Apuntes de Academia: volvió Otero, veinte años después
Por Diego Kenis
En su reciente libro de anécdotas e historias de vida y recuperación, el “Turco” García recordó sus últimos tiempos en Racing. Coincidente con el fin de una época y una impronta, la de la gestión de ocho años del peronista Juan De Stéfano, previa al desembarco tecnócrata de la tercerización, que acabaría llevando al club a la quiebra y el “gerenciamiento”.
Gremialista en la UOM, peronista ortodoxo, secretario general del Gobierno bonaerense antes del golpe cívico militar y sobreviviente del Circuito Camps del terrorismo de Estado, De Stéfano había sido convertido en el arquetipo del dirigente mafioso, fraudulento y violento. A sus equipos se les habían colgado muchos carteles, asociándolos con yetas o drogas. Su gestión no había sido un camino de rosas, pero el mensaje cívico y transparentador de la campaña electoral de 1995 sólo sirvió para despintar la identidad institucional y abrir paso a los aires privatizadores.
En su libro, el “Turco” recordaba que sus días en Racing comenzaron a terminarse cuando Daniel Lalín asomó en el horizonte. Lalín era el secretario de fútbol, pero el presidente electo en aquel ‘95 fue Osvaldo Otero, a quien llamaban “el Doctor”, radical y ex secretario de Deportes durante el alfonsinismo. Reaparecido el domingo 17, después de veinte años, en las páginas amigas del diario deportivo Olé, del Grupo Clarín.
Otero había llegado a presidente en 1995 en medio de un discurso anticorrupción, antimafias y antidrogas, en un anticipo de lo que ocurriría en el país veinte años después y mientras el mismísimo Mauricio Macri preparaba su desembarco al otro lado del Riachuelo, en Boca. En ambos casos, contra la oposición férrea de Diego Maradona, que ese año pasó por ambos equipos. En Racing, como entrenador y anunciando un futuro de jugador, una vez que concluyera la suspensión que arrastraba de Estados Unidos ’94. “Si Juan (De Stéfano) se va, me voy yo”, dijo luego de las elecciones que habían encumbrado a Otero. Y se fue.
La reciente publicación de Mi Mundial, Mi verdad, un anecdotario maradoniano que acaba siendo un gran ensayo sobre liderazgo, permitió comprender que, además de la fidelidad al presidente que lo contrató, Maradona siempre se identificó con el peronismo y, sobre todo, conocía a Otero desde 1986, cuando pocas semanas antes del Mundial y cerca de una medianoche italiana, recibió una llamada desde la Secretaría de Deportes para sumarlo a un plan en marcha para echar a Bilardo. Con respuesta negativa por parte del 10.
Aquel Maradona académico que no fue, contribuye hoy a ilustrar lo que significó el cambio que marcó aquella elección de 1995. La ola de transparencia que se proponía en los discursos acabó en la tercerización virtual del fútbol. Racing contó con planteles competitivos e incluso sumó algunos jugadores que se convirtieron en ídolos, pero los pases comenzaron a ser propiedad de empresarios que aprovechaban la vidriera y acababan siendo acreedores del club.
De ese modo, la etapa de Otero terminó multiplicando la deuda de la institución y derivando en la gestión de Lalín, que como presidente solicitó la quiebra del club en 1998. La mayor parte de la deuda era con él mismo. Esa situación abrió el camino hacia el “gerenciamiento” que comenzó en 2001, con Fernando Marín y Fernando de Tomaso al frente. De Tomaso acaba de ser condenado a tres años de prisión en suspenso por defraudación. A Marín, en cambio, el macrismo lo premió con la dirección del Fútbol para Todos, del que se convirtió en verdugo. En aquel 2001, Otero había asesorado “jurídicamente” a Marín en su llegada a Racing. Antes, ya había pensado en llevarlo como su vice. Lo que lleva a preguntarse: ¿de cuántos lados del mismo mostrador puede estar una misma persona?
Así como su campaña electoral de 1995 adelantó la nacional del 2015, las explicaciones que Otero da ante la amabilidad de Olé sirven para intuir las que dará el macrismo cuando las consecuencias de su programa económico choquen de frente con sus promesas de crecimiento y transparencia y sus discursos de buena onda, para hacer explosión en la cara de todos los argentinos. A la hora de explicar porqué la deuda de Racing se multiplicó durante su gestión hasta llevar al club ante las puertas mismas de la quiebra, Otero indicó que al confeccionar el presupuesto de 1997 había dado por hecho que el equipo obtendría la Copa Libertadores de ese año y disputaría luego la Intercontinental.
Así de simple. Un error de cálculo. A lo sumo, una “impericia múltiple”, como sugiere el recuadro del mismo Olé que destaca la “trayectoria de transparencia” con que llegó a Racing un dirigente que sólo se reprocha haber confiado mucho en su equipo, haberlo dado campeón de una Copa aún por disputarse. Que no propuso privatizar el club, sino una “Sociedad de Gestión” de empresarios inversores con derecho a veto de decisiones. Y que no estuvo prófugo casi dos meses, sino que “me había ido de viaje” y volvió “cuando veía que salía la eximición de prisión”. Para el resto, la generosidad de Olé. Que le eligió como fotos de ilustración una imagen con Raúl Alfonsín, otra de su casa a medio terminar y un título alusivo: “Si hubiera robado, no viajaría en tren”.
(Foto: diario Olé, en https://www.ole.com.ar/racing/osvaldo-otero-polemico-racing-rompe-silencio_0_1870613025.html)