Antropofagia gourmet para un caníbal de mi estilo
Por Boris Katunaric
Agustina Bazterrica es la autora de Cadáver Exquisito, novela pos apocalíptica en la que, en un futuro cercano, la humanidad se ve obligada a comercializar carne humana como único alimento cárnico disponible en el mercado, las vacas han sido reemplazadas por “cabezas” humanas y las carnicerías llaman carne “especial” a cualquier tipo de extremidad, órgano o pieza que vende a la clase más acomodada de la sociedad.
En este universo un virus afectó a los animales y ya no pueden comerse ni tenerse como mascotas, ya no se ven perros en las calles, los zoológicos y, en los centros urbanos la gente anda con paraguas a cualquier hora y con cualquier clima por miedo a que los cague un pájaro y puedan morir por ello.
Marcos, empresario de la carne y protagonista del relato, es una persona conflictuada con su trabajo y con su vida, después de haber perdido un hijo está separado de su mujer, su padre está internado con alguna enfermedad que le produce “episodios” y odia su profesión.
En el transcurso de la novela podemos apreciar cómo sucede la mercantilización de los cuerpos criados y alimentados para ser consumidos, sin cuerdas vocales y sin ningún tipo de estimulación cultural. El horror de legalizar el canibalismo por medio del Estado y aprovecharlo por los sectores público y privado. Así seguimos por los caminos de Marcos, conociendo todo el andamiaje que provee de carne humana deshumanizada a los ricos y a los acomodados. Desde el propio personaje, su círculo familiar (una hermana hueca con dos hijos perversos) hasta cazadores que piden hembras preñadas porque, al estar en gestación, son menos sumisas.
Si bien puede tratarse de una crítica al sistema de comercialización de carne, también advertimos desde la primera página explícitamente una guerra contra las palabras o, más adecuadamente, una molotov contra el imperio de los eufemismos: “Media res. Aturdidor. Línea de sacrificio. Baño de aspersión. Esas palabras aparecen en su cabeza. Lo destrozan. Pero no son sólo palabras. Son la sangre, el olor denso, la automatización, el no pensar”. Esas son las primeras palabras de la obra y marcan el ritmo de lo que será una larga tensión entre sostener una vida llena de horror cotidiano y un impulso creador, dador de vida.