Better Call Saul: el largo camino a la redención
Un viaje de catorce años llegó a su fin. Después del estreno de Breaking Bad en 2008, la serie que se volvió un éxito rotundo y se hizo un lugar en la historia de la industria, llegó el turno de su spinoff: Better Call Saul. En teoría, los spinoffs son una forma de contar nuevas historias, explorar distintos ángulos o épocas dentro de un universo cuya historia “principal” finalizó. En la práctica, permiten seguir explotando un producto que fue exitoso y que las cadenas no están dispuestas a abandonar. Estas dos descripciones no son excluyentes, siempre hay una búsqueda de un rédito económico detrás de cualquier producción, y esto no implica que las historias que cuenten no puedan ser de calidad. Sin embargo, rara vez el producto derivado suele estar a la altura del original. Son todavía muchos menos los casos donde el spinoff de un producto supera al original, y por eso Better Call Saul es tan especial.
Enfocada en el carismático abogado de Walter White, Saul Goodman (Bob Odenkirk), la serie se proponía a explorar un personaje secundario de Breaking Bad que supo ganarse el cariño de la gente. Fue así como pasó de tener un lugar de invitado con tres apariciones pactadas a ser recurrente y, finalmente, llegó a tener su propia tira. Better Call Saul nos invitaba a volver al universo de Breaking Bad, a reencontrarnos con personajes como Mike o Gus Fring, a conocer otros nuevos como Kim o Nacho, pero su punto fuerte era la promesa de conocer la historia del personaje interpretado por Odenkirk.
Así como Breaking Bad relataba el descenso al infierno de Walter White, un profesor como cualquiera que se convierte en la cabeza de un imperio de la droga, Better Call Saul contaría la historia de como un joven abogado de Albuquerque termina siendo el representante inescrupuloso de los criminales de la zona. Sus primeras temporadas se parecían más a un drama de abogados, enfocándose en casos, clientes y funcionamiento del aparato judicial. Lejos de los carteles, el tráfico de drogas y los momentos de tensión que caracterizaron a Breaking Bad, Better Call Saul tuvo para muchos un comienzo lento. Pero seis temporadas después, con el producto terminado, se ve con claridad como ese ritmo fue creciendo a medida que Jimmy se hundía más y más en la oscuridad.
Superando expectativas
La experiencia de Breaking Bad les permitió a Vince Gilligan y Peter Gould pulir su técnica y entregar un producto incluso mejor, con un trabajo impresionante sobre la imagen, los diálogos, el desarrollo de la trama y la construcción de los personajes. En Better Call Saul no sobra ni una coma, todo tiene un sentido y está calculado milimétricamente. Además, como ya había pasado con su predecesora, la serie no tiene miedo de desafiar el ritmo frenético que proponen las plataformas. Con total confianza en su trabajo, el rumbo trazado y hacia dónde se dirigen, Better Call Saul se toma su tiempo para desarrollar cada pieza de su rompecabezas, logrando así momentos de mayor tensión en su trama.
El esperado final de la serie llegó esta semana y coronó un universo construido a lo largo de 14 años en uno de los proyectos más ambiciosos— y exitosos— de la industria. Better Call Saul pasará a la historia como una de esas series que definen generaciones, como lo hicieron The Sopranos, Mad Men, The Wire y Breaking Bad, entre no tantas otras.
En el desenlace— y gracias a un uso excepcional de los flashbacks— pudimos apreciar la construcción del personaje de Saul. Desde el joven con inclinación por los atajos y trampas al borde la ley; pasando por el hombre que quiere ganarse su lugar y el respeto de sus colegas, especialmente de su hermano, respetando las normas; hasta el abogado amigo del cartel que deja de lado una idea de prestigio y honor por la plata fácil y los contactos con el bajo mundo, donde no tiene que rogar por el respeto de nadie. Sólo al final queda claro que Saul siempre estuvo en el centro de la historia, fue el que hizo posible el imperio de la droga de Walter White y el que se salió con la suya después de que todo saliera a la luz.
Nunca es tarde (spoilers del final a partir de este punto)
El Saul que conocimos en Breaking Bad no se hace de un día para el otro. Fue un proceso para el cuál debió matar a Jimmy McGill, ese joven abogado que quería el respeto de su hermano y ganarse un lugar como un abogado “serio y honrado” para convertirse en otra persona, una que podría darle otro tipo de respeto, además de mucho dinero. Si bien hacia el final quedaba claro que su relación con Kim lo empujaba a ir siempre un poco más allá, el quiebre de esa relación también quitó el freno que hacía que ese proceso se diera de forma escalonada. En soledad, Jimmy se entregó por completo a Saul y se convirtió en el abogado inescrupuloso de los criminales. Y como no podía ser de otra manera, es una conversación con Kim, ya en el exilio, después de haberse salido con la suya por todos sus crímenes, lo que lo devuelve a esa vida de estafas. Pero forzó demasiado su suerte buscando reconectar con un pasado que ya no existía, una vida que ya no tenía sentido sin ella.
Al ser capturado, Saul debería enfrentarse a las consecuencias de sus actos, pero sus habilidades como manipulador— que lo habían llevado tan lejos— lo salvarían una vez más, poniendo de manifiesto de paso lo corrupto de todo el sistema. De una sentencia de perpetua más casi 200 años, Saul logra un acuerdo por sólo siete, algo totalmente insólito, reconocido incluso por la jueza que no puede creerlo cuando lo lee. Pero el saber que Kim se había entregado a la justicia y confesado todos sus crímenes, en busca de alguna clase de redención, de poder siquiera empezar a perdonarse a sí misma y tener una segunda oportunidad, empujan a Saul a seguir sus pasos. Si antes ellos sacaban lo peor el uno del otro, esta vez fue Kim haciendo lo correcto lo que lo que le permite pensar a nuestro protagonista que todavía no es tarde para él. Al final, como si se tratara de dos personas distintas, Jimmy recupera el control y se deshace de Saul al confesar todos sus crímenes y el lugar central que ocupaba en la organización criminal de Walter.
Encerrado con una condena de 86 años, Jimmy da el primer paso para poder estar en paz consigo mismo, poder empezar a respetarse y esperar el respeto de otros. Sólo gracias a que rompe el ciclo de manipulación por medio del cuál jamás tuvo que enfrentar consecuencias en su vida puede empezar a cambiar, no importa cuánto tiempo haya pasado o que cosas haya hecho. Prueba de ello es que, a pesar de todo, se reencuentra con Kim en la cárcel. Ahora ya no se hacen daño ni a las personas a su alrededor, ambos están en un proceso de reencuentro con las personas que alguna vez fueron, que alguna vez quisieron ser, transitando la rendición de cuentas por las decisiones que tomaron y los errores que cometieron, pero no lo hacen solos. Si Saul tuvo que exiliarse, dejar todo atrás y adoptar una nueva identidad para salirse con la suya y Kim no se sentía digna de ejercer la profesión que la apasionaba, ahora podían reencontrarse en un lugar de empatía y respeto por el otro. Tendrán que afrontar las consecuencias por lo que hicieron, pero a cambio recuperaron algo de lo que tenían.
En una clave similar al final de Bojack Horseman, otro antiheroe que escapó por demasiado tiempo a las consecuencias de sus actos, parece un tema común en la industria que enfrentar los resultados de las decisiones que tomamos son el primer paso para crecer y mejorar, romper nuestros patrones y, con suerte, no volver a cometer los mismos errores. Con todo, podemos decir que Better Call Saul no sólo tuvo un final brillante, sino que tuvo el final más feliz que podía tener. A diferencia de Breaking Bad, con uno poco optimista, éste es un final agridulce, que nos muestra a un Jimmy encaminado y esperanzado, que pudo reconectar con Kim, mientras que ella pudo volver a ayudar a través de la abogacía, que siempre fue su pasión. Si tanto el título como la historia de Breaking Bad hacen referencia a como alguien “se vuelve malo”, con Better Call Saul completamos ese círculo y damos toda la vuelta, para reencontrarnos con Jimmy al final de la serie, una oportunidad de redención que le tomó demasiado tiempo, pero que otros personajes como Walter nunca eligieron.