Oscar Luna: "Esa derrota en Malvinas fue la que terminó con la dictadura, produjo la decepción del pueblo argentino"
Oscar Luna combatió como soldado conscripto en la guerra de Malvinas. Es licenciado en psicología, guionista y también narrador. Su libro Batallón Puloi. Del metegol a la trinchera fue publicado por Caserío Ediciones, el año pasado, y en él logró reflejar aquella época. Conversó con este periodista en el canal de Instagram “Los sueños de la memoria” y AGENCIA PACO URONDO hoy lo reproduce para sus lectores.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué fue lo que te inspiró y cuál fue la razón por la cual escribiste este libro?
Oscar Luna: En realidad, no apareció como una idea original mía sino de la directora editorial. Yo había publicado, en su momento, en Página 12 y vio en esas notas algo que podía, de algún modo, llevar a profundizar en la temática desde un lugar distinto a lo que se había escrito hasta el momento y que está más cercano a la literatura que a lo documental. No considero Batallón Puloi un libro bélico en términos de lo que se escribe sobre las guerras, sino que acerca un lado distinto bastante más humano, más sensible, que es justamente lo que la guerra en general arrasa. Por la crueldad que se produce en ese hecho queda como desplazado, lo que aparece es la muerte, el armamento, el desplazamiento de las tropas, la logística. Pero ese costado donde, desde la experiencia misma, uno puede rescatar ciertos momentos, episodios, detalles, planos de cómo iba siendo el devenir y la transformación que la guerra genera en la subjetividad, no estaba escrito y por eso me pareció que la propuesta de ella me convocaba a escribir desde la experiencia, desde este otro lugar, desde lo que yo había vivido en relación a mis compañeros, en relación a ciertos momentos críticos. Y cómo ese adolescente que fue a la guerra, como muchos otros adolescentes que atravesaron ese momento, fueron transformándose y se fue transformando algo de la existencia misma: fuimos adolescentes y volvimos veteranos de guerra. Lo que pasó en esos tres meses y de ahí el título: Fuimos jugando al metegol, pero pasó algo en esa trinchera que produjo esa transformación en cada uno de nosotros.
APU: ¿Por qué decidiste escribirlo en ese tono literario?
O.L.: Tiene que ver con mi recorrido. Soy psicólogo, pero a la vez, hace mucho tiempo, vengo trabajando en temas de guión, colaborando, haciendo aportes, dando mi mirada sobre algunos guiones que me van pasando colegas o amigos, algunos cineastas. En los últimos años empecé a trabajar más el tema de la dramaturgia y entonces aprendí a contar en imágenes, en relación a cómo se relatan imágenes. Por eso el libro es contundente en ese sentido, no es nada más que la experiencia, desde el punto de vista que yo le voy dando también priorizo algo de la atención dramática.
El personaje que va recorriendo esta experiencia soy yo, en definitiva, pero el yo de hace 40 años. Va pasando por distintas circunstancias, recuperando aquella experiencia con la atención dramática que tuvo en distintos momentos clave de la guerra. Eso sí tiene que ver con mi formación. Tiene que ver con mi escritura y con mi estilo. Considero que he hecho un recorrido como dramaturgo, como guionista, que me permite escribir de este modo.
APU: ¿Cuáles son tus modelos literarios para escribir?
O.L: Para mí, la diferencia en este libro lo hace el formato, la que ordena un poco eso es Julia Martínez, de Editorial Caserío, que me dice: “vayamos por los relatos cortos o microrrelatos”. Ella me pasó un par de autores que escriben de ese modo. De hecho, Galeano escribe mucho en ese estilo, pero hay varios autores como Pedro Mairal, el cuento fantástico de Mariana Enriquez, todo lo que puede ser la literatura actual.
El ordenador fue el formato del contenido, por eso son relatos cortos y tiene eso de Galeano en términos de la poética y contundencia en el sentido de lo que se quiere decir. Hay algo que estás queriendo decir y hay una reflexión. Cada relato del libro propone una reflexión sobre la vida, la muerte, los miedos, los fantasmas, la soberanía y la resolución de conflictos.
APU: Sobre el aspecto de la memoria en Malvinas ¿Creés que todavía falta mucho por escribirse?
O.L.: El tema de la memoria es controvertido porque hay una cuestión que tiene que estar atravesada por lo ideológico, hay algo complejo de resolver, si podemos ponernos de acuerdo sobre qué pasó en Malvinas. Es complejo porque, por un lado, es una guerra antiimperialista, llevada adelante por la dictadura más sangrienta como una fuerza de ocupación del Estado con muchísima adhesión del pueblo argentino. En todos los pueblos argentinos hay una referencia a Malvinas, las Malvinas Argentinas. Con lo cual, es una guerra justa en un momento histórico muy complicado, en una dictadura que había secuestrado, que era una fuerza de ocupación. No era un proceso democrático. Creo que ahí la guerra queda de algún modo como el final de la dictadura. Genera condiciones para que la democracia vuelva a tener lugar en Argentina más allá de todas las luchas de los derechos humanos y los organismos que venían empujando en ese sentido y el pueblo argentino, porque dos días antes de que se declarara la guerra también hubo una movilización de los gremios que ya empezaban a reclamar otro tipo de apertura y venían reclamando paz, pan y justicia, justicia social. Los militares no entregan del todo Malvinas, se siguen reivindicando a partir de Malvinas, cosa que no pueden hacer en relación a la dictadura pero sí las islas, porque saben que ha calado y que sigue calando en el pueblo argentino. Hay una controversia en relación a qué vamos a memorizar, finalmente, sobre esa guerra. La gesta del pueblo argentino o un manotazo de ahogado de las Fuerzas Armadas para perpetuarse en el poder. Creo que la causa Malvinas no empezó en el 82, todos sabemos que empezó muchísimo antes, hay que ubicar ahí. Hay una memoria histórica, hay algo en relación a la soberanía que hay que seguir pensando todo el tiempo, como una memoria activa en relación a las islas, pero en relación a la fuerza de ocupación que implica el Imperio Británico en el Atlántico Sur. Memoria es la guerra, pero la fuerza de ocupación sigue teniendo efectos en la economía argentina, en la independencia y en la soberanía. Se discutió mucho sobre la dictadura, se la juzgó, pero sobre la guerra no hubo un intercambio. Los 2 de abril, se desfila o se hace un acto, se dicen palabras que todos sabemos de la reivindicación de las Malvinas como Argentina, pero no se profundiza en esa temática. Hay como una necesidad de saber qué pasó en esa guerra finalmente.
APU: Durante la guerra, un sector de la izquierda tomó una actitud de apoyo. Referentes como Abelardo Ramos, el Partido Obrero, los montoneros desde el exilio…
O.L.: No dejaba de ser una guerra antiimperialista, anticolonial y una causa del pueblo argentino. El tema es que teníamos el enemigo adentro, entonces estábamos combatiendo con una fuerza de ocupación, que estaba usurpando el Estado argentino y que, de algún modo, esa fuerza de ocupación es la que estaba llevando la guerra anticolonial cuando habían hecho negocios durante toda la dictadura con el Imperio, tanto de Estados Unidos como con Inglaterra. Hay algo ahí medio complejo de desentrañar, que es la causa por un lado y las buenas intenciones del pueblo argentino en relación a la recuperación de las islas. La otra cuestión es el uso político que se hizo y se sigue haciendo de Malvinas y de la guerra, porque sigue siendo usado políticamente por la derecha. Sin embargo, cuando gobernó la derecha hace cuatro años, Macri pactó con los ingleses libre comercio. Hay una diferencia entre los liberales y la derecha más dura. Es algo que, evidentemente, la derecha no tiene resuelto. Cómo pararse frente al imperio en ese sentido, nos hacemos los boludos o bueno, vamos a seguir reivindicando y presionando en los estamentos internacionales para que, finalmente, eso encuentre un cauce.
APU: Una nueva derecha, que surgió hace unos años, vuelve a poner el tema de Malvinas como mascarón de proa, como hacía Aldo Rico, se apropian de la causa ¿Se podrá modificar esa situación?
O.L.: Lo que hay que decir es que hay una derrota en el campo militar. Como soldado no tengo la claridad que puede tener un teniente coronel, un general de cómo se desarrollaron las actividades. Pero lo que sé, como colimba que fui, es que había una enorme desorganización, que había tremendas tensiones entre las fuerzas, y que yo como soldado, nunca supe si hubo o no una estrategia militar que permitiese pensar que esa guerra tenía alguna posibilidad de ser ganada. Fuimos una fuerza de ocupación. Quizás en esa recuperación la vía más adecuada hubiera sido plantar una bandera blanca y llegar a alguna negociación por nosotros en Malvinas, cosa que no se produjo. No se pudo ganar en el campo diplomático y en el campo militar hubo una derrota. Esa derrota fue la que terminó con la dictadura porque fue lo que produjo la decepción del pueblo argentino, sino estaríamos hablando de otra historia.
“Hay una controversia en relación a qué vamos a memorizar, finalmente, sobre esa guerra. La gesta del pueblo argentino o un manotazo de ahogado de las Fuerzas Armadas para perpetuarse en el poder”.
APU: El mismo informe Rattenbach es muy duro con la oficialidad, en ese sentido.
O.L.: Absolutamente porque eran tropas que no estaban preparadas. El momento elegido, quizás, no fue el más adecuado: el inicio del otoño, nosotros volvimos en junio que ya hacía frío. Además, los ingleses estaban mucho más acostumbrados al frío. Y después, qué hacer con los kelpers, qué hacer con los colonos, no hubo una previa organización. No se sabía de qué esquema formaban parte los colonos. Los kelpers, que me parece que es un nombre despectivo, no quiero ser despectivo pero eran los que nos atacaban en las noches, tenían armas y directamente nos tiraban. Nosotros no hemos dormido muchas noches porque, justamente en la oscuridad, te tiraban, teníamos que estar alerta todo el tiempo. Son cosas que no se resolvieron y tampoco sé cómo se resolverían porque yo no hice ninguna carrera militar, hice un año de colimba. Tuve dos meses de instrucción en Punta Indio, me destinaron a un edificio cívico militar, ahí estuve enero, febrero y marzo, y el 2 de abril me mandaron a Malvinas. Hacía cinco meses que había entrado en eso, había tirado tres tiros a una silueta a 100 metros de distancia, no tenía ninguna preparación y sigo sin tener ninguna preparación. Lo que sé, lo sé por lo que atravesé como experiencia.
APU: Sobre el informe Rattenbach, te pregunto dos cosas ¿Cómo fue la alimentación de los soldados? ¿Cuál fue la relación de ustedes con los kelpers?
O.L.: No sé cómo se alimentan otras tropas en otros lugares del mundo, sí me parece que nuestra alimentación fue deficitaria. Mi recorrido ha sido en un barco donde hacíamos toda la parte logística hasta que se cortó eso porque quedamos cada vez más aislados en la isla. Desembarcamos como pudimos en Puerto Argentino. Hicimos como una base en el Apostadero Naval y hasta ahí la alimentación era adecuada en términos de lo que se puede esperar en una guerra. Después, en el frente, que nosotros fuimos a la península Campbell, el alimento era muy deficitario. En mi caso, bajé 20 kilos en Malvinas. En relación a los kelpers, nuestra oficialidad tenía diálogo porque, como estábamos en Puerto Argentino, había como un diálogo. Yo tenía un trato bastante distante, había algunos compañeros que sabían inglés y se comunicaban con ellos.
APU: ¿Cómo ves las políticas que se reflejaron después, en relación a la guerra, durante la democracia?
O.L.: Los militares, a los soldados en particular, nos metieron debajo de una alfombra, nos querían dejar en cuarentena. No querían que se hable del tema, hubo un silenciamiento y el gobierno de Alfonsín, evidentemente, no quiso avanzar en develar. Quizás por lo reciente de la situación, quizás porque se creó la CONADEP y el juicio fue a la Junta directamente. Hubo un avance por ese lado de la democracia. Muchos compañeros salían a vender estampitas, cosas de Malvinas por los colectivos, los trenes, era muy frecuente ver a los veteranos de guerra en esa posición, casi como pibes de la calle dando vueltas por la ciudad o por la provincia, tratando de sobrevivir.
Después hubo un período que es el menemato, el neoliberalismo en la Argentina, que de algún modo tuvo concesiones con Estados Unidos y con Inglaterra. Pero sí hay una primera reivindicación, que es un reconocimiento y una pensión mínima.
Me parece que quien pone en escena, trae el tema Malvinas y su reivindicación, es Néstor Kirchner. Es el que lleva la pensión a un grado militar, una pensión vitalicia como veterano de guerra que les permite a todos entrar en un esquema distinto, socioeconómicamente hablando. De algún modo lo pone en valor, hay un reconocimiento del Estado y un agradecimiento. Ponen en valor lo que fue ser soldado, ser colimba e ir en esa condición a la guerra de Malvinas. Me parece que ahí hubo un viraje en la política que no son palabras, la política no son palabras, son gestos y hechos.