La educación emocional de Sense 8
La serie cuenta con dos temporadas de 12 capítulos cada una, siendo el último capítulo un especial de 2hs que funciona a modo de cierre, ya que la misma fue cancelada. Este episodio final se consiguió por la presión de les miles y miles de fans que, a través de las redes sociales, presionaron para tener la conclusión de su preciada historia. Un mes después de la cancelación, las voces de sus fans fueron escuchadas y se anunció que habría un final. Esto es importante recalcarlo como una gran conquista de la audiencia, una que no sucede muy seguido, aun cuando se hace campaña por ello. Uno de los casos más paradigmáticos fue el del movimiento #SaveConstantine donde miles de fans e incluso actores de la misma serie y hasta el protagonista de Arrow Stephen Amell presionaron también en redes sociales para revivir la serie cancelada, pero sin éxito.
El nombre Wachowski tiene historia y es porque fueron ellas quienes estuvieron detrás de la trilogía de Matrix, una saga bisagra en la historia del cine. Esto se nota en la increíble calidad técnica que tiene la serie a la hora de construir las escenas, resolver los planos y generarle cosas al espectador. Además del increíble guión y la música que acompaña a la perfección. Al momento de trabajar en Matrix conocíamos a las hermanas Wachowski como los hermanos Wachowski. Lana y Lilly, ambas, hicieron la transición de género. Esto es importante destacarlo porque tiene mucho que ver con la serie. Sense 8 es hija de este proceso de transición, es una consecuencia, un efecto directo. La serie cuenta la historia de ocho personas que no se conocen entre sí, que viven en polos opuestos del planeta incluso, pero que quedan conectadas (sin saberlo) de modo que comienzan a poder ver, sentir y escuchar lo que sus otros “Sensates”. Con el correr de los capítulos la trama irá revelando más información acerca de qué significa ser un Sensate y cómo funciona esta conexión, así como la historia de estos seres y cómo es su presente. El término “Sensate” está apoyado en toda una teoría biológica densa e interesante que se va desarrollando a lo largo de las dos temporadas que componen la historia.
La serie cuenta con un reparto de personajes y locaciones muy diverso (que costó millones de dólares en producción y llevó, entre otros factores, a su cancelación), y hay un gran mensaje de amor y aceptación hacia las personas. Se nota que quienes trabajaron en la serie estaban inmersos en la historia y las temáticas que allí se tratan, que tenían un vínculo muy personal con lo que estaban haciendo y un objetivo muy claro de lo que querían lograr, lo que quisieron mostrar. Sense 8 no es uno de esos casos donde la cuestión sea dar un mensaje de inclusión para quedar bien ni abusar de cursilerías, clichés ni lugares comunes. Acá hay conocimiento de causa, experiencia personal, hay un involucramiento real y sincero, acá hay política y militancia al palo. En mi cabeza siempre que pienso en la serie resuena la frase: “Lo personal es político”.
Sense 8 rompe varios moldes al presentar como protagonistas a personajes trans, personas de color y homosexuales. Como así también al mostrarnos locaciones como África o India, pero desde dentro y no desde la visita del héroe blanco heterosexual yankee. Lo hace desde la cotidianeidad del lugar, con respeto e interés por mostrar la cultura y las problemáticas que allí se ponen en juego, al mismo tiempo que nos muestra la diversidad normalizada (en lugar de romantizada o desde lo “exótico”). Gays y trans son personas están representadas con total naturalidad en la serie.
La historia de los Sensates es una gran metáfora. Por un lado, de la persecución que sufre toda persona que sea diferente y se atreva a desafiar la norma. Pero, por el otro, también nos invita a conectar más con las personas, a conocerlas, a escucharlas y dejar de lado las barreras que esta sociedad nos ha enseñado a levantar contra las diferencias. Son series como estas que enseñan el amor y la empatía, en lugar del odio y la violencia, las que necesitamos para crear un mundo mejor, para educar mejor a las próximas generaciones y para normalizar cuestiones que es una locura que no lo sean como la diversidad de géneros. Esta es la educación emocional que series como Sense 8 están legando a las próximas generaciones.
Por último, merece la pena recalcar que Sense 8 es, ante todo, una experiencia, un gran viaje emocional. Hecha para hacer sentir cosas al espectador. Los va a poner felices y también tristes, en definitiva, los va a movilizar de un modo u otro. Es un viaje cargado de emociones y de momentos maravillosos.
La serie ha sido ya una influencia muy positiva y un paso en la dirección correcta. Ojalá con los años surjan más series así y ojalá sepamos verlas, tanto televidentes promedio cómo quienes hacen series (que podrían aprender alguna que otra cosilla y deconstruir algunas cuestiones que les atraviesan a veces sin que ellos y ellas lo noten). Esperemos que la sociedad recoja el guante de la enseñanza que Sense 8 quiere dejarnos, esperemos que algún día estemos a la altura y que ese día llegue pronto. Por mi parte, estoy convencido de que con productos así, ese día está cada vez más cerca.
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