“El dique de contención para la reforma laboral es el sindicalismo y el Congreso”
Por Martín Massad y Jorge Giordano
APU: ¿Cómo se plantea la reforma laboral que se implementaría en la Argentina?
Paula Maradei: Se habla en base a la reforma brasilera, que viene a modificar la conciliación de leyes del trabajo que instaló el varguismo en 1943. Tiene 900 artículos, de los cuales se modificaron aproximadamente 100. Todos los puntos que se van reformando en esta ley apuntan al debilitamiento de la organización sindical, en función de un objetivo que tiene que ver con el abaratamiento de los costos.
Acá sí podemos hacer un paralelismo con este discurso que está instaurando el macrismo sobre la lluvia de inversiones. Brasil también está esperando la lluvia de inversiones, viene de períodos de recesión muy largos. Con una tasa de desempleo bastante alta, del 13,7%. Esa reforma está apuntando a atraer al mercado internacional. Según ese pensamiento, el mercado se atrae a través de reducir los costos laborales. ¿Cómo se hace? Se ataca la indemnización, las vacaciones, los feriados, el tiempo de trabajo y la negociación colectiva. Por eso el ataque global tiene que ver con el trabajador organizado.
La jornada laboral puede llegar a extenderse a 12 horas con unos descansos de 36 horas posteriores. Los acuerdos colectivos pueden estar en contra de lo que establece la ley, y pueden ser negociados por personas que no pertenecer a los sindicatos. La negociación tiende a ser individual.
En relación a las mujeres, ataca el derecho que tiene que ver con la maternidad. La mujer embarazada en Brasil antes estaba resguardada en su función laboral frente a trabajos insalubres, y eso se termina.
Otro de los puntos de la reforma es que la contribución sindical deja de ser obligatoria. Si a esto le sumamos que la negociación colectiva puede llevarse adelante individualmente, es decir que el trabajador sin representación sindical puede negociar sus condiciones de trabajo, es notable el ataque a la base de sustentación de los trabajadores organizados.
APU: El modelo sindical de Brasil además es distinto, con muchos sindicatos por rama.
PM: El modelo de organización completo de Brasil es distinto. Mucho más federal, los sindicatos tienen representaciones estaduales, más que nacionales como tenemos nosotros. Eso es lo que nosotros llamamos "dique de contención" para una próxima reforma en la Argentina. Para nosotros el dique de que pase o no pase la reforma es el sindicalismo y el Congreso.
Ana Capaldi: Argentina tiene una sociedad mucho más movilizada que la brasilera. Nosotros tuvimos avasallamientos hacia el CONICET y rápidamente salió la gente a defenderlo, lo que sucedió fue mucho menor a lo que se tenía pensado. En Brasil eso no pasó con cuestiones de Ciencia y Tecnología. Hay un contexto en el cual durante el último mandato de Dilma los indicadores del mercado de trabajo venían en caída, con una sociedad que se fue desmovilizando.
APU: Teniendo en cuenta la fuerza sindical argentina, ¿creen que algunos de estos puntos de la reforma pueden avanzar?
PM: Tenemos precaución en ese punto. Creemos que se está armando la arena para que esta discusión ocurra, pero la arena en Argentina es distinta.
AC: Y que si se dan ciertas reformas, ocurrirían "por goteo", porque la correlación de fuerzas en el Congreso y en la movilización de la sociedad quizás no colabore para un shock tan abrupto como en Brasil.
Por goteo, tiene que ver por ejemplo con instalar un decreto sobre la modificación de la Ley de Riesgos de Trabajo, y cuando eso no tiene mucha legitimidad, generar los acuerdos necesarios para sacarlo por ley. O instalar la idea de una ley de Primer Empleo el año pasado que no prosperó, entonces la ampliación de beneficios a los empresarios lo hicieron más bien a través del decreto del Empalme hace dos meses. Todo esto da algunos indicios de que en la balanza entre el trabajador y el empresariado hay una elección.
APU: Uno de los puntos con los que quieren impulsar la reforma tiene que ver con la productividad, bajo el argumento de que permite a los trabajadores participar de las ganancias de las empresas. También aparece la palabra “flexiseguridad”. ¿Cómo analizan esos dos conceptos?
PM: La productividad considerada de esta manera y la flexiseguridad tienen que ver con una raigambre profundamente neoliberal. Su gran triunfo es apuntar al fortalecimiento del individuo como garante de su propio futuro.
AC: El tema es cuando se utilizan esos conceptos en la idea de individualizar al trabajador y se va hacia un concepto meritocrático. Como si el hecho de que haya empleo o no tuviera que ver sólo con las condiciones de empleabilidad de un trabajador. Se hace una lectura individual de una situación que debe ser analizada de manera estructural por lo que pasa en el mercado laboral en su conjunto.
APU: Algo cercano a la supervivencia: el más apto sobrevive y el que no, se queda afuera. El concepto de flexiseguridad lo plantean como proveniente de países nórdicos, ¿se puede aplicar?
PM: Sí, en Dinamarca, que tiene menos de 6 millones de habitantes, otra superficie, y el índice de impuestos más alto de la Unión Europea. Flexiseguridad es "flexibilización protegida", un concepto bien de países nórdicos, de Estado de Bienestar bien hecho. Tiene que ver con países que tienen instituciones de seguridad social diferentes a las nuestras, con un porcentaje de desempleo del 2,3%. En Dinamarca es maravilloso, claro.
Es muy interesante pensar que a nosotros nos quieran venir a decir que es posible la flexiseguridad cuando el mismo Presidente dice que los argentinos estamos ahogados por los impuestos que pagamos. En Dinamarca el 65% del salario de un trabajador se lo queda el Estado en carácter de impuestos, y el subsidio de desempleo es del 90% del salario, durante cuatro años. No veo que eso se pueda sostener en Latinoamérica, con un 20% de desempleo.