Periodismo autogestionado: la experiencia italiana de Il Manifesto
Por Diego Kenis
Los quioscos italianos ofrecieron en este jueves 29 de septiembre una edición renovada del diario Il Manifesto, cercano ya al medio siglo de publicación y autodefinido por su opción militante, como el “quotidiano comunista” de la península.
“El jueves hacemos la Revolución” fue la ingeniosa campaña con que se anunció la novedad, en volantes encuadrados con la plaza San Pedro o la Banca d’Italia como fondos. La innovación de su edición impresa ilustra un proceso de recuperación de la empresa por parte de los trabajadores que la autogestionan, luego de que la quiebra de la histórica cooperativa amenazara en 2012 con el remate del diario, donde Osvaldo Soriano supo dejar sus espléndidas aguafuertes del Mundial ‘86.
Otro ingenioso juego de palabras utilizaron los trabajadores para anunciar a sus lectores que habían conseguido la habilitación oficial para poder ser dueños de Il Manifesto: “es el final”, tituló el diario en la noche del 14 de julio pasado, y “es el inicio” fue la portada que se distribuyó en los quioscos en la mañana del 15. Había concluido una etapa para comenzar otra. Como en los casos argentinos de empresas recuperadas, ni antes ni ahora los trabajadores estuvieron ni estarán eximidos de la lucha y el sacrificio, pero hoy son dueños de su destino. Y de sus palabras.
AGENCIA PACO URONDO, que este año ha comenzado su vínculo con el diario italiano, dialogó con su jefe de redacción, Matteo Bartocci, que reseñó la historia de la lucha de los trabajadores y trabajadoras por recuperar la empresa y explicó cuáles son los horizontes que este nuevo escenario abre a Il Manifesto.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué implica la recuperación de la empresa anunciada en julio?
Matteo Bartocci: La noticia es simple, extraordinaria, emocionante: volvimos a ser dueños de Il Manifesto. Por el fracaso de la cooperativa “histórica”, el medio nacido en 1971 se puso en oferta al mejor postor y la nueva cooperativa ha pagado desde 2013 un alquiler de 26 mil euros por mes para publicarlo y distribuirlo en los quioscos. La posibilidad de que Il Manifesto termine en las manos equivocadas ahora se ha evitado, y ha vuelto a ser un periódico libre, sin ánimo de lucro, independiente y autogestionado por sus trabajadores, como siempre lo ha sido en los últimos 45 años.
APU: ¿Por qué se llegó a esta situación y cómo fue el trayecto judicial hasta su resolución?
MB: Es un asunto complejo, típico de la crisis italiana. La cooperativa “histórica”, sumergida en deudas, se declaró en quiebra en 2012 y, para cancelar las deudas, los liquidadores designados por el gobierno han tenido que poner a la venta el medio, alquilándolo mientras tanto a la nueva cooperativa. Gracias a una importante ley de 1981 (la 416), los trabajadores logramos evitar la interrupción de la publicación y recomprarla. Hemos pagado más de 700 mil euros, y en junio de 2017 deberemos pagar una segunda y última cuota de 300 mil más. Es un éxito sin precedentes, en Italia, para un periódico nacional.
APU: Además del resultado final, ¿que dejó este camino a los trabajadores en cuanto a experiencia de lucha?
MB: Han sido cuatro años de trabajo duro, lleno de obstáculos y cansador. Comenzamos en soledad, rodeados de mucho pesimismo, tristes por un enfrentamiento con algunos de los fundadores del diario. Pero nunca dudamos de que lo podíamos hacer. Nos mantuvimos convencidos de que íbamos a poder dar un futuro a la aventura política y cultural que comenzó en 1971.
APU: ¿En qué cambiará esta novedad a Il Manifesto y qué oportunidades le abre?
MB: Ser libres de las liquidaciones y mientras tanto volvernos dueños de nuestro archivo histórico, los artículos de todos estos años. Y certificar en un cierto sentido que la historia no se detiene, sino que continúa. En los últimos tres años hemos potenciado muchísimo nuestras ediciones digitales en internet, para smartphones e iPad. Ahora estamos relanzando nuestra edición impresa con un nuevo formato gráfico y nuevas iniciativas. La edición en papel sigue siendo el centro de nuestra actividad. Además del periódico, publicamos semanarios culturales (Alias y Alias Domingo) y dos mensuales (la edición italiana de Le Monde Diplomatique y una revista dedicada a la montaña). En lo digital, a la página web (www.ilmanifesto.it) añadimos una edición en inglés (www.ilmanifesto.global), que busca llevar a nuestro periodismo y nuestro punto de vista a una audiencia internacional.
APU: ¿Qué significa esto para el diario y para la prensa italiana y europea?
MB: En Italia, lamentablemente, los otros periódicos no mostraron mucha curiosidad en este asunto. La crisis de las publicaciones es fuerte y docenas de periódicos han cerrado. Pero tenemos una comunidad de lectores extraordinaria, que han contribuido a nuestra lucha donando más de 450 mil euros y apoyándonos en los quioscos y a través de suscripciones. Desde el extranjero hemos recibido mucha solidaridad. Desde Noam Chomsky a muchas estrellas de Hollywood (Dustin Hoffman, Spike Lee, Jane Fonda y Susan Sarandon, por nombrar algunos), hemos recibido aliento y acompañamiento.
APU: ¿Han tomado contacto con experiencias argentinas o latinoamericanas de empresas recuperadas?
MB: Por su postura internacionalista, Il Manifesto ha relatado y respaldado muchas veces las experiencias de las fábricas y empresas recuperadas y autogestionadas, sobre todo las de esto siglo en Argentina y en Venezuela, entre otras. El año pasado, a través de nuestra periodista Geraldina Colotti hemos participado del V Encuentro Internacional “La Economía de los Trabajadores y Trabajadoras”, desarrollado en Falcón, Venezuela, y nacido del Programa Facultad Abierta de Argentina, dirigido por el profesor Andrés Ruggeri. En esa circunstancia, en la declaración final se hizo un llamado de solidaridad por Il Manifesto, para que la empresa sea recuperada y autogestionada, y ahora que hemos logrado esto importante objetivo tenemos que agradecer mucho a todas las compañeras y compañeros y renovar nuestra solidaridad en un momento tan difícil para ellos en Argentina y en Brasil, y también en Venezuela, con los ataques de la derecha.