Los plaguicidas y el peligro de las fumigaciones a 10 metros
Por Vanesa Rosales de la Quintana*
El plaguicida más conocido y de mayor uso en Argentina es el Glifosato. Es un herbicida sistémico, no selectivo y de amplio espectro. Actúa inhibiendo competitivamente a la enzima “EPSPS” de plantas y microorganismos, eliminando malezas y plagas. Es el más utilizado en el mundo y el principal producto de la empresa Monsanto.
A lo largo de los años las fumigaciones y los criterios de seguridad de los plaguicidas se basaron en los efectos agudos. Al aplicarse plaguicidas a los cultivos solo se tenían en cuenta las dosis letales, es decir las dosis con las que se puede matar directamente a una persona. Pero los plaguicidas generan un efecto a largo plazo debido a la exposición crónica a bajas dosis de las partículas del producto. Con los años, la exposición a los plaguicidas da lugar a enfermedades endocrinas, alteraciones del desarrollo embrionario y al cáncer.
Los plaguicidas llegan a las personas por medio de los alimentos rociados, las partículas transportadas por el viento y el agua. Persisten en el tiempo, en el ambiente y en las personas. Dentro de nuestro organismo el glifosato produce daño genético en el ADN. El daño cromosómico es considerado una lesión precancerosa. También actúa como un disrruptor endocrino, suplantando las hormonas naturales del cuerpo, bloqueando su acción o elevando sus niveles. Por el efecto símil estrógeno altera los procesos normales de reproducción y desarrollo, es por eso que los efectos se manifiestan con más severidad en el desarrollo embrionario dando malformaciones y abortos. En el hombre está relacionado con cáncer de testículo y próstata, disminución de los niveles de testosterona y de la cantidad de esperma. En la mujer se relaciona con cáncer de mama, ovario y útero. Del glifosato se produce un metabolito ambiental por acción de las bacterias del suelo, llamado AMPA, con mayor capacidad genotoxica.
Se estima que hay 12 millones de personas expuestas habitacionalmente a pesticidas en el país.
El peligro se ha demostrado en cientos de estudios científicos realizados a lo largo de todo el mundo, entre ellos, del año 2011 “La exposición materna y fetal a los plaguicidas asociados a los alimentos modificados genéticamente en los municipios del este de Quebec, Canadá” (Aris A , Leblanc S,) publicado en Elsevier Inc. Del año 2010 “Genotoxicidad del AMPA evaluada por el ensayo cometa y pruebas citogenéticas” (Mañas, F.) publicado en Toxicología Ambiental y Farmacología de Holanda, y del año 2012 “Biomarcadores de daño genético en poblaciones humanas expuestas a plaguicidas” (Aiassa, G.) publicado en Acta Biológica Colombiana.
En nuestro país se utiliza crecientes cantidades de glifosato. La diversidad de productores de glifosato torna cada vez más difícil el control de las composiciones químicas, que pueden variar incluso entre partidas de la misma fábrica y procedencia. Cada plaguicida no es un principio activo solamente. Es una mezcla de principio activo con inertes, coadyuvantes y otros agregados, alguno de ellos tanto o más tóxico que el plaguicida principal. En Argentina la totalidad de la cosecha de soja, maíz y algodón están modificados genéticamente. Las áreas de cultivo de soja abarcan 20 millones de hectáreas y las de maíz transgénico, 5 millones de hectáreas. Los países que compran soja y derivados, a las naciones alejadas de sus territorios, cuidan sus suelos, sus aguas y su salud y trasladan a los países productores, como Argentina, todos los efectos negativos de los procesos de cultivo y manipulación.
A nivel Nacional rige de forma genérica el “Principio de Precaución” para todo el territorio de la Argentina. Conforme con el artículo 4° de la Ley Nacional de Ambiente n° 25675, la ley obliga a quienes aplican sustancias químicas que puedan amenazar la salud adopten "medidas eficaces para impedir la generalizada degradación del ambiente, sin importar costos o consecuencias''. Pero la ley nunca se aplicó a la agricultura, según comprobó la Auditoría General de la Nación.
A pesar de la evidencia científica y del daño a pueblos fumigados con glifosato, en la Provincia de Buenos Aires hay media sanción para el proyecto de ley impulsado por el Ministro de Agroindustria, ex gerente de Monsanto, que permite las fumigaciones a diez metros de las viviendas. El crecimiento de estas tecnologías no ha sido acompañado del conocimiento de todas sus implicancias e impactos, pero las tecnologías igual llegaron al mercado por su convergencia en mayor eficiencia. El sistema económico y social en el que vivimos configura que una minoría representada en este caso por una empresa multinacional persiga la búsqueda ilimitada de lucro en detrimento de la salud de la población. El mercado agroalimentario es el actual mayor mercado global y su poder parece ser más fuerte que la evidencia científica, la legislación de un país y la vida humana.
*Médica Universidad de Buenos Aires. Especialista en Medicina Familiar.