Annette Hug: de viajes, traducciones y novelas de ciencia ficción

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    Annette Hug
    Foto: Florian Bachmann
EL OTRO MAPA

Annette Hug: de viajes, traducciones y novelas de ciencia ficción

29 Septiembre 2024

Annette Hug publicó en alemán las novelas Tiefenlager (2021) y Wilhelm Tell in Manila (2016). Su experiencia en Filipinas, a comienzos de los años 90, marcó para siempre su escritura. Formó parte de grupos de estudios feministas y fue elegida para realizar residencias artísticas en China y Corea. Actualmente, prepara las traducciones del tagalo al alemán de varios libros, que se presentarán en el marco de la Feria del Libro de Frankfurt 2025, feria que tiene a Filipinas como invitado de honor.

Agencia Paco Urondo: Entiendo que dos experiencias influyeron mucho tu escritura. La primera es tu residencia en Manila, durante tres años, cuando eras muy joven. De hecho, uno de tus libros se llama Guillermo Tell en Manila.

Annette Hug: Si lo pienso en retrospectiva, resulta importante haber ido allá mientras estudiaba. Formamos un grupo feminista en la Universidad de Zúrich, que luchaba por tener una profesora de historia en un ambiente en el que sólo enseñaban hombres. Era tedioso. Cuando representé a un grupo político en una Conferencia de Mujeres en Manila en 1991, me di cuenta de que la Universidad de las Filipinas acababa de abrir un programa de maestría sobre Mujeres y Estudios de Desarrollo. Y me quedé allá.

Nuestrxs profesorxs en Quezon City (Metro Manila) habían sido activistas en el movimiento clandestino contra la dictadura de Marcos. Querían reinventar el feminismo basado en la situación de campesinas y mujeres rurales en un país como Filipinas. Todo tenía un espíritu pionero. Esa es la explicación política de por qué me fui allá. Otra importante fue el hecho de haberme enamorado en esa conferencia.

Pero vos nombraste mi libro Guillermo Tell en Manila. Escribí ese libro muchos años después de volver a Suiza, y se publicó en 2016. Hice un intento por escribir sobre mi experiencia en Filipinas, pero fracasé. Parecía imposible evitar las trampas de la narrativas coloniales, muy aburridas: una mujer joven y blanca se sumerge en el mundo salvaje y experimenta su verdadero yo. O algo así. Al hecho de ser estudiante en grupos feministas filipinos resultaba imposible que se le agregara otra narrativa, esta vez la del viaje.

En 2012, investigué y encontré en la biblioteca universitaria de Suiza la traducción de José Rizal al tagalo de la obra de Friedrich Schiller, “Guillermo Tell”, de 1886. A partir de ahí, empecé a estudiar la lengua de nuevo (mi tagalo era sólo para conversar). Trabajar en esta “apropiación” del mito fundacional de la nación suiza hecha por el autor y revolucionario de Filipinas, José Rizal, es lo que me permitió explorar el imaginario terrenal entre estos países. Y quedé encantada con la traducción como práctica creativa.

APU: Además del viaje en la década del 90, qué más podés contarnos sobre tus traducciones de autores de Filipinas.

A.H.: En 2015, Indonesia fue el invitado a la Feria del Libro de Frankfurt. Pensé que esa era mi oportunidad. Entonces preparé algunas traducciones de novelistas contemporáneos y armé algunos proyectos, anduve por la feria y le escribí a los editores. No tuve ninguna respuesta. Nunca supe qué pasó. Con amigos de los círculos literarios de la Universidad de Filipinas, lanzamos un proyecto de traducciones caseras, yo traduje algunos poemas de Luna Sicat Cleto y les encontré editor, un amigo, en Suiza, que los publicó en abril de 2024.

En 2025, Filipinas será el invitado de honor de la Feria de Frankfurt y hoy la situación ha cambiado completamente. De hecho, ahora dejé de escribir mis propios proyectos y estoy traduciendo tres libros para el año próximo. Uno de esos libros es una novela de Lualhati Bautista, una novelista que era la ídola de mi grupo en la universidad a comienzo de los 90s. Murió en los años de Covid, desafortunadamente. Que se publique en alemán esta novela, Dekada 70, es, para mí, como cerrar una especie de ciclo.

Además, traducir Aswanglaut, de Allan N. Derain (2021), una historia fantástica sobre una chica muy joven en los primeros tiempos de la Colonia que se convierte en cocodrilo por defensa propia, es todo un desafío que implica inventar frases en alemán que me transportan hacia un futuro que desconozco.

“Escribir literatura ayuda a mantener la imaginación individual lo suficientemente viva como para nutrir la inteligencia colectiva”.

APU: La segunda de las experiencias en las que pensaba se relaciona con tu militancia. De hecho, el voto de la mujer en Suiza se da recién en 1971 ¿Cómo se relaciona este activismo con tu escritura, sabiendo que además participaste en cuadros del movimiento obrero?

A.H.: Fue una relación difícil. Mientras trabajé como coordinadora del sindicato, pensaba que la literatura realista, con un mensaje político obvio, era muy aburrida de verdad. Necesitaba reactualizar mi cerebro con lenguaje experimental para escapar de la jerga y de las estrofas de las charlas y los panfletos de la militancia. Para la acción política, creo en el pensamiento colectivo, en los debates porque aparecen ideas inesperadas. Con suerte, leer y escribir literatura ayuda a mantener la imaginación individual lo suficientemente viva como para nutrir la inteligencia colectiva.

APU: Tus libros tienen protagonistas mujeres, entiendo que en una de tus últimas novelas ella practica artes marciales y toda la propuesta es de ciencia ficción. ¿Qué podés decirnos sobre este libro y la construcción de personajes mujeres?

A.H.: Bueno, de hecho, en Guillermo Tell en Manila apenas hay mujeres. Hasta podrías decir que es un “libro de hombres”. Pero en Tiefenlager  (El gran entierro), la relación intercontinental entre dos mujeres es el centro de la trama. Y su amor por las viejas películas de Kung-Fu.

Fue divertido abordar el tema de los desechos nucleares en el futuro a partir de un grupo de luchadores inspirados por Jackie Chan, en vez de las viejas versiones intelectuales de la sabiduría china. Estos grupos dan la impresión de que han discutido de verdad. ¿Cómo solucionar el problema de que los residuos nucleares van a seguir siendo peligrosos durante los próximos 100 000 años? ¿Cómo informar a las generaciones futuras o a las especies futuras? Bueno, algunos dicen que puede haber una orden científica, una especie de monasterio de expertos que dedican su vida a la labor de transmitir el conocimiento necesario. Mis protagonistas están fundando esa Orden. Y se narran entre ellos mismos historias de ciencia ficción sobre los retos del futuro. Mi desafío personal fue inventar, al menos, un futuro utópico.

APU: ¿Qué autores y autoras de la literatura universal reivindicás y por qué?

A.H.: Édouard Glissant siempre ha sido una gran inspiración para mí, tanto sus ensayos como sus novelas. En Francia, encontré una enorme red de gente que discute sus ideas surgidas de la violencia y de las invenciones de la vida caribeña en Martinica. Estas ideas me permitieron crear lazos literarios entre la economía de la Suiza globalizada y las experiencias de los amigos en Filipinas o China.

Cada otoño, espero el nuevo libro de Hélène Cixous y espero que ella siga escribiendo en todos los años que vienen. En Manila, hablé un montón sobre Roberto Bolaño con Allan N. Derain y otros escritores. Ahí escuché nombrar a Ricardo Piglia, que me invitó a mirar una Buenos Aires imaginaria con ojos nuevos.

Son escritores que concibo en la línea de James Joyce, de los que no puedo deshacerme. En la antigua Alemania del este, existió una novelista formidable, Irmtraud Morgner, que trabajó la novela con una fuerza similar. Ella es mi heroína total. Cuando me enfermo, encuentro refugio en Virginia Woolf. Este verano, empecé a leer los ensayos y novelas de Felwin Sarr. Su Afrotopia me dio esperanza en una época en la que podía emborracharme de desesperación todas las noches.

APU: Por último, en qué estás trabajando ahora.

A.H.: Traducir, traducir, traducir.

“Fue divertido abordar el tema de los desechos nucleares en el futuro a partir de un grupo de luchadores inspirados por Jackie Chan”.

 

Guillermo Tell en Manila (párrafo del inglés)

Cuando Rizal traduce, el bosque se vuelve gubat, el cielo, langit, entonces el monte Makiling se convierte en la vanguardia de una cadena de picos rocosos, los Alpes tagalos se alzan sobre el borde del pacífico. El drama se desencadena en una sola ruta comercial. Su curso va de mar a mar, zigzagueando bajo el pabellón abovedado del bosque lluvioso, hacia los precipicios, entre los líquenes grises. Sus piedras están suavemente gastadas por los cascos; brillan cuando la lluvia cae durante meses enteros. El barro que queda al final se seca y se esparce por ráfagas en el verano.

 

*Entrevista en inglés y traducción: Marina Porcelli

*Este artículo contiene lenguaje inclusivo por decisión de la entrevistada.