectador pueda tomar la decisión de hacer el cambio, no la obra”

23 Junio 2019

Por Antonella Riso

 

 

Un subsuelo donde la maquinaria funciona a fuerza de tracción y sudor. Ante el miedo de que los bajen de posición, los esclavos recluidos responden a lo que se les exige e incluso hacen que los demás sean funcionales para el sistema. Tanto protagonista como antagonista están en el mismo nivel y se enfrentan en lugar de hacer un frente común. El movimiento social es dudoso, pero los personajes se juegan la vida por lograrlo.

 

APU: La obra tiene muchas metáforas que se relacionan directamente con la coyuntura, en este sentido, está bueno hablar qué pasa adentro de la obra, cómo se sienten cuando piensan que están representando un lugar de esclavitud, como parte de la maquinaria, un engranaje más.

Lucas Ranzani: La obra tiene una gran metáfora que me parece, está bastante claro, la analogía con el capitalismo y la forma con que se organizan los niveles sociales dentro del mismo. Nos han pasado todas las funciones, donde aparece el público que descubre esto y se va con una sensación de que necesitaba el triunfo de la clase obrera y que “no puede ser que esto sea así”. La función pasada, una chica le preguntó a Victor (Chacón, director de la obra) por qué en el intento de revolución, el personaje queda dentro del mismo sistema de engranajes, él respondió que prefería la desolación y, en el mejor de los casos que haya reflexión y el espectador pueda tomar la decisión de hacer el cambio, no la obra.

Miguel Ángel Vigna: En lo particular, me llama la atención de lo circular de la obra. No sé si no hay esperanza. En mi personaje, Goyo, tiene esperanza que se rompa lo circular, pero es difícil salir, haciendo una analogía a lo que pasa en el país y en el mundo: se ve que hay una esperanza de que se va a lograr algo y de vuelta se caen en las mismas cosas

Lucas: La esperanza del macrista (risas)

Miguel: Con algo más que va en contra de lo que impera, pero con ideas clarísimas.

Manuel de La Serna: Yo soy Jota, a quien encargan la revolución e intenta llevarla a cabo. Las sensaciones son muchas en ese interior, encarno este personaje es una especie de esclavo, con bastante consciencia de clase. Ve cómo funciona todo y es alguien que quiere cambiarlo. No intenta salvarse sino despertarlo a Goyo, que está hecho casi un animal, que me genera mucha tristeza y amor. En un momento me voy cuenta que no va a suceder que se sume y me encargo de enfrentar la situación, enfrentando a Sáenz (interpretado por Lucas) nuestro colega. Ahí se ve lo físico de la obra, los enfrentamientos, además la obra es super física y entregamos todo. Lo que logra es salvarse “un poco, ascender, salir de ese pozo pero queda condenado para siempre en otro rol, en ese engranaje.

Lucas: El empleado que se transforma el patrón.

Manuel: Estamos constantemente en muchas situaciones físicas, expuestos. Hay que seguir y no podemos parar, haciendo luz para “los destacados” que serían los oligarcas, que nosotros ni llegamos a conocer.

APU: También pensando en lo pasa cotidianamente a nivel mundial, es notorio el cansancio físico en algunos momentos y otras veces llenarse más de energía para seguir por la adrenalina ¿Qué reflexión tienen respecto a lo corporal de “Tracción…”?

Lucas: Lo físico de la obra nos lleva a entrar en EL mundo. Hay algo de poner el cuerpo que, estés como estés en tu vida personal, cuando transitamos el escenario entramos de lleno en el rol. Manipular los objetos, pedalerar en ese subsuelo extraño, te lo hace creer.

Miguel: Los dispositivos generan luz pero también sonidos. Toda esa maquinaria empieza a componer con lo actoral, musical y lo físico. En lo personal, siento que es inevitable que uno no se transforme. Estos obreros se salen de realista. Se transforman en algo bestial. Eso que permite el teatro, se pueda ver esta realidad con otro vuelo. Hay una crítica, pero hay un cocoliche.

APU: ¿Cómo fue la repercusión en Madrid?

Lucas: Rompimos una pared del teatro (risas)

Victor: Le agradecemos a Pablo Silva que nos produjo allá. La repercusión fue muy buena, al igual que acá. El público nos hace re pensar el sentido. El otro día, a partir de una charla con una espectadora, volvió a mí la pregunta “si el arte es, o no, una herramienta de transformación social”. Yo fui docente en Soldati, donde ahí sí creo que hay una trinchera. Al teatro accede un público de clase media, no podes generar un cambio importante. En la docencia tenés todo el tiempo que lidiar en contextos jodidos.

APU: El anti “final feliz” también llama a la reflexión.

Victor: Totalmente, la gente lo lee así también, despertar desde lo real: “tenemos que hacer otra cosa”. A veces, hablamos de que esto es un futuro distópico pero, también podría pasar ahora, entonces decimos que se transformó en distopía anacrónica, podría ser del pasado o del futuro. La gente nos dice que está sorprendida con el trabajo físico de los chicos, teniendo en cuenta el esfuerzo que tiene cotidianamente un obrero…. Son oficios deformantes, como la minería.

APU: ¿Cómo se camufla y evidencia la coyuntura actual? ¿Cómo lo ven cuando salen de acá y se enfrentan con la otra realidad?

Lucas: El día del apagón hice un cacerolazo porque estuve 48hs sin luz, saqué una sartén y se me sumó otro vecino enfrente. En cada arenga mía, se sumaba otro gritando “BIEN”. En uno momento, se acercan unos policías diciendo que pare con el ruido por los vecinos. Y les plantié que yo también tenía derecho y le dije “vos tenés que estar del lado mío”. De alguna manera, acá estamos, en la apocalipsis, me vi por un momento en el universo de Tracción a Sangre (risas)

Miguel: A mí me pasa que durante la semana algo se refleja de la obra. Hace poco fui papá y estoy más sensible, con cuestiones como la injusticia. Pensar en mi hijo y que tenga sus necesidades básicas cubiertas, me hace ver más la miseria humana que aparece entre nosotres. Llevándolo a un lado más humano, uno es uno con el otro. Lo que muestra la obra es eso, romper con el individualismo. Goyo está en una que no la ve, quien no se despierta. Y el personaje de Saénz es un miserable que solo piensa en sí mismo. Me parece que está bueno pensar esto, no convertirnos en miserables. Uno va mutando y donde está la oportunidad en ascender por encima del otro, te hace pensar si lo tomás o no.

 

 

FICHA TÉCNICA

Dramaturgia y dirección Víctor Chacón

Actúan Manuel de la Serna, Lucas Ranzani y Miguel Angel Vigna

Asistencia Javier Grinstein

Escenografía Maira Benito Revollo

Iluminación Diego Todorovich       

Contribución coreográfica Elizabeth Restrepo

Entrenamiento Percutivo Alejandro Larocca

Prensa Tehagolaprensa

Diseño Luciano Saiz

Última función: viernes 28 de junio. 23hs

Teatro Pan y Arte. Boedo 830.