Francisco “Paco” Urondo, nuestro redactor eterno
Por Miguel Martínez Naón
Francisco “Paco” Urondo nació un día como hoy, un 10 de Enero de 1930 en la ciudad de Santa Fe. Poeta, escritor, periodista y dramaturgo fue trazando una vida comprometida con su tiempo.
Siendo muy joven se integró a la revista Poesía Buenos Aires dirigida por Raúl Gustavo Aguirre, y en 1957, ocupó la Dirección de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral.
Como tantos otros intelectuales de su época optó por sumarse a las luchas de su pueblo, formando parte en los tempranos años 70 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) organización que más tarde se fusionaría con Montoneros. Un 30 de Julio de 1970 participó de la “Operación Gabriela” (el copamiento del pueblo de Garín) y en Febrero de 1973 cayó preso y fue trasladado al penal de Villa Devoto donde compartió celda con los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew con quienes pudo dialogar extensamente y editar posteriormente sus testimonios en el libro “La patria fusilada”.
El historiador Osvaldo Bayer, quien en 1967 era secretario de redacción del diario Clarin, lo recuerda en aquel momento: "Paco era el prototipo del hombre fino, se vestía de forma muy atildada. Tenía una sonrisa que parecía como si fuera un gesto de su cara. Muy culto y de conversación tranquila. Era una especie de izquierdista moderado ilustrado. Como periodista era muy bueno, bien calificado".
En el transcurso de esos años convulsionados, Paco conjuraba una vida dedicada tanto a la militancia como al mundo de las librerías, las milongas, el jazz, la noche porteña y las reuniones con amigos.
Las mejores definiciones acerca de estas pasiones se encuentran en sus propios poemas: “La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta. Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud y en mi destino y en la buena suerte”.
Este gran compañero, del que hemos tomado su nombre para nuestra Agencia, fue asesinado brutalmente por una patota de la dictadura un 17 de Junio de 1976 en Mendoza, junto a su compañera Alicia Raboy (quien fue detenida y nunca más apareció) su hija Angela (una beba de meses)y una compañera que logró sobrevivir y dar testimonio.
Desde aquel Paco muy joven que comenzó haciendo títeres con Fernando Birri hasta el Paco periodista y secretario del diario “Noticias” en el año 74, hay un historia de vida que cada unx de nosotrxs lleva presente en nuestra Agencia.
Hoy más que nunca, cuando vemos a tantos genocidas que recuperan su libertad y sufrimos como pueblo tantos retrocesos y tanta impunidad, no podíamos más que recordar en este día a nuestro compañero eterno, a nuestro poeta entrañable, a este gran hombre que seguirá redactando todas nuestras pasiones.
Algunos poemas de Paco Urondo:
La verdad es la única realidad
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe
bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la
convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver
después del peligro
como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a
defenderse, a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la
realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973
Otra cosa
Queridos hijitos, su papá poco sabe de ustedes
y sufre por esto. Quiero ofrecer un destino
luminoso y alegre, pero no es todo
y ustedes saben:
las sombras,
las sombras,
las sombras,
las sombras
me molestan y no las puedo tolerar.
Hijitos míos, no hay que ponerse tristes
por cada triste despedida:
todas lo son, es sabido,
porque hay otra partida, otra cosa,
digamos,
donde nada,
nada
está resuelto.
Tanto amor tanto huella
la tarde
y las formas
y la mujer que amo
vienen del dolor
corren
destinadas
y alegres