Saharauis, un pueblo olvidado
Texto y fotgrafía por Matías Quirno Costa
Más de 44 años de olvido y abandono. Eso es lo que sufre al día de hoy el pueblo saharaui.
El Sáhara Occidental es un territorio rico en recursos naturales, posee una de las minas de fosfatos más grandes del mundo, además de un enorme banco pesquero, reservas de petróleo, gas, hierro, cobre y uranio, entre otros.
Durante la época de colonización española de la región, el geólogo Alía Medina descubrió gigantescos yacimientos de fosfatos en Bu Craá, cerca de El Aiún, una de las principales ciudades del Sáhara Occidental. Los fosfatos se utilizan para la elaboración de abonos minerales que aumentan el tamaño de las plantas. Por ello, desde la introducción en la agricultura, la producción de ésta se ha multiplicado con lo que satisface mejor las necesidades alimentarias de la humanidad. En los años 60 el mayor importador de fosfato era EEUU y el mayor exportador, Marruecos. Con la aparición del fosfato hispano- saharaui, el equilibrio se alteró.
Fue un 14 de noviembre de 1975, cinco días antes de la muerte del dictador, cuando en Madrid se firmaron los Acuerdos Tripartitos, por los cuales el Reino de España entregaba unilateralmente la administración del Sáhara Occidental a una administración tripartita formada por España, Marruecos y Mauritania. Se consumaba la traición al pueblo saharaui y se abría una de las páginas más negra de la política exterior española.
España tenía obligaciones como metrópolis que según el derecho internacional no cumplió. La actitud de España supuso una traición para el pueblo del Sáhara que hoy sigue sufriendo con la ocupación y el exilio. El 31 de octubre de 1975, regimientos de tanques y blindados del ejército marroquí invadieron el Sáhara Occidental, destruyendo, matando y secuestrando a la población. Desvió la atención de la invasión con la Marcha Verde, que alcanzaba el puesto fronterizo de Tah el 6 de noviembre del 1975.
Esta invasión que aún hoy continúa debido a la permanente ocupación, continúa también con la constante represión, tortura y encarcelamiento de hombres y mujeres saharauis sin que las Naciones Unidas condene esta práctica.
1980: EL MURO DE LA VERGÜENZA
En 1980, Hassan II inició la construcción del llamado Muro del Sahara Occidental, también llamado Muro de la vergüenza, una construcción hecha con arena y piedras, Al Yidar, lo llaman los saharauis, con una extensión superior a los 2.720 kilómetros y una media de tres metros de altura. Una berma. Es una construcción militar con vallas, torres de vigilancia, búnqueres, piezas de artillería, más de cien mil soldados... y millones de minas antipersonales. De hecho, es el campo minado más largo y vulnerable del mundo; más de siete millones de minas. El muro construido en el desierto divide el Sáhara Occidental en dos partes asimétricas; dos tercios, los ricos, donde están las minas de fosfatos de Bucraa, bolsas de petróleo y el banco de pesca, uno de los más importantes del mundo, controlados por el gobierno marroquí; y los llamados Territorios Liberados, un tercio, donde no hay nada de riqueza, salvo arena y piedras, que controla el Frente Polisario. No es casual la forma serpenteante del muro ya que en sus curvas rescata para Marruecos los pozos de agua.
Hasta aquí un poco de historia para comprender como en 2019, tanto en los Territorios Liberados de a República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como en los campamentos de refugiados que albergan a más de 240.000 personas y que están situados en una franja de tierra cedida por Argelia y que linda con los Territorios liberados, se vive o se sobrevive de la manera que lo hace el pueblo saharauis.
La aridez de la tierra nada tiene que ver con lo fértil de los corazones saharauis. Siempre hay lugar, tiempo y algún chai para compartir con quienes desde lejos nos acercamos. Lo hacen con alegría. Muchos de ellos hablan español por lo que nos facilita la comunicación.
Del 19 al 21 de diciembre, el Frente Polisario celebra su Congreso ordinario en la localidad de Tifariti en territorio liberado del Sáhara Occidental con el objetivo de darle un impulso y una dimensión más beligerante a la negociación tutelada por la ONU, que permanece enquistada.
Según explicaron a Efe fuentes saharauis, los cerca de 2.000 delegados reunidos en esta zona del desierto, alejada de los campos de refugiados de Tinduf y próxima al muro de separación del territorio controlado por Marruecos, discutirán un eventual plan para desengancharse de ese diálogo y adoptar una posición más hostil ante la ausencia de frutos.