Zonas azules: el triunfo de la Comunidad Organizada

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Zonas azules: el triunfo de la Comunidad Organizada

27 Junio 2022

Por Leandro Nievas (*)

En 2019, la Organización Mundial de la Salud indicó que la esperanza de vida en el mundo era de 73,4 años. Sin embargo, existen regiones denominadas zonas azules en las que los habitantes tienen una esperanza de vida muy superior al promedio global.

El término zona azul fue impulsado por el demógrafo belga Michel Poulain y el médico italiano Gianni Pes en 2004, luego de encontrar una población con estas características en la región italiana de Barbaglia, ubicada en la isla de Cerdeña. Las zonas azules más conocidas son la isla de Okinawa en Japón, la Península Nicoya en Costa Rica, la isla de Icaria en Grecia, Loma Linda en California, o Barbaglia en la isla italiana de Cerdeña.

Sólo una de cada 196 personas nacidas entre 1880 y 1890 llegó a sobrepasar los 100 años de vida (aproximadamente 0,51%). Pero en localidades como el pueblo de Seulo, en Cerdeña los centenarios representan el 2,4% de la población total.

En la Península de Nicoya, situada al noroeste de Costa Rica, actualmente 1.010 personas tienen 90 años o más, de una población de alrededor de 160.000. Es la segunda comunidad de centenarios más grande del mundo.

En Loma Linda, California, los habitantes viven 10 años más que sus vecinos de Los Ángeles y también presentan índices más bajos de enfermedades crónicas como la demencia. Esta comunidad está conformada mayoritariamente por adventistas del séptimo día que conciben y cuidan al cuerpo humano como el templo del Espíritu Santo.

En Okinawa, la isla japonesa famosa por su saludable dieta, viven las mujeres más ancianas del planeta.

¿Qué tienen de especial las zonas azules?

El ADN de los habitantes de las zonas azules es exactamente igual al nuestro. Ninguna investigación encontró un rasgo diferenciador en ese sentido. La clave reside en las siguientes pautas socioculturales:

  • Realizar actividad física de forma regular.
  • Tener un ikigai o razón de ser. Este término japonés describe el punto en el que confluyen aquello que te gusta y te hace feliz con lo que el mundo necesita. Equivale a tu misión en la vida.
  • Bajos niveles de estrés, muy asociado a las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Ejemplos positivos son el rezo y la meditación, la ceremonia del té en comunidad o la siesta en el Mediterráneo.
  • Hara hachi bu, una máxima de Confucio que significa que no hay que comer hasta saciarse completamente, sino hasta el 80% de nuestra capacidad.
  • Una dieta predominante vegetal, rica en frutas, verduras y legumbres. La carne, el pescado y los lácteos son secundarios.
  • Consumo moderado o nulo de alcohol.
  • Participación en grupos sociales que promueven hábitos saludables.
  • Participación en comunidades religiosas con prácticas comunitarias.
  • Mantener los vínculos entre los miembros de la propia familia.

Como se puede observar, estas regiones no están llenas de multimillonarios, pero tienen una calidad de vida superlativa. En palabras criollas, son comunidades organizadas conformadas a partir de las “organizaciones libres del pueblo”. Alejadas tanto “del colectivismo asfixiante como del individualismo deshumanizado”. Como dijera Perón en 1949, crear una comunidad así “es una tarea que requiere planificación, participación del ciudadano, capacitación, aptitud de conducción y capacidad concreta para el estudio de las cuestiones relativas al desarrollo social del país”.

Este modelo exitoso en otras regiones del mundo, también puede serlo aquí. Difundirlo es el primer paso. Avancemos.

(*) Ingeniero industrial por la Universidad Nacional del Sur (UNS) y maestrando en Políticas Públicas por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM & Georgetown University).