Reflexiones en torno al machismo: ¿el tamaño sí importa?
Por Daniel Mundo.
Imagen: Calcos 5, de la serie Fisioporno.
Estoy seguro que el lector, si no utiliza él mismo, sí conoce a alguien que utiliza algún apósito tecnológico que “controla” alguna función orgánica del cuerpo: latidos del corazón, sangre, presión arterial o los kilómetros que se van corriendo, etc. Relacionar este “control sano” del cuerpo con alguna intención de control absoluto del comportamiento puede parecer un gesto desmesurado y prejuicioso, pero en realidad da cuenta del poder somnífero que los medios de información ejercen sobre nosotros. Tiene que quedar claro que no es un problema ideológico o de contenido de la información, sino un problema material, físico. Cada vez delegamos más decisiones en organismos más capaces que nosotros de tomar las decisiones justas que sólo nos convienen a nosotros. Por ahora, no dejamos de desconfiar, pero cada acto de desconfianza nos cuesta una gran reserva de energía. Habrá que ver hasta dónde aguantamos (debe de haber ya algún algoritmo que lo indica con precisión).
Sé que hay muchos hombres que se sienten seguros de su hombría y su poder, pero también imagino que hay muchos otros que tenemos un problemita con nuestra autoestima. Creo que no es ninguna novedad: proyectamos en el dinero y en lo que podemos comprar con él la imagen de lo que queremos ser. A veces pienso que esto se hace evidente cuando queremos decirle a una mujer que nos gusta y tocamos con insistencia la bocina de nuestro auto. Los hombres, que somos seres muy inteligentes, creemos que las mujeres conocen el código de piropos automovilísticos y recodifica nuestros bocinazos: hombre piola que no quiere gastar mucha guita pero que tiene una pija muy grande. Si no se tira arriba del capot es porque es una guacha. Así como creemos que la bocina nos representa, que SOMOS la bocina, de la misma manera creemos que el tamaño de la pija es muy importante. El tamaño de nuestro pene es algo que nos preocupa desde muy temprano en nuestra vida. En términos lógicos es absurdo, pero en la realidad es así.
¿Por qué nos preocupa a los hombres el tamaño del pene? Debe haber un montón de motivos, pero uno nada menor consiste en la necesidad de satisfacer el deseo de la hembra. Parece que a la hembra humana le importa mucho también el tamaño del pene. Sobre este tema últimamente vengo escuchando muchas bromas dichas por cishombres tanto como por cismujeres. ¿Importa? No importa la respuesta. La liberación femenina vuelve ridícula cualquier cosa que digamos. ¡Ojalá la revolución de la minas acabe con todo lo que conocemos! ¡Para bien y para mal!
El hombre quiere colmar a la mujer. ¡Mirá! Quiere que la mujer gima y grite y le diga: ¡dame más papito, dame más! Como el hombre no puede estar seguro de si la mujer realmente gozó todo lo que dio a entender que gozó, o si puso una cuota de actuación en el asunto, como no está seguro, pregunta: ¿Y? ¿Te gustó? La mujer dice con voz soñolienta que sí. El hombre repregunta: Pero ¿cuánto te gustó? Mucho. Quiere algo más contable. Más palpable. Y entonces se le ocurre preguntarle por su ex: ¿No cojo mejor que él? Son distintos. Cada uno tiene lo suyo. El interrogatorio no tarda en recomenzar: cuánto tardaba en acabar, cuánto tiempo necesita ella, qué postura le gusta más, quiere saber… quiere saber... quiere saber una cosa: ¿quién la tiene más grande?
Estire su pene. Agrande su pene.
Métodos naturales
Desde hace unos años una empresa llamada Bedpost comercializa unas pulseras biométricas que se usan mientras se tiene sexo: controla el nivel de transpiración, el ritmo cardíaco, la duración del orgasmo, etc. La información recogida es procesada por una app que se descarga en el smatphone y que termina calificando al usuario a partir de un puntaje predeterminado. Ya me imagino esos asados en los que compartiremos con amigos nuestras performances sexuales mientras nuestros hijos corretean a nuestro alrededor. Serán charlas muy animadas.
Tengo que aclarar algo. Esta nota nació en mi cerebro a partir de otro tema. Un amigo me contó como al pasar que él desde hace un par de años graba con la chica con la que va a tener sexo un video en el que ambos declaran que van a tener relaciones sexuales de mutuo acuerdo. Inmediatamente me aclaró que ese video no lo salvaría si la chica luego dice que ese contrato pautaba ciertas posturas sexuales pero que él la forzó a tener un sexo que a ella le desagradaba. Algo es algo, pero no te salva. El lector se preguntará si esta anécdota es verdad o ciencia ficción. Para mí, si no consideramos a esto porno, es que tenemos problemas.