Obra teatral "Y con esta luna", cartas desde cárcel

  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen

Obra teatral "Y con esta luna", cartas desde cárcel

21 Octubre 2017

Por Salvador “Lole” García

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo llegaste a teatro?

Charo Moreno: El teatro estuvo para mí desde que soy chica, solo que alos 15 años empecé a tener actividad de militancia política en el secundario -las épocas de los 70 eran muy convulsionadas-, y pensé de las dos cosas que a mí me gustaban, que eran el teatro y la acción social, había que dar la vida entera a cualquiera de ellas, pero no se podía hacer las dos, entonces dejé el teatro.

 

APU: ¿Vivías en Uruguay?

C.M: Sí, en Montevideo.

APU: La militancia te llevó a la cárcel.

C.M:  Sí, en esas épocas en dos o tres años pasaba todo, muy intenso. Yo fui detenida en el 75, tenía 18, acá en Argentina. Muchos vinimos de Uruguay luego del golpe del 73, porque era lo más a mano y como acá todavía no estaba el golpe, cabía la posibilidad de que el proceso terminara mejor. No se dio y muchos uruguayos caímos acá. Y bueno, estuve nueve años presa.

APU: ¿Cómo era hacer teatro dentro de la cárcel?

C.M: Pudimos hacer muy poquito, no teníamos muchas posibilidades de expresarnos, de cantar ni bailar, estaba expresamente prohibido. Se hacía con gente campaneando en los pabellones, y en el fondo tres o cuatro tratando de hacer una escena, que los gritos no se escucharan, todo para presentarlo en una celda, con 10 o 15 compañeras que entraran y vieran lo que hacíamos, te imaginás lo que costaba eso! Una vez hicimos Otello. Cada uno que sabía algo nos enseñaba. Sabíamos que en navidad o año nuevo nos iban a dar tal vez un día con las puertas abiertas, de las celdas. Entonces podíamos usar un pasillo ancho con mesas y bancos, y podíamos estar juntas. También sabíamos que a fin de año iban a aflojar y nos iban a dejar cantar. Pudimos hacerlo tres años, nos preparábamos mucho. Recuerdo que hicimos una obra de Conrado Nalé Roxlo -Una viuda difícil-, pero imaginate que no había varones!.

En el ochenta y pico cuando ya se venía la democracia, el Teatro San Martín mandó gente a dar talleres de literatura y de teatro a la carcel, y ahí conocí a Elsa Berenguer, una gran actriz. Apenas salí de la carcel nos escribimos cartas y tomé talleres con ella. Tenía 28 años y me preguntaba ¿qué hago?, había que trabajar para vivir primero que nada, criar a mi hijo. Tomarse en serio el arte es difícil, no? La sociedad te estructura para que el arte no sea algo que vos decis: yo me dedico a esto primordialmente y me lo tomo en serio como cualquier otra carrera. Siempre está como en secundario, “porque no te va dar plata”. Tarde mucho, reién a los treinta y algo me lo tomé en serio. Mirá todo lo que pasó, y dije basta! esto es lo que a mi me interesa.

APU: Y esta obra de teatro está armada con las cartas que vos escribías. ¿Qué significaba para vos en ese momento escribir las cartas dentro de la cárcel y qué significaba para el resto de las compañeras?

C.M: La carta, eso es todo un mundo. Me dí cuenta ahora cuando armé la obra y el libro, porque en verdad no tenía antes tal conciencia, y no sé si todas la teníamos. En un punto yo creo que todas le dábamos importancia porque era el único punto en contacto que teníamos el exterior, con el otro mundo. Las visitas en la cárcel eran muy restringidas, con las visitas era a través de un vidrio y muchas no las teníamos porque éramos de afuera, de otro país o de Provincias. Las cartas era algo que todas teníamos como posibilidad de comunicación Alguna compañeras aunque no tenían hijos, dibujaban para niños, y nos lo daban a nosotras que teníamos hijos, porque sentían que aportaba algo.

APU: Esta obra la estrenaste hace un par de años ¿Cómo fue el recorrido de ponerla en escena?

CH.M: Empezó en el 2015 y la obra está viva. Sinceramente nunca pensé lo que iba a pasar. Inclusive cuando arrancó (que está mi hija también en la obra actuando y es maravilloso que esté una hija diciendo estas cosas, de mi historia, ella tiene la edad que yo tenía en aquel momento) yo dije –ya está, esto pase lo que pase ya tiene sentido porque está mi hija. Las demás actrices también se sentían muy bien pudiendo hacer esto. La obra siempre la hicimos a la gorra para que venga gente joven, esto me interesaba. Me sorprendio mucho la comunión que se armó. Hubo algo que dije -ah si, lo logré!. Uno hace una obra y no sabés lo que va a pasar. Trabajas para que sea lo mejor posible, no va a ser una chantada.

A mi sí me interesa que el público me entienda. No por eso voy a dejar de ser artística, ni quiero ser explicativa. Cuando digo se entienda, es que llegue a la persona que está ahí, desde el corazón, el alma, la cabeza, la relfexión, pero que algo le pase.  Empcé a tener mensajes, gente que me esperaba al final y me decía “este es otro relato”, o me decía “claro, las malvinas pasaban mientras ustedes estaban ahí” por ejemplo. Hilar la historia y las fechas desde otros lugares.

APU: La obra menciona ciertos eventos que pasan fuera de la cárcel

C.M: Lo hice a propósito. No es un discurso ni histórico ni periodístico del tema, sin embargo la mención de esos lugares baja de otra manera, desde un lugar más humano. Vos podes poner tu historia ahí. También lo pensé desde el lugar del ser humano, a mi no me gustaba que los militantes sean ni héroes ni monstruos, esta cosa que circula. Son humanos que tuvieron tales acciones, entonces todos podemos ponernos un poco en ese lugar.

APU: En la obra aparacen distintas voces, que a veces parecen una misma voz ¿Cómo se te ocurrió ese recurso?

CH.M: Cuando arranqué con la obra elegí trabajar con las cartas porque es el material que tengo, nadie puede cuestionarlo, ni yo misma, porque yo escribí eso y está ahí escrito. Si yo me pusiera a recordar hoy sería otro recorte, entonces dije –voy a usar las cartas. Y arranqué con una idea: quería muchas mujeres en escena. Finalmente quedaron cuatro porque es muy complicado sumar más. Una vez que empezas a leer los párrafos por cuatro actrices distintas, con un código un poco  brechtiano (que sería la actriz no representando al personaje sino diciendo lo que aquella mujer decía en aquel momento), vi que eso es lo que me iba  a servir. Se lo di a Hecto Daniel Levi, un dramaturgo que fue profesor mío, y él me dijo: sí Charo, acá se leen todas las voces. Todas son Charo, pero también son las compañeras, y están las voces de las actrices que hacen la obra.

Mi idea era armar un puente entre mi generación joven y gente joven que marcaran esa lecura. Que no se hable del pasado como pasado. Eso tiene sentido si tiene alguna encarnadura en tu presente concreto. Yo creo que la historia pasa por ver lo que hay acá, y lo que eso te resuena y vos tenes. Eso fue lo que la gente joven la enganchó mucho y la sintío viva, y no a la sombra de “aquel pasado glorioso y tenembroso, y gente como aquellas no va haber”. A mi parece que eso no nos sirve, nos deja como paralizados.

APU: ¿ Además de Capital, cómo fue presentar la obra en el resto del país?

C.M: Marvilloso. Estuvimos en Córdoba en Villa María, en Neuquen en un teatro independiente, en las escuela de títeres, en Chos Malal, en San Martín de los Andes, en Río Grande. Acá en Quilmes, Avellaneda. Todo por un circuito raro, no un circuito marcado, eso es algo muy interesante. Yo creo que hay que romperse un poco más la cabeza para romper los circuitos establecidos. Esto salió de la gente, venía alguien del público y decía “yo quiero que esto vaya a Neuquen” y se empezaba a armar la conección, con un sindicato, con una corriente feminista.

APU: ¿Y el recibimiento?

C.M: En cuanto al recibimiento, por ejemplo en Chos Malal, un pueblo chico, hicimos una charla en la escuela agrotécnica el día anterior a la obra. Al otro día en la obra viene la maestra al camarín, y dice: tengo algo para ustedes. Y me trae un sobre con muchas cartas! que ellos habían escrito para mí. Nunca habían escrito una carta. Empezamos a llorar de una con las chicas, diciendo  “no vamos a poder hacer la obra”. Abrí una, y era muy fuerte ver cómo ellos reprodujeron y entendieron la carta. Y mirá el mensaje “señora Charo Moreno ayer mientras hablábamos y yo después vi en su libro, me sentí muy indentificada con su hijo, cuando a ustedes le sacaron su hijo y todo lo que sufrió. Yo tengo 18 años, soy madre soltera…”, su historia con respecto al hijo. ¿Entendes a dónde voy? Lo que se abre está lejos de la carcel, estamos abriendo otras instancias y eso es lo que me interesa. De hecho en San Martín, una señora grande de un terciario donde solo tuve una charla, vino y me dijo “la verdad le voy a decir algo, yo estoy estudiando acá de noche, pero vengo todos los dias con culpa por dejar a mis hijos en casa solos, a partir de hoy ¿sabe qué? me parece que no voy a tener culpa”. Ella ligó algo de la fueza, del compromiso, y de donde uno se tiene que poner porque eso después vale. Esas cosas para mí son las mayores.

En Chos Malal fue el momento cuando incorporamos un rato de charla. Nos conmovió tanto esa gente que a raiz de ese día incorporamos a donde vamos, una media hora de intercambio con la gente. Antes no estaba. Saltan cosas que están buenas, por ejemplo un hombre en un momento dijo “yo, perdón, voy a preguntar, con todo respeto ¿usted qué hacía, mataba gente, andaba con armas?” Lo dijo bien. Pero es el pensamiento que anda circulando, y bueno, hay que bancarsela y contestar (matar no maté a nadie), es un momento en que la persona está sensibilzada y uno puede hablar, y tienen el permiso de preguntar, porque sino también con la bajada de línea obturamos cualquier pregunta. Lo mismo que con el golpe bajo. Mucha gente me dice “como te agradezco que no hayan usado golpes bajos”. Y lloran igual. No se necesita eso para explicar un montón de historias que son las de fondo más importantes de lo que pasó. Yo hablo de nuestra alegría, de nuestra vitalidad, de nuestros pensamientos, de cómo sostuvimos nueve años de carcel, sin exagerar, con lo que está escrito en el párrafo de la carta. Y todo el mundo queda tan vital, que solito y por oposición dice “ah mierda, hay que estar así nueve años”. Entonces ahí vamos a reparar ¿por qué? y, algo sostenía eso.