La diversidad en los medios
Por Eliana Verón
Foto: Lucía Barrera Oro
Hay muchas maneras de pensar y producir contenidos que sean plurales, diversos y libres de estigmas. Existen ejemplos loables de destacar desde el formato gráfico apoyado en una escritura inclusiva que varios portales o diarios utilizan; los contenidos sonoros de programas de radios o los podcast alojados en plataformas digitales; hasta la producción audiovisual de ficción que encontró espacios televisivos para crear y reflexionar sobre la temática. Propuestas que buscan profundizar las tramas sociales, políticas y culturales de una diversidad plena.
Sin embargo, aún es difícil encontrar producciones con enfoques de derechos en el ámbito del discurso hegemónico del mainstream. Lo común es hallar apreciaciones que refuerzan estereotipos estigmatizantes y discriminatorios. Si bien, en algunos casos, hay cuidados a la hora de abordar las temáticas de la comunidad LGBTQ+, continúa vigente una comunicación que responde a ese patrón común propio del sistema patriarcal y del mandato heteronormativo.
A pesar del cambio cultural que se vislumbra con pequeños pasos, subyace en la producción de audiovisual miradas o relatos un tanto alejados de realidad o de las demandas sociales del colectivo. “Hay algunos contenidos de ficción que ayudaron a la visibilidad en lo referido a las disidencias como el caso de los varones trans, por mencionar uno. Ese fue un claro mensaje de la aceptación e inclusión. Porque así como las mujeres y las identidades travestis sufrimos, los varones trans también sufren. Pero no se acerca mucho a la realidad de nuestras vivencias en la preadolescencia cuando corremos con la ingrata suerte de que nos desalojen de nuestros hogares y no somos aceptades por nuestras familias”, sostiene Ivana Gutiérrez, referente de Conurbanes por la Diversidad y del Frente Travesti Trans. “Tampoco la realidad de las mujeres travestis y trans es la de Florencia de la V o la de Lizy Tagliani. Para nosotras ellas viven una realidad paralela a la que nuestro colectivo vivencia todos los días y a cada momento como la violencia sistemática, el no acceso a la educación o a un trabajo formal. Y de eso los medios de comunicación no se hacen eco”, sentenció Gutiérrez, precandidata trans a concejal por el Frente de Todes en Morón.
En este sentido, aún más difícil es dar con coberturas periodísticas que no se apoyen en vocabularios peyorativos, humillantes e irrespetuosos ante los derechos LGBTQ+ conquistados y consagrados en leyes vigentes. Si hay algo que prevalece en el ámbito periodístico hegemónico local es su inclinación a la fiscalización moral de la sociedad, adjudicándose el criterio de decidir cómo nombrar o describir a una persona.
En el periodismo sobran adjetivos que naturalizan prácticas violentas y escasea información que visibiliza las luchas que el movimiento lleva adelante en defensa de sus derechos.
De acuerdo al informe de Monitoreo de Defensoría del Público, de las 17.593 noticias relevadas de los cinco canales de televisión de aire de la ciudad de Buenos Aires, analizadas y monitoreadas durante 2018, por ejemplo, sólo 37 –es decir el 0,2%– hablaron sobre colectivos de lesbianas, gays, bisexuales, trans, queer (LGBTQ+). Lo que demuestra una total marginalidad en las coberturas noticiosas. Sin tomar en cuenta cómo fueron tematizadas en el universo periodístico.
Lograr una comunicación en la que la diversidad de géneros, de sexualidades, de orientaciones y corporalidades pueda ser visible, donde la identidad autopercibida y la privacidad sean respetadas, es el desafío supremo que tienen las producciones periodísticas.
Entonces, ¿Cómo incluir las voces y miradas de la diversidad en los medios? ¿Cómo hacerlo sin estigmatizarlas ni convertirlas en el elemento “curioso” o “excepcional”? ¿Cómo construir una comunicación diversa, inclusiva y plural, que incorpore un enfoque de géneros? Son preguntas que deberíamos hacernos quienes trabajamos, producimos y militamos comunicacionalmente. El reto es construir y proponer otros discursos posibles desde la ficción y la publicidad. Incorporar voces expertas y de organizaciones feministas y colectivas LGBTQ+ como fuentes primarias y necesarias del quehacer periodístico. Visibilizar el trabajo de la diversidad en nuestros medios de comunicación por fuera del tópico de la policialización temática. Y tomar los aportes conceptuales elaborados en sus propios marcos como insumos para la producción mediática.
Las historias diversas deben y pueden ser contadas en los medios desde un enfoque de derechos como la de Vida, la tía trans.