Leonardo Favio: el cine militante en "Perón, Sinfonia del Sentimiento"
Por Santiago Asorey
Cuando iba a la facultad de Cine en San Telmo había un profesor bastante gorilón pero también bastante simpático que sabía de mi amor por el cine de Leonardo Favio y me chicaneaba diciendo que Perón, Sinfonía del Sentimiento era una película mala. Que era “un cine pedagógico y expositivo”. Era una lectura superficial de una de las obras fundamentales del cine moderno argentino. La crítica, bastante motivada por el antiperonismo de mi profesor, no podía ver más allá del recurso de Favio de enumerar, paso a paso, los hitos del peronismo, desde el Estado y luego en la resistencia hasta el regreso al Estado. Favio es un militante político. Es también un artista. Hablo en presente porque su militancia sigue viva en su arte. Un artista enorme. A mi humilde entender, el único autor que dotó al cine local de un lenguaje cinematográfico nacional.
El teórico marxista Fredric Jameson plantea que lo que marca la diferencia entre las categorías teóricas de lo popular y la cultura de masas son coordenadas históricas. Es decir, la cultura de masas ligada a las formas de producción capitalistas de la posmodernidad mientras que el mundo de lo popular estaba vinculado todavía a un tiempo no contaminado en su totalidad por las formas de producción estandarizadas. Si esto es cierto, el universo de Favio expresa una particularidad histórica. En la noche de la posmodernidad capitalista Favio expresó un lenguaje popular como ningún otro cineasta en nuestras tierras. Un lenguaje cinematográfico popular que resiste inmerso en el tiempo de la cultura de masas.
En algo tenía razón mi profesor: Perón, Sinfonía del Sentimiento expresa una pedagogía política porque existe una voluntad militante en Favio (no menos militante que La Hora de los Hornos de Pino Solanas), de la cual nosotros nos sentimos orgullosos. Esa voluntad militante en Favio nos hermana con él. Pero detrás de ese río de imágenes históricas de cinco horas y media, mezcla de imágenes de archivo e intervenciones plásticas, la densidad temporal de la sinfonía de Favio no guarda la racionalidad de un discurso político tradicional.
Por el contrario, Favio expresa un hilo que une lo histórico colectivo con lo cósmico. Se hace evidente al ver la superposición de fondos espaciales con la plaza de noche llena de personas que se ven como luces o estrellas en el cielo. De esta manera se permite que el peronismo sea percibido bajo nuevas visiones en las que se pone en juego la pregunta sobre la materialidad del peronismo y sobre la fe popular. Las imágenes de archivo no están allí para darnos un “plus” del dato histórico sino para revelar una virtualidad que excede a la materialidad de la imagen.
Allí surge entonces: la voz del discurso de Perón sobreimpresa sobre la plaza llena del 17 de Octubre y la plaza llena de pueblo que encarna el cuerpo de Perón. El cuerpo de Evita que es robado y se nos vuelve inasible. La materialidad de Perón que es exiliado y finalmente las olas históricas azules del pueblo que empujan a la devolución de Perón a su pueblo.
Tal vez la potencia de la película de Favio sea la combinación de esos dos elementos aparentemente contradictorios. Por un lado el recurso de una pedagogía que ilustra, hito por hito, los logros en materia de Justicia Social del peronismo. Pero, por otro lado, la percepción de que no es en la racionalidad expositiva de la historia del peronismo esbozada en el film donde encontraremos las claves para comprender el significado del movimiento. Favio parece decirnos que eso ocurre en otra dimensión del relato. En una dimensión visionaria y alucinatoria. Solo ahí podemos abrazar afectivamente al peronismo a través del lente de Favio. Tal vez las encontremos en las palabras que se escuchan de Evita en la secuencia final. “El peronismo es la fe popular hecha un partido”. Ahí podemos encontrar uno de los aportes militantes de Favio. En no olvidar esa dimensión mística que hace que el peronismo sea lo que es.
Nota relacionada: La simbología cristiana y el peronismo en Leonardo Favio.
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