Una nueva etapa del arte: ese artificio llamado inteligencia

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    Ilustración: imagen de IA generada por Francisco Pedroza
ARTE E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Una nueva etapa del arte: ese artificio llamado inteligencia

13 Agosto 2023

Que el arte fue cambiando con el paso del tiempo no es decir nada nuevo, sin embargo, este mismo siempre tuvo algo que se repetía: era hecho por humanos. Hoy esto ya no es así, el arte dejó de ser propio de nuestra especie, hay formas de inteligencia que lo pueden hacer y en muchos casos lo hacen mejor que la mayoría de nosotros. ¿Estamos encaminándonos hacia una reinvención del arte o hacia su agotamiento total?

Desde hace mucho tiempo el imaginario popular ha estado influenciado por la ficción. Temas tan abstractos como “el futuro” fueron tomando forma hasta convertirse en verdaderas teorías sobre lo que podría ocurrir. Muchas de estas teorías se volvieron reales, otras todavía están flotando en el pensamiento común de la gente. Sin embargo, más allá de algunos artículos y/o avances tecnológicos puestos al servicio de las empresas y de la comunidad, hay predicciones que todavía no se hicieron reales y van mucho más lejos que unos simples aparatos. Una de estas es el dominio de las máquinas. La idea siempre fue la misma: por las armas o quitando la necesidad de usarlas, la dominación de las máquinas iba a ser mediante la fuerza. Pero tal vez esto fue el árbol que no dejaba ver el bosque, tal vez el dominio de las máquinas sea conquistando algo mucho más humano y profundo: el arte.

Una de las primeras noticias que dieron un indicio de esto fue en 2021, cuando un grupo de programadores creó una inteligencia artificial capaz de terminar la décima sinfonía de Beethoven a la perfección. Tanto fue así que se la dieron a escuchar a ciertos especialistas del compositor y estos creyeron que la había hecho él mismo. La segunda noticia que resonó masivamente y que asustó a los ortodoxos del arte fue en septiembre del 2022, cuando Jason Allen ganó un concurso de arte en la feria estatal de Colorado, Estados Unidos. Miles de voces creativas se alzaron alegando que iban a perder sus empleos y el miedo se apoderó de gente que por primera vez empezó a ver que su trabajo podría ser tranquilamente sustituido. El ego de los artistas que por años habían visto a sus creaciones como algo sagrado imposible de igualar o de imitar, por ser ellos los únicos capaces de observar el mundo a través de ese prisma sensible y estético, había sido derribado en cuestión de segundos por una máquina.

Esta delegación de tareas (de un humano a una máquina), aunque parezca novedosa por sus múltiples matices, no fue la primera en la historia del arte. Casi 200 años atrás aparecía por primera vez la cámara fotográfica (el daguerrotipo). Hasta ese momento retratar un paisaje o a una persona podía llevar horas de trabajo, y se debía hacer a mano. En ese momento no existía Twitter y pocas (por no decir ninguna) son las entrevistas a pintores que hay refiriéndose a eso, pero aún así, no es descabellado pensar que hubo unos cuantos que vieron esa nueva técnica con recelo, y que hasta pensaron en lo mismo que hoy se piensa: “Nos van a sacar el trabajo”. Por como siguió la historia se sabe que no fue del todo así, claramente hoy muy poca gente contrata pintores para retratarse – en la peatonal de Mar del plata sigue pasando –, pero la pintura sigue vigente y exposiciones hay muchísimas.

Entonces, ¿qué fue lo que perduró y qué fue lo que cambió a partir de la salida de la cámara fotográfica? Se ve que los retratos se perdieron, también la pintura realista (sigue existiendo, pero no es lo que más se busca a la hora de consumir este tipo de arte), pero por el contrario en estos dos siglos salieron a la luz pintores espectaculares como Esher o Dalí, dos artistas fantásticos que se alejaron de lo que veían y se acercaron más a lo que imaginaban. El arte abstracto o surrealista se hizo popular, lo que perduró, al fin y al cabo, fueron las ideas.  

Tal vez el dominio de las máquinas sea conquistando algo mucho más humano y profundo: el arte.

Hoy las inteligencias artificiales generadoras de imágenes ya son ampliamente conocidas en internet y es muy sencillo usarlas. Sólo basta con buscar alguna en Google, describirle la imagen y esperar no más de 15 segundos para verla realizada. En general los resultados suelen ser bellísimos. A simple vista todavía estas herramientas no representan un peligro para el trabajo de fotógrafos, diseñadores o pintores, ya que más allá de que sean imágenes estéticas y lindas a la vista, llegar a un resultado concreto termina resultando bastante más difícil de lo que parece.

En junio del año pasado Cosmopolitan se ganó el lugar en la historia de haber sido la primera revista en hacer una portada con inteligencia artificial (y confesarlo): la imagen en sí es una mujer astronauta vista desde abajo y en un tono violáceo, en su suela dice que solo tardó 20 segundos en hacerse. Esta confirmación, si bien es verdad, esconde muchas otras cosas: las casi mil fotos que se generaron antes que esa, la misma “autora” admite que pasó horas y horas tratando de dar con la imagen perfecta. Es que, aunque lo parezca, las inteligencias artificiales no son magia. No es lo mismo pedirles que generen una imagen de Maradona o una imagen de Maradona vista desde un dron a la noche. Cada especificación importa, los colores, los tipos de lente, la altura de la cámara, todo esto es relevante a la hora de describir una imagen, por lo que para llegar a un resultado deseado y que sirva para determinadas cosas, se necesitan muchas horas de pruebas y errores.

A partir de estas nuevas tecnologías se abrió un mundo de posibilidades, una de ellas fue -claro- la creación de videos, ya que sí, un video está conformado por muchas imágenes conectadas entre sí. Una de las primeras herramientas que pudo hacer esto fue Stable Diffusion. El problema es que (por lo menos al día de hoy), sólo logra encadenar imágenes parecidas unas a otras, no puede hacer dos imágenes idénticas. Por lo tanto, el movimiento que se busca en los videos no queda nítido y terminan siendo resultados más psicodélicos que otra cosa. Aún así, no hay que olvidarse que estamos en el 2023, y los avances tecnológicos (sobre todo en este campo) van más rápido que cualquier otra cosa.

Las polémicas y las controversias que pueden traer todas las inteligencias artificiales ya mencionadas al mundo del arte son evidentes, pero al mismo tiempo pueden llegar a tener un costado mucho más aprovechable y que finalmente puede ser para mejor. Hoy,  para hacer una película se necesita alquilar locaciones, cámaras, luces, contratar actores, sonidistas, editores y muchísimas cosas más, que por supuesto cuestan mucha plata, plata que, no cualquiera la tiene. Claro que hay películas independientes que con son filmadas con un celular, en un departamento y con luz natural que no requieren todo ese gasto, pero aún así para hacerlas se requiere mucho tiempo y en estas películas es claro el salto de calidad a unas de mayor producción y recursos, al mismo tiempo estas películas pocas veces llegan a ser proyectadas en grandes salas de cine y obtener fuertes ganancias, dicho esto se puede entender que el presupuesto con el que cuenta una pieza audiovisual (ya sea un cortometraje, una publicidad, un largometraje o un videoclip) es una parte fundamental para su creación y para su acabado.

Al mismo tiempo esto trae un claro problema, uno que es muy común en el mundo como lo conocemos: los únicos que pueden llegar a hacer grandes producciones audiovisuales son los que poseen los recursos, esta limitación de recursos genera que haya muchas ideas buenas para películas, que nunca se van a poder llevar a cabo simplemente por esa falta de recursos.

Si hay algo que es una certeza, es que estamos ante una nueva etapa del arte, donde el consumo, está por cambiar abruptamente.

Habiendo visto lo que vimos sobre las inteligencias artificiales de imágenes y su incremento absoluto de calidad, y sabiendo que ya hoy algunas IAs ( Gen2 es una de ellas) pueden generar por ejemplo: un video como si fuera un dron volando a través de pinos nevados (y se ve real), no es ilógico pensar que en un par de años van a poder generar una película entera, como todo, esto puede asustar a mucho gente que trabaja en el rubro y con razón, pero por otro lado, las mega productoras que hoy hacen cine, los directores que tienen su estilo marcado y los actores que se desempeñan bien en cualquier papel no van a perder calidad por estas nuevas herramientas, dicho en otras palabras: la gente talentosa y hábil en su trabajo va a seguir siéndolo y para sostener ese trabajo siempre se va a necesitar camarógrafos, iluminadores, editores etc.

A su vez, la parte más “optimista” de la aparición de estas nuevas herramientas, tiene que ver con el párrafo anterior, hace un año el que quería obtener el video filmado desde un dron sobrevolando pinos nevados, debía primero tener un dron, luego ir hacia un lugar donde haya pinos y además de todo esto procurar que sea en invierno y nieve, todo para una toma de tal vez 5 segundos, hoy esa toma puede ser generada en menos de un minuto a través de una computadora. El que tiene la idea de usar esa toma como presentación para su pieza audiovisual, la puede hacer en menos de cinco minutos y sin la necesidad de tener un dron ni que moverse hasta ese bosque de pinos.

Así con tantas escenas como se le puedan ocurrir e imaginar, de esta manera vemos entonces cómo para hacer la misma escena, hoy se están reduciendo los costos y los tiempos casi un 100%; esto, en un par de años, cuando las inteligencias artificiales estén más desarrolladas y sean conocidas y accesibles para todos, no es desmesurado pensar que así como hoy cualquiera puede “escribir una novela” o “hacer” la escena que quiera, va a poder generar mediante inteligencias artificiales un largometraje entero sin la necesidad de tantos recursos. Lo que va a prevalecer ahí entonces son las ideas, que cualquiera tenga la posibilidad de hacer una pieza audiovisual que empate en calidad con las grandes productoras es una democratización de estas ideas.

Como vimos con estas nuevas herramientas hay cosas a favor y cosas en contra, se democratizan las ideas, pero a su vez la cantidad de oferta puede ser ampliamente mayor. Hace menos de un año muchas cosas que pasan hoy no se creían posibles, el futuro sigue siendo un enigma en varios aspectos, pero si hay algo que es una certeza, es que estamos ante una nueva etapa del arte y donde el consumo, está por cambiar abruptamente.