El problema irresoluble de la democracia estadounidense made in Netflix
Por Manuela Bares Peralta
“¿Por qué el derecho a votar todavía es una lucha en EE.UU.?” Ese es el cuestionamiento inaugural que llegó para quedarse. Posiblemente, el porqué sea material de debate de largas discusiones de sobremesa, empujadas por la recta final de las elecciones presidenciales. Los exabruptos de Trump y la irrupción de fake news parecen un sinónimo de la democracia estadounidense, pero para comprender realmente cómo opera este fenómeno hay que indagar en algunas palabras clave como caucus, convenciones, voto ausente, por correo y electrónico. De ese recorrido se trata esta serie.
En 1776, 56 hombres firmaron un documento que alegaba algo radical: todos los hombres fueron creados iguales. Ese fue el karma y el valor del que se apropió la democracia estadounidense, aunque esa igualdad nunca llegó, por lo menos no en partes iguales. El derecho al voto es una conquista en permanente contracción y expansión: desde la inhabilitación hasta la supresión de votantes. Si las demandas del electorado cambiaron, también lo hicieron los obstáculos para acceder a él.
Las elecciones presidenciales son un espectáculo en sí mismo, una superproducción televisiva no apta para todo público, donde, al igual que los Estados que redactaron y firmaron la Declaración de Independencia, votar es un privilegio reservado para una pequeña parte del país. En pocas palabras: el poder del voto propone una breve introducción sobre algunas de las principales cuestiones que atraviesan a la democracia estadounidense y, principalmente, a su sistema electoral.
Estados Unidos tiene una de las democracias más antiguas, pero también más desiguales. Su sistema electoral parece anclado en burocracias irreproducibles; ser estadounidense y querer votar es lo más cercano a una travesía. Ese sistema caracterizado por su complejidad edificó un fenómeno en sí mismo: las elecciones de las que todos hablan, pero donde pocos participan.
La democracia en la que los candidatos pueden ganar por el voto popular, pero perder las elecciones, tal como le sucedió a Al Gore en el año 2000. Esa es una de las características que forma parte de la larga lista de grises del sistema indirecto. Los Estados imponen sus propias reglas, la época de la participación tercerizada encontró su territorio de disputa en Estados Unidos. Esos problemas están, existen; y Netflix los pudo graficar, en pocas palabras.