Mary Rokonadravu: historias breves de las lenguas del mar
Mary Rokonadravu nació y se crió en Suva, capital de las islas Fiji, y tuvo como lenguas maternas el vosa vakaviti, el indostaní y el patois local. Escribe ficción y no-ficción en inglés. Ganó el Premio Commonwealth de cuento corto (región del Pacífico) en 2015, y volvió a ganarlo en 2022. Sus historias han sido publicadas por Granta, Adda y Synkretic, y antologadas por distintas universidades británicas, norteamericanas y del Pacífico Sur. Obtuvo la residencia de escritura creativa en la Universidad de Iowa en 2023, y ese mismo año, otra en Portland, en el Oregon Institute of Creative Research. Aún no ha sido traducida al español.
Agencia Paco Urondo: Hablemos un poco de tu recorrido. ¿Cómo te convertiste en escritora? Una vez comentaste que el oficio de contar historia te viene de escuchar hablar a la gente de campo, de las narraciones populares, porque te criaste en un ambiente rural.
Mary Rokonadravu: Crecí hablando una lengua indígena de fiji, vosa vakaviti, indostaní y patois local. El inglés es mi cuarta lengua y no lo aprendí hasta que llegué a la escuela. Esto influyó en mi manera de oír, de escuchar, de pensar y de contar historias. Tuve que escribir para “darme un sentido”, para darle un sentido al mundo, a los distintos modos de “pensar” y de “ser” en los lenguajes en los que estaba inmersa. Así que desde el principio tuve que autotraducir lo que pensaba, mi habla y mi escritura. Esa es la verdadera causa, y la más profunda, sobre cómo me convertí en escritora. Escuchar narraciones orales interminables en mi infancia, y luego enfrentarme a una lengua extranjera que me desorientó y me aisló durante años mientras la aprendía. Los sentimientos mezclados de pertenencia se convirtieron en desorientación, retraimiento y vergüenza, además del castigo físico por no hablar inglés en la escuela, todos estos fueron también factores importantes para convertirme en escritora. Tuve que escribir para orientarme. Tuve que escribir para atravesar mi desorientación, encontrar un eje, ganar terreno firme.
APU: Entiendo que la historia de las islas Fiji está totalmente ligada a un proceso colonizador, tanto de Inglaterra como de India. ¿Podrías comentar brevemente cómo estás coordenadas históricas incidieron en la tradición literaria? ¿Qué relatos se construyen, cuáles son los géneros típicos?
M.R.: Fiji fue colonizada por Gran Bretaña de 1874 a 1970. Entre 1879 y 1916, los británicos trajeron de India a más de 60 000 trabajadores contratados para ocuparse de las plantaciones de caña de azúcar. Mis padres recibieron esa herencia. Yo fui adoptada, y recibí las tres líneas, la colonización británica, la que venía de India, y la indígena de Fiji. Crecí en una isla donde los británicos habían administrado las plantaciones, pero cuando nací, ya estaban vacías y abandonadas. Todavía hoy Fiji está construyendo su patrimonio literario. Es un país muy joven en términos de literatura. Tenemos sólo 54 años de independencia política y muchos menos años de producción literaria. Los períodos más amplios abarcan principalmente los escritos de los colonizadores, que incluyen a los misioneros y a los viajeros de paso. Luego, cuando se estableció la Universidad del Pacífico Sur, los autores fueron en su mayoría hombres de ascendencia india. Hay muy pocos escritos hechos por indígenas de Fiji o por mujeres indias. Se compusieron principalmente versos, obras de teatro, cuentos y un grupo de novelas. La mayoría fueron publicados por ediciones de autor o por los departamentos de literatura de las instituciones de las que formaban parte estos escritores. Los temas son la colonización, la pérdida de la cultura, la experiencia del contrato de trabajo, la protesta contra las pruebas nucleares; esas eran sus preocupaciones de época.
“Todavía hoy Fiji está construyendo su patrimonio literario”.
Otra característica de la escritura en Fiji es que resulta esporádica. Los escritos y publicaciones han estado vinculados tradicionalmente a instituciones académicas, pero incluso este vínculo es irregular. Esto no me favorece a mí ni a ningún escritor que no tenga el beneficio de pertenecer a una institución y que entonces su profesión no se encuentre favorecida por las dinámicas itinerantes de crítica, el apoyo colegiado y la publicación cuando los recursos institucionales lo permiten.
Además, las comunidades indígenas de Fiji tienen una enorme cultura oral, la forma escrita no existió hasta que los misioneros introdujeron el alfabeto inglés hace más de un siglo. Tampoco tenemos una población activa que lea o escriba, porque nuestro sistema educativo está diseñado para proporcionar trabajadores que busquen el desarrollo económico nacional. Así, varones de ascendencia india son nuestros primeros escritores, que surgen después del establecimiento de la universidad regional y después de la independencia, con temas como el patriarcado en su modalidad proveniente de India, y la diáspora del contrato laboral que trajo una cultura muy vasta, de una enorme educación formal, con una literatura rica y un lenguaje escrito rico también. Este legado dio impulso para que “las historias de contrato” formaran un comienzo en la literatura de Fiji, y desde una perspectiva masculina.
APU: La Constitución de 2013 estableció el fiyiano como idioma oficial (junto con el inglés, el hindi fiyiano) y actualmente lo hablan más de 600 mil personas. ¿Podrías comentar cómo opera este cruce de lenguas, si las mantenés separadas, y cómo influyen en tu escritura?
M.R.: Hablo sólo por mí porque cada hablante multilingüe que elige escribir en uno o dos idiomas cuenta con una experiencia diferente. Todos los idiomas que conozco han sido absorbidos por mi mente y por mi cuerpo. Saber que el lenguaje es, a la vez, un mundo y una experiencia del mundo en el que vivimos. Para mí, absorber cuatro idiomas y elegir escribir en inglés es lo más cercano a la experiencia sensitiva de lo psicodélico. De hecho, lo llamo así, una “experiencia psicodélica”. Cada idioma y sus etimologías históricas y juegos evolutivos en sintaxis y gramática crean una luz diferente en nuestro ser interior. Cada rayo de luz es un cambio de percepción, un cambio de memoria, un cambio de aquello a lo que prestamos atención, un cambio de humor, una danza rebelde de nuestros procesos cognitivos. No cruzo lenguas ni las separo porque son el tejido mismo sobre el que siento el mundo en movimiento. Elijo experimentarlo todo a la vez.
APU: Numerosas veces te escuché decir que Fiji no cuenta con casas editoras o concursos literarios que permitan la visibilidad de los autores, que las posibilidades de publicación en la isla son muy escasas. ¿Qué estrategias encontraste para poder llevar adelante tu proyecto?
M.R.: Después de 20 años escribiendo y al pensar en las oportunidades de publicar, encontré sólo una estrategia. Entré en un concurso internacional de escritura, que cubre 56 países y cinco regiones del mundo. Gané el Premio Commonwealth de relato breve para la región del Pacífico en 2015 y en 2022. Fui preseleccionada en 2017. Esto ha dado lugar a que me convocaran para residencias creativas y becas de escritura. Como las del año pasado (Iowa y Oregon), ambas en Estados Unidos. También ha dado lugar a publicaciones en revistas y diarios literarios, y a la inclusión de mi trabajo en antologías de editoriales y editoriales universitarias en el extranjero. Esto jugó un papel importante en la difusión de mis escritos y en su inclusión en el plan de estudios y colegios de otros países.
APU: El sexo y la religión son dos tópicos constantes de tu cuentos, además del humor. ¿Podrías hablarnos un poco de cómo funciona este cruce que siempre ligás a cierto tono absurdo?
M.R.: Creo que los tópicos de religión y sexo “se dan” en mis historias, no fueron planeados como tema. Escribo sobre personas que existen en mi país. Siempre son historias que me llegan en forma de imagen visual o de título. Estos personajes viven en un contexto socioeconómico y político específico que tiene que ver con los 96 años de colonización británica y una cultura política de golpes militares durante los últimos 37. El fundamentalismo cristiano y el sexo siguen desempeñando un papel muy importante en nuestra cultura y vida política. Nos gusta llamarnos país cristiano y a lo largo de los años ha habido iniciativas para declarar a Fiji como estado cristiano. Pero seguimos siendo uno de los países más violentos del mundo en lo que respecta a tasas per cápita de violencia contra mujeres y chicos. Este cruce es agudo y extraño.
“Absorber cuatro idiomas y elegir escribir en inglés es lo más cercano a la experiencia sensitiva de lo psicodélico”.
La religión presta mucha atención al sexo y a cómo se lo negocia en la sociedad. Si bien lo aprueba, también lo tergiversa. En el fondo de esto, las mujeres y los niños tienen su destino. Como escritora, no juzgo, pero creo que mis trabajos presentan la realidad “tal como es”. Presento un espejo en el que la sociedad puede mirarse a sí misma. En mi cuento, “The Nightwatch”, por ejemplo, hablo sobre los genitales masculinos y el comercio sexual barato con un lenguaje callejero coloquial. Después de escribir la historia, me di cuenta de cómo estaba invirtiendo la mirada masculina. Siento que no hay inocentes ni villanos en el relato y tampoco hay un personaje central. Volví a leerlo hace un mes y sentí que era simplemente como caminar por una serie de incidentes, un testimonio. No sé qué es y cada lector interactuará con el cuento de manera diferente. Esa es una libertad que nosotros, como escritores de ficción, damos a cada lector. Ahora bien, ¿es una historia de Fiji? Definitivamente sí lo es.
Sólo puedo hablar desde mi experiencia de mi tierra natal aquí. Creo que la forma en que mi país y mi pueblo repiensen y renegocien progresivamente el sexo y la religión se traducirá en cambios de actos como en las estructuras de violencia. Hasta que eso no ocurra tendremos una cultura de hipocresía, violencia y desinterés.
APU: Otro tema de tu escritura es la naturaleza, especialmente la que refiere al mar, a los mitos del mar y el entrecruzamiento con literatura fantástica.
M.R.: La naturaleza es mi primer amor y probablemente fue el primer tema que exploré en mis escritos cuando era chica. Crecí en una finca de cocos en la isla de Koro, en el centro de Fiji. Durante los primeros siete años de mi vida, fui hija única entre un mar de adultos que incluía tres generaciones de familia y trabajadores de la finca. No había televisión y no se había creado internet. Solo estaban las narraciones orales y la radio. También se trataba de un lugar remoto, un barco llegaba desde el continente aproximadamente una vez cada dos meses.
El folclore y la mitología juegan un papel muy central en la cultura de Fiji, y le dan una parte importante sobre el mar y su tradición. Estos son el grueso principal de los nuevos escritos en los que estoy trabajando. El folclore y los mitos incluyen seres y criaturas fantásticas con poderes sobrenaturales, pero bajo la lente cristiana, vale decir, éstos se consideran malvados y, como el tema es serio, es también en gran medida tabú. La mayor parte de los relatos orales los escuché de mi padre y de los trabajadores que también eran amigos cercanos de la familia en mi infancia. Más tarde leí estos cuentos en material de archivo de los escritos de misioneros, administradores colonizadores británicos y plantadores y viajeros europeos. Creo que estas historias, creencias y prácticas abandonadas y el folclore que las acompaña formaron la base de la sociedad de Fiji en el momento de encuentro con los misioneros y los colonos británicos, y así se construyó un depósito importante que armó nuestra propia identidad como nación.
APU: ¿En qué estás trabajando ahora?
M.R.: Estoy trabajando en proyectos que comencé y redacté en Iowa y Oregon. Lo cierto es que he estado escribiendo durante 28 años, pero solo publiqué pocos trabajos. He tenido la suerte de que hayan ganado premios literarios. Actualmente estoy terminando mi primera novela. También estoy cerrando una colección de cuentos y una colección de ensayos. Pero la novela es la prioridad. La desarrollé y la redacté en Iowa y ahora tengo la ventaja de poder abandonarla durante algún tiempo para después revisar el texto con ojos nuevos.
Cuento: Anguilas hambrientas [Comienzo del relato]
Después de cien años, esto es lo que tengo: un daguerrotipo de sus galas matrimoniales; unas pocas historias contadas y recontadas en plantaciones, cocinas, hospitales, salas de aeropuertos. Recuerdos diseminados que se debatían en conversaciones telefónicas carísimas a través de los siglos y de los continentes, entre hombres y mujeres medio dormidos y en pijama. Discusiones sobre las recetas de mango con pickles en correos electrónicos y en mensajes privados de Facebook. Una olla de cobre en el Museo de Fiji. Documentos de Inmigración en los Archivos Nacionales de Fiji.