24M: el spot negacionista fallido y la histórica movilización por la memoria
El rumor de que el gobierno tenía preparada una sorpresa para este 24 de marzo fue más atemorizante que el spot que finalmente lanzaron. El audiovisual que pide “memoria completa” revive la vieja teoría de los dos demonios y utiliza a Juan Bautista Yofre en la puesta en escena, un ex secretario de Inteligencia que fue procesado por espionaje en 2012. Junto a él estuvieron el ex montonero Luis Labraña, y la hija del militar Humberto Viola. El spot fue más solemne que el tono habitual del gobierno y tuvo menos repercusión simbólica de la esperada: circuló en redes mientras la gente estaba en la calle.
De esta manera, se revistió de oficialidad un discurso que en los últimos años pasó de la marginalidad de las editoriales negacionistas a los catálogos de grandes sellos internacionales. En esta acción Javier Milei se diferencia de Mauricio Macri, para el ex presidente los derechos humanos fueron un tema incómodo en sus años de gestión, aunque tuvo gestos como la firma de un documento en 2010 donde se defendía a los juicios de lesa humanidad como una política de Estado de carácter irrenunciable. En el caso del libertario, los derechos humanos son un eje a disputar en la refundación del país que proyectan. Otro intento de refundar, otra manera de disputar la historia, el sentido. Aunque el spot craneado desde la mesa chica del presidente y su hermana, Karina Milei, fue una jugada más torpe que los movimientos desde la sombra que acostumbra la vicepresidenta, Victoria Villarruel.
“Estela de Carlotto” y “Argentina, 1985” estuvieron entre los trends más buscados en Google durante el 24 de marzo, durante el debate presidencial fue el tópico que votó la ciudadanía para ser incluido y apareció como preocupación entre los sondeos de opinión electoral. Los derechos humanos importan. La película protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani fue el estreno nacional más visto del 2022 y promovió una nueva conversación acerca del tema en escuelas de todo el país.
Este domingo las calles se inundaron de miles de personas, las imágenes son impactantes y recuerdan a la movilización popular que provocó el fallo del 2X1 de la Corte Suprema en 2017. Por eso quiero intentar rescatar algunos puntos que se desprenden de esta jornada.
Agenda. La virulencia digital del gobierno que nos acostumbra a estar a la defensiva, reduce su capacidad de infundir temor cuando la mirada está puesta en otro lado. Nada es más real que la calle, las banderas, los abrazos, y durante la jornada del domingo nuestras intervenciones en redes sociales no buscaron responderles a tuiteros violentos, por el contrario, marcaron la agenda de conversación con nombres, fechas, descripciones del horror y mensajes alrededor de la justicia y la lucha. El clima de encuentro en el ámbito militante fue revitalizado en ese sentido. Algo respiró ahí.
Unidad. En provincias como Santiago del Estero la movilización fue de unidad después de muchos años en los que se realizaron marchas separadas. Barrios de Pie, Patria Grande, Libres del Sur, Frente de Izquierda, MST, Martín Fierro (oficialismo provincial) y corrientes peronistas y radicales caminaron juntas. La urgencia de exponer la degradación social, económica y política del gobierno de Javier Milei fue más fuerte y aglutinó la bronca. Esta unidad ya se venía observando en movilizaciones previas de diciembre de 2023 hasta aquí. El domingo también se vio a personas que hace mucho tiempo no marchaban, en Rosario la cifra llegó a ser de 90 mil personas, un número inédito para la ciudad. Según el periodista Horacio Verbitsky fue la movilización por los derechos humanos más grande de la historia argentina, también coincidió en esa apreciación el cronista Uki Goñi, redactor del Buenos Aires Herald durante la dictadura y autor de una investigación sobre los asesinatos del represor Alfredo Astiz. La consigna de “memoria sí, miedo no” inevitablemente se impregnó de la coyuntura.
Democracia. Cuando Macri ganó en 2015 se denominó a su gobierno como “derecha democrática”. Tenía sentido, era la primera vez que un líder conservador llegaba por el voto popular y no por los golpes. En el gobierno estridente y autoritario de Milei quien actúa con ese contrapeso institucional en las formas es Villarruel. En los últimos meses su agenda tendió puentes con gobernadores, legisladores y fuerzas de seguridad. Dijo estar en contra de los indultos a los militares y destacó que las fuerzas armadas no deben actuar contra civiles. Son declaraciones desconcertantes para venir de alguien que visitaba al dictador Jorge Rafael Videla en la cárcel. Y aquí podemos pensar en el amplio espectro de sensaciones que evoca una Villarruel como defensora de genocidas y otra Villarruel como defensora de la institucionalidad democrática en un gobierno autodestructivo. El lugar de las fuerzas armadas ha sido incómodo desde el regreso de la democracia y es una discusión de la agenda reciente. En esta línea la vicepresidenta busca un nuevo rol para las fuerzas armadas acorde al contexto, una disputa de sentido que el kirchnerismo intentó llevar adelante cuando Cristina Fernández de Kirchner, en su carácter de presidenta, y Hebe de Bonafini, desde Madres de Plaza de Mayo, defendieron la designación del cuestionado César Milani al frente del ejército para conformar “un ejército del pueblo y para el pueblo”. Decía Milani en 2013: "Pretendo un Ejército maduro, mirando hacia el futuro, con clara esperanza y renovadas ansias, para acompañar el proyecto nacional que hoy se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos".
Números. En su carta abierta a la Junta Militar, Rodolfo Walsh escribió que en apenas un año la dictadura había reducido el salario real de los trabajadores al 40% y la participación en el ingreso nacional al 30%. Podemos trazar el hilo que une los planes de ajuste. Walsh también explicaba que el consumo de alimentos experimentó una caída del 40% y denunció que ya en 1977 existían 15 desaparecidos y cuatro mil muertos. Ese documento de Walsh muestra dos cosas: la primera que es atinado que la cifra aproximada del horror sea de 30 mil, por el carácter clandestino de la represión y por la contundencia del número de Walsh que se asemeja a lo que contabilizaban Madres de Plaza de Mayo en ese mismo año (20 mil) y la inteligencia chilena el año siguiente (22 mil); la segunda es la continuidad entre el plan económico de Alfredo Martínez de Hoz y Luis Caputo: despidos, degradación de la matriz industrial, persecución a protestas de trabajadores, caída del salario y el consumo. Eso que Walsh denominó “miseria planificada”, una categoría que ha vuelto a ocupar las portadas de medios de comunicación y también se ha reintegrado al discurso de dirigentes como Axel Kicillof y Juan Grabois.
En resumen. El spot del gobierno no tuvo impacto simbólico, ni material. En eso coincidieron varios analistas políticos: el contenido fue disperso, contradictorio en la intención de contar una verdad completa sin hablar de la dictadura y “demasiado solemne”. La calle real fue más movilizante y reactiva que la calle virtual, ¿qué hubo ahí? En dos años se cumplirán 50 años del golpe, medio siglo de memoria que coincidirá con una política oficial de negacionismo y un deterioro inédito del sistema democrático. El repudio a las violaciones de los derechos humanos permean el microclima y trascienden las pertenencias partidarias, se pudo ver en las movilizaciones y se pudo ver en la cobertura mediática que incluyó episodios alentadores como el de María Laura Santillán reivindicando la cifra de 30 mil desaparecidos en LN+. En este entramado de tensiones, Villarruel crece como una figura política de un pasado oscuro que entiende de roscas y consensos, algo que Milei desprecia. En este sentido parece tener mejor resuelta su idea de país, por lo menos en las formas. ¿Cuál es el modelo de país que proyecta Villarruel? Por ahora se encuentra subordinado al camino de Milei, eso no ha evitado que la fractura de la relación se exponga con crudeza y sin tener claro cuáles serán los efectos colaterales.