The newsroom: un periodismo televisado que recupere la profesión
Por Diego Moneta
Hace seis años terminaba The newsroom, una de las grandes series de Aaron Sorkin. Con algunos otros títulos previos y posteriores en la temática, sería positivo que a gran parte del periodismo de nuestro país le llegue un golpe de realidad, ética y profesionalidad, tal como le ocurre al personaje principal de la tira.
Sorkin creció relacionado al mundo del teatro y comenzó su carrera como dramaturgo. Durante los 90 escribió varios guiones para películas y antes de finalizar la década incursionó en televisión. Su salto a la fama se daría a partir de The west wing, producción con más premios Emmy ganados en una sola temporada hasta ese entonces.
En 2012, poco después de ganar el Oscar por Red social, de la mano de HBO se estrenaba The newsroom. Sorkin observó durante años varios programas de noticias por cable para armar el guion. En los dos años subsiguientes llegaron las otras dos temporadas. La serie venía a completar la trilogía televisiva del guionista, junto a Sports night (1998-2000) y Studio 60 on the Sunset Strip (2006). Los últimos años incursionó como director, siendo El juicio de los 7 de Chicago su obra más reciente.
The newsroom narra la historia de un equipo que se encarga de los informativos de un programa de televisión de la cadena ACN. El protagonista principal, Will McAvoy (Jeff Daniels) es el presentador estrella. Durante un debate universitario al que fue invitado le preguntan por qué Estados Unidos es el mejor país del mundo. McAvoy reacciona y se da cuenta de la capacidad para generar opiniones que tiene el periodismo.
A la vuelta de sus vacaciones, muchos de sus compañeros han pedido el traslado y el director del medio, Charlie Skinner (Sam Waterston), decide renovar la composición del equipo. La nueva productora ejecutiva es Mackenzie McHale (Emily Mortimer), ex novia de Will, quien junto a su colega Jim Harper (John Gallagher) se ha curtido en el periodismo de guerra. El principal objetivo, acordado por todas las partes, es cambiar el enfoque complaciente para ofrecer el mejor tratamiento informativo posible.
De esa manera, a lo largo de 25 episodios divididos en tres entregas, Sorkin pone en escena distintos tipos de problemáticas a través de la cobertura de hechos reales (por ejemplo, la Primavera Arabe o el ascenso del Tea Party en el Partido Republicano), de la manera que mejor lo sabe hacer: con diálogos. La palabra siempre tiene un peso determinante y está cargada de sentido, desde frases y monólogos hasta largas conversaciones, lo que ya es una seña de identidad del guionista.
Está claro que elige este tipo de ambientes por su interés por la profesión y su búsqueda de quijotes, en este caso representado por McAvoy. Durante la trama, se abordarán temas como la confidencialidad de la fuente, el estilo y criterio periodístico o la presión de los tiempos. A Sorkin lo cautiva el tratamiento informativo, siendo tan devoto como crítico de su patria, e imagina un equipo con diálogo horizontal y defensor de la ética, la veracidad y la calidad periodística.
El desarrollo de los personajes y la forma de relacionarse también tienen su sello. Nos encontramos con un elenco elaborado, con discursos de peso, en el que cada parte tiene sus grises, valores y sentimientos. Muestra de ello es la disputa entre Charlie y los accionistas de ACN, Leona y Reese Lansing (Jane Fonda y Chris Messina), para respaldar un proyecto periodístico que los deje orgullosamente exhaustos, más allá de la rentabilidad del negocio. También tenemos a Neal Sampat (Dev Patel) como representante de las nuevas generaciones que pueden ser reporteros más allá de lo digital.
Por otro lado, los papeles femeninos siempre fueron un elemento que pocas veces terminaba de convencer en las producciones de Sorkin. En este caso cargan con mucha más potencia y profundidad. Además de Mackenzie, debemos incluir a Sloan Sabbith (Olivia Munn), desmintiendo estereotipos acerca de la mujer en televisión, y a Maggie Jordan (Alison Pill), productora en ascenso que lidia con sus inseguridades y con su relación con Don Keefer (Thomas Sadoski), también productor.
Aaron Sorkin nos demuestra una y otra vez que es un idealista, un romántico de los guiones. También demuestra las razones de lo imperiosas que son sus series, más en el caso de The newsroom. Rodada a cámara en mano, tan bien interpretada y realizada a la perfección. Por sobre todo, es otro ejemplo de un periodismo crítico del periodismo, tal como lo fue Spotlight en su momento, en lugar de las operaciones de prensa y de los festejos por el minuto a minuto del rating a los que estamos acostumbrados.