Verónica Segura, entre Star Wars y la poesía
Por APU RADIO
En Verónica Segura, mexicana residente en Buenos Aires, la pasión por contar se expresa en dos oficios colindantes, complementarios: la actuación y la literatura.
Ejerce la escritura desde niña, cuando anillaba sus propios poemas y cuentos para ofrecerlos como regalos en Navidad. Hoy, mantiene su espacio creativo del blog Segura de Todo y acaba de publicar su poemario La belleza de este día, editado por Hemisferio Derecho (HD).
Su trayectoria como actriz incluye participaciones en cine, teatro y producciones televisivas de Argentina y México. Acaso simplificando, Wikipedia dice que su papel más importante fue el de Cordé, dama de compañía de la senadora Padmé Amidala en Star Wars - Episodio II: El Ataque de los Clones (2002). Una experiencia particular, que relató en una de sus crónicas de blog.
A días del estreno de una nueva entrega de la saga, por allí comenzó el diálogo con el equipo de Basta de Zonceras, el programa dominical de AGENCIA PACO URONDO en Radio Caput, que Verónica visitó el 29 de diciembre. Con la promesa de renovarse en un futuro encuentro, la charla incluyó un repaso por aquella experiencia cinematográfica y se detuvo especialmente en la faceta literaria de la artista mexicana, con La belleza de este día como punto destacado.
AGENCIA PACO URONDO: Hemos leído la crónica de tu blog. ¿Querés contarnos cómo fue tu experiencia en Star Wars?
Verónica Segura: Me sorprendió muchísimo. En ese momento estaba viviendo en Australia. Tenía una manager, como cualquier actriz, que me mandó al casting. Al principio, no sabía para qué casting era. Cuando me enteré, me dije: ‘no sé ni para qué voy, si no me van a elegir’. Yo pensé que iba a estar llenísimo, pero cuando llegué no había nada de gente. Era una entrevista a cámara. Quien me estaba tomando el casting, me dijo, después de mucho platicar, si tenía tiempo para vestuario, medidas, maquillaje. Una cosa rarísima, que nunca me había pasado. Y después, silencio. Hasta que me dijeron que había quedado. Yo pensé que para un Ewok, por mi altura (risas). Pero no: era para Cordé.
APU: ¿Qué te pasó cuando te dijeron que quedaste en ese papel?
VS: Muchísima emoción, pero también negación. No me lo creía. Pensé que tal vez era el Día del Inocente, y me estaban haciendo una broma. No me la creía, pero estaba muy contenta. Lo primero que hice fue hablarle a mi hermano, porque él era el fanático. De niña, me hacía ser su asistente, tenerle las navecitas, y demás. Entonces sabía que él iba a estar aún más contento y también sorprendido.
Pasó el tiempo, y fue una cosa alucinante: era un galpón enorme, como estar en un mercado. Es algo que no se puede explicar: había mucha gente, y entre la desorganización había mucho orden. Conocer a George Lucas, su buena onda, su disposición, desayunar galletitas con él, estar en esa salita amarilla. Una cosa muy loca. Era como un sueño. No porque fuera fanática, aunque no tengo nada en contra, pero no te queda otra que convertirse en fanático a partir de entonces.
APU: ¿Cómo fueron los días de filmación?
VS: Fue un solo día. Si ves la película, no parpadees porque quizá se te escape: a pesar de que tengo diálogo, es breve. Fue un solo día. Me quedé con muchísimas ganas. A pesar de que fue un día intensísimo, con muchas emociones. Tuve la oportunidad de almorzar ahí con Anthony Daniels, el actor que encarna a C-3PO. Conocí a un montón de gente muy importante y parecía algo irreal, pero también muy emocionante. Porque son seres humanos los que hacen esto, y también tienen contradicciones y no se ponen de acuerdo... Vivirlo es también bajarlo a tierra, si es que se puede con algo tan grande.
APU: Y te pasaron el libreto…
VS: Pero sólo mis hojas. Lo hacen con todos los actores. A nadie le pasan el libreto completo. Sólo tus diálogos. Algo rarísimo para un actor. Eso no me gustó, aunque lo puedo entender, por cuestiones de derechos y que no se ventile. Pero no está bueno: como actor te quieres enterar de todo, y ser parte del proyecto globalmente.
APU: En tu texto, sorprende lo que contás de George Lucas. Gratamente, porque uno lo que espera es que sean buenos tipos, pero sabe que no es así en la mayoría de los casos…
VS: Sí, a mí me habían dicho que era como muy inalcanzable y como no involucrado en lo que estaba haciendo. No fue mi experiencia. Mi mayor satisfacción fue no sólo ser parte de todo eso, sino que pude hablar bien con él como director y le pude proponer cosas: ‘(Cordé) acaba de sufrir un accidente, se siente de esta forma, ¿tú qué piensas?’. O sea, pudimos intercambiar como director y actriz. Lo vi abierto a eso, accedió a algunas cosas y a otras no, y fue una cosa conjunta: al final, la escena que quedó fue muy distinta a la que él “impuso”. Dicho así, entre comillas, porque nunca se impuso: el resultado fue una cosa entre él y yo. Fue muy satisfactorio.
APU: En tu texto también hablás sobre el vacío que queda al actor después de haber actuado. ¿Nos contás un poco de eso?
VS: Es horrible. Pasa en la mayoría de los proyectos, cuando te involucras. Termina el proyecto, la obra, la película o lo que sea, y lo más usual es que te sueltas a chillar o te deprimas o te sientas mal. Es una especie de muerte. Uno es feliz mientras tiene un proyecto creativo en puerta y está trabajando sobre eso. Ya sea con prospectos a, y lo está planeando, aunque no lo esté haciendo. O bien, trabajando en ello. Pero cuando se termina, no se siente tanto como un logro, aunque lo sea. Sino como que ya terminó, y hay que buscar otra cosa.
Sobre La belleza de este día
Boris Katunaric, poeta y periodista de APU, fue el encargado de elegir un poema de La belleza de este día para abrir la segunda parte de la charla radial entre su autora y Basta de Zonceras. Escogió “Lo que no pudo ser”. Sus versos cuentan que
Duele siempre el rincón más quieto de la vida
los milagros que nunca ocurren
la gracia cuando acaba
duelen las grandes ideas
cuando ya no se cree más en ellas
la orquesta sorda
los callejones sin lumbre
duele más el desencuentro que la distancia
“Para mí, el libro es un parteaguas. Es la poesía de muchas épocas reunida y que vio la luz como unidad, no en una antología o blog o revista. Ese logro fue muy emocionante, también la respuesta de los lectores. Es algo parecido a estar enamorado o a la maternidad, pero más libre”, describe su autora a APU.
APU: México tiene muy buenos poetas. Por otra parte, escribir es un hecho íntimo y la poesía un género muy solitario, un trabajo constante con o contra uno mismo. ¿Qué es lo que te impulsa a escribir?
VS: Es difícil de contestar. Cuando era niña, en dos oportunidades, una con mi tío y otra con mi papá, yo me encontraba aburrida y ellos me dijeron: “bueno, ¿por qué no escribes?”. Y prendió, prendió muchísimo. Muchas veces me he preguntado qué hubiera ocurrido sin esos dos consejos. Con el primero, surgieron los Verodichos, una especie de poemas muy infantiles. Incluso hice mi libro de verdad, lo anillé…
APU: Inventaste un género.
VS: Sí. Hice libros y los regalaba en Navidad. Y un día mi papá me sugirió escribir un cuento. Entonces hice, más como historieta, Las aventuras de Bigotillo. Por eso, muchas veces me he preguntado qué hubiera sido de mí sin esos dos consejos. Porque tampoco tuvieron que insistir mucho. Fue como: “genial, perfecto, qué buena idea”, y fui y lo hice. Y ya no lo dejé de hacer. Obviamente, eso siguió y en la adolescencia fue como volcar a la escritura todo mi conflicto interno, las cosas de la odiolescencia. Lo canalicé ahí. Recuerdo que me iba a dormir a las tres o cuatro de la mañana, porque me la pasaba escribiendo. La mayoría de aquello lo tiré a la basura. Pero escribirlo me ayudó mucho. Esa fue mi terapia.
Después, dejé de escribir mucho tiempo. Hasta que me cansé un poco de la actuación y sentí la necesidad de reconectarme con el lado de escritor. Estudié una maestría en creación literaria, y a partir de entonces reconecté con este lado.
APU: ¿Qué poetas te han nutrido?
VS: Si me preguntas por mexicanos, (Jaime) Sabines. Y luego, dos argentinos. Uno lo descubrí hace poco: (José) Sbarra. Y, claro, Oliverio Girondo. Pero me gusta mucho la novela, también, y leo ensayo. En realidad, leo de todo. Me alimento de muchas cosas.