Las redes sociales, entre el dilema y la salvación
Por Manuela Bares Peralta
El dilema de las redes sociales es un híbrido que no termina de convertirse en documental, pero tampoco en una ficción. Resulta una mezcla entre Nada es Privado, Brexit: the uncivil war y Posverdad: Desinformación y el costo de las Fake News. La trama es tan ambiciosa como su propio título. La disyuntiva que se abre a partir del consumo masivo de redes sociales es tan amplia como inabarcable, pero este documental de Netflix abre algunas puertas de la mano de los testimonios de expertos y ex directivos de Facebook, Instagram, Twitter y Google.
El escándalo de Cambridge Analítica, el uso de la big data en procesos electorales y la utilización de información privada continúa siendo una granada activa de la era digital. Sin dudas, el fenómeno coyuntural de la pandemia nos pone en estado de alerta; todos nuestros consumos, deseos, intereses y miedos habitan un mismo lugar: las redes sociales.
La sensación de inseguridad crece, se viraliza. Sentís miedo, tus amigos también (hace días que lo repiten en el grupo de Whatsapp), la conductora del canal de noticias anuncia que otra gente siente lo mismo que vos. Ya no necesitás contrastar ese miedo con ninguna estadística, sabes que la mayoría lo siente y con eso te basta. Somos consumidores, ya no elegimos qué ver ni qué sentir, internet lo hace por nosotros.
Frente a un mundo cada vez más globalizado, el avance de las tecnologías y la irrupción de nuevos canales de comunicación virtuales ponen el pie en el acelerador de nuestros deseos y temores. Ya no son anónimos, pertenecen a millones de usuarios, se convierten en trendig topic y se alinean detrás de un mismo hashtag.
El nuevo documental de Netflix es efectivo, se convierte en una alarma. También es una invitación urgente a repensar nuestros consumos o, por lo menos, a debatirlos. Es una muestra (casi de laboratorio) sobre cómo operan sobre nosotros las redes sociales, nuestra necesidad de conectar, ya no a través del contacto con el otro, sino a través de canales virtuales y dispositivos móviles.
Quizás vale la pena, en épocas de tanta dependencia de la virtualidad, poner en tensión el lazo que nos une con los canales que elegimos para conectar con el mundo exterior. Quizás es necesario cuestionar si lo que buscamos en internet es una decisión que todavía nos pertenece.