Ucrania, cinco años después de la guerra civil
Por Martín Massad | Desde Ucrania
Poco más de cinco años han transcurrido desde que en Ucrania se desató el último conflicto bélico interno. El mismo tiene su raíz fundada en gran parte de la historia del país que desde tiempos remotos ha sufrido guerras. El pueblo ucraniano es un pueblo que ha soportado las condiciones que le han sido impuestas por los diferentes imperios a los que ha pertenecido desde sus inicios. Su historia está plagada de invasiones, luchas y sobre todo resistencia. Estás marcas son visibles cuando uno recorre parte del interior del país, sobre todo al alejarse de Kiev, la capital del país que guarda más similitud con una ciudad europea que con el resto del territorio.
El 25 de diciembre de 1991, el entonces presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, renunció a su cargo y de esta manera se dio el fin de la URSS. Desde entonces Ucrania es un país independiente, sin embargo ha encontrado ciertas dificultades internas que han propiciado diferencias, las mismas han desembocado en conflictos que pusieron en vilo al país como sucedió desde finales de 2013 hasta 2014.
Euromaidán, la plaza de la revolución
El 20 de noviembre de 2013, el gobierno de Ucrania había suspendido la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea (UE), esta decisión del presidente Víktor Yanukóvich perteneciente al prorruso Partido de las Regiones provocó que al día siguiente miles de ciudadanos se manifestaran en su contra en Kiev. El pedido de la anexión de Ucrania a la Unión Europea encontró en Kiev su centro neurálgico, donde miles de civiles en pocos días tomaron la plaza de la Independencia en el centro de la ciudad. En sus inicios las protestas fueron comandadas por estudiantes que creían que la anexión de Ucrania al bloque europeo les brindaría mayores posibilidades, en especial el reconocimiento de sus títulos en el resto del continente. Los jóvenes contaron con el apoyo del Partido de las Regiones, primer opositor al oficialismo, al que más tarde se sumaron al pedido de liberación de Rusia otras vertientes políticas como el grupo fascista Pravy Sektor y el partido parlamentario de extrema derecha Svoboda. También fueron participes de la toma de la plaza y de los posteriores enfrentamientos la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, representantes de minorías étnicas (tártaros de Crimea, judíos, georgianos, armenios y otros) y ciudadanos de otros países (de Polonia, Bielorrusia, Georgia, Rusia y otros).
El conflicto que se había desatado a fines de 2013 tuvo su continuidad en 2014. La resistencia de la población que había tomado el centro de la ciudad tuvo momentos de máxima tensión cuando las fuerzas militares desataron sobre ella una formidable represión. Las imágenes de esta contienda quedaron grabadas en el documental “Winter on Fire: Ukraine´s Fight for Freedom” del años 2015. El 22 de febrero los opositores tomaron las riendas del país ante la ausencia de su presidente Viktor Yanukóvich, quien fue acusado de haber huido de Kiev para no ratificar los acuerdos alcanzados con la oposición en vías de una solución pacífica al drama acontecido desde los últimos meses. A la semana el parlamento destituyó mediante un impeachment al presidente y llamó a elecciones para mayo. Entonces en mayo de 2014 Ucrania proclamó como nuevo presidente a Petró Poroshenko, un empresario devenido en político y una de las personas más ricas del país. A los días Rusia reconoció al nuevo mandatario.
Kiev tiene un recuerdo imborrable
Al caminar las calles de Kiev uno siente que está en una ciudad europea, muy distinta a las ciudades del este del país. Grandes paseos de compras y comercios con las primeras marcas dan a la ciudad y sus principales avenidas una fisonomía de primer mundo, de las grandes capitales. La mirada hacia Europa, la misma que fue el inicio del conflicto del 2014 parece haber cumplido su meta. He aquí el por qué el gran apoyo que el Euromaidán y su posterior plebiscito tuvo en la capital del país a diferencia del este o de la península de Crimea.
Todo parece haber quedado saldado en Kiev, sin embargo al llegar a la plaza de la Independencia uno se encuentra con que el pasado tan lejano aún vive allí. Grandes fotos en blanco y negro son las imágenes que quedaron inscriptas como legado de la lucha entre ucranianos. Aquellos con una necesidad de apertura hacia Europa y los otros con la pretensión de seguir vinculados a Rusia, gran socio comercial de Ucrania.
El estar allí, le da a uno la magnitud de lo que sucedió apenas cinco años atrás. Los hechos de una historia muy reciente se descubren caminado la plaza. Los rostros de los muertos, la mayoría de ellos jóvenes, que rodean el lugar permiten a uno pensar si estas muertes no pudieron ser evitadas. Sacar conclusiones acerca del por qué de estos asesinatos necesita de un mayor análisis y de entender los fundamentos de los pros y los contras. Lo que sí es inevitable es reflexionar ante el dolor de un pueblo que lleva en su historia y en su alma el dolor de las guerras. Esa sensación en inocultable para cualquier que visite Ucrania.
Al este de Kiev
Un tren rápido nos llevó desde Kiev hasta Sloviansk, una pequeña ciudad al este de Ucrania que debe su nombre a la producción de sal que durante el siglo XVI supo ser su motor económico. Su nombre original Solevansk “ciudad de sal” fue uno de los puntos más intensos de la guerra civil que se desató en los primeros meses de 2014 entre los separatistas pro rusos y las milicias ucranianas que salieron en defensa para mantener al país unido.
Entonces en las áreas de Donyesk y Lugansk se sucedió una verdadera guerra civil. Las facciones independentistas pro rusas pretendían liberarse del gobierno de Kiev, mientras que el poder central quería tener un país unido fuera de la influencia Rusa. La sucesión de tomas de estamentos públicos por parte de las milicias pro rusas y la contra ofensiva ucraniana convirtieron a la región en un lugar de constante conflicto que perdura hasta hoy. De hecho Donyesk, la ciudad capital del área está actualmente tomada por los rusos que prohíben la entrada a quienes quieran ir ingresar.
Los sucesos descriptos dejaron un saldo de centenares de muertos y heridos. Los bombardeos tuvieron como objetivos la población civil más allá de las posiciones estratégicas que los separatistas tomaron en primera instancia para controlar la situación. Escuelas, ministerios y hasta orfanatos fueron el blanco de los ataques. Víctimas de esta situación muchos personas fueron evacuadas y trasladadas a distintas ciudades cercanas. Sviatohirsk, un pequeño poblado al norte de Donyesk, que recibió en junio de 2014 entre 15 y 20 mil refugiados entre ellos había muchos niños de temprana edad.
Hoy el pueblo goza de una calma comparable a la de uno del interior de nuestro país. Las calles poco transitadas le dan una suerte de siesta eterna. Un puñado de pequeños comercio en la calle principal son el lugar obligado para quien quiera aprovisionarse de comestibles para su estadía. Un par de restaurantes y pocos hoteles conforman el resto de las construcciones de una pequeña aldea que otrora fuera la tierra prometida para aquellos que debían huir de los bombardeos para salvar sus vidas.
La mayoría de los pobladores de Sviatohirsk no parecen estar perturbados por la situación que se vive a unos 200 kilómetros de distancia en la que antes fuera la capital de provincia homónima de Donyesk (hoy en poder de los separatistas pro rusos). El olvido aparente debe ser su mejor forma de sobre llevar sus vidas después de haber abandonado su lugar de origen.
Igor es el dueño de uno de los hoteles de la ciudad. El junto a su familia, esposa e hijo, se mudaron desde Donyesk cuando se desató el conflicto en aquella ciudad. Hoy Igor prefiere no hablar de lo sucedido y llevar una vida sin sobresaltos a pesar de estar lejos de sus padres y de sus afectos. Este hombre de unos 50 años, no tuvo otro camino que tomar la decisión de emigrar hace el pequeño poblado donde hoy tiene su negocio. Su pasado como ingeniero en una mina de carbón se desdibujó con el inicio de la guerra que hoy tiene a la ciudad de su infancia intervenida por las milicias rusas. El caso de Igor es uno de los tantos que se repiten cuando uno trata de entablar una conversación con algún habitante de este pueblo perdido entre las montañas.
Ciudad Esmerada
Es el nombre del orfanato que está en el interior de la zona de bosques en Sviatohirsk. Allí viven niños y niñas que fueron abandonados por sus padres y sus madres o que el estado rescató de situaciones de abandono. Muchos de estos niños y niñas también fueron víctimas del conflicto armado que se dio en las regiones del este de Ucrania. Ellos debieron abandonar sus escuelas y orfanatos cuando los mismos fueron atacados.
Visitar el orfanato da cuenta o mejor dicho permite a uno imaginar las difíciles situaciones que esos niños y niñas debieron a través en sus cortas vidas para poder encontrar un lugar seguro donde establecerse. En sus miradas y en su desconfianza a primera vista uno intuye que a pesar del tiempo y de la contención que han encontrado en “Ciudad Esmeralda” su nueva casa todavía no han podido borrar su pasado reciente. Sus vidas estuvieron en peligro por un conflicto y una guerra que no les pertenece por su momento histórico. Ellos y ellas merecen un fututo mejor que el que han tenido aquellos que dieron su vida por una causa, justa o injusta de acuerdo desde donde se lo mire.