¿Qué carajo es el empoderamiento?
Por Vera Casanovas
Fotografía de Ailén Montañez
Los tweets de Julia Mengolini en torno a lo que simbolizan las fotos en culo y qué hay (y no hay) de empoderante en ello, despertaron en las redes sociales una serie de respuestas que, desde la construcción constante, intentan dar explicaciones a lo que todavía seguimos pensando: ¿Hay empoderamiento en mostrar el culo? ¿Hay libertad?.
El lema de “Mi cuerpo, mis reglas” va acompañado al del empoderamiento que, sin dudas, calan hondo en las subjetividades de las mujeres y chicas jóvenes de hoy. La discusión por el empoderamiento no va contra las mujeres que deciden mostrar el culo en las redes (o cualquier otra parte de su cuerpo), sino que va contra el patriarcado.
Si el “estar empoderada” deviene, tal como indica su palabra, de sentirse poderosa (a grandes rasgos), es preciso reparar en los procesos de poder existentes. Porque no todas tienen acceso al mismo poder, y de eso saben los cuerpos no hegemónicos.
Resulta necesario creer en la idea del empoderamiento como práctica política que sucumbe, y que como toda práctica de poder, responde a las realidades de cada persona.
Empoderante puede ser para una mujer conseguir un trabajo y dejar de depender económicamente de su pareja.
Empoderante puede ser para una chica que tuvo anorexia sacarse fotos y exhibir sin recelos estrías, celulitis y rollos.
Empoderante puede ser mostrar el culo a mucha honra sabiendo que hay una sociedad que tilda de “putas” a las mujeres por gozar como muchos hombres hacen (y no se los señala por ello). Es decir: ¿Si soy “puta”, qué?
Pero ¿El empoderamiento es para aquellas personas que se encuentran en virtud de poderes?
Es preciso saber y reconocer qué posición estamos tomando frente al poder.
No hablamos de Jimena Barón, hablamos de todas esas mujeres que se sienten representadas por un mensaje que habla de empoderamiento pero que en verdad está vacío: porque si de poder hablamos, la hegemonía siempre lo tiene. Reconocer que mostrar un cuerpo hegemónico bajo el lema del empoderamiento y el amor propio puede causar contradicciones, no es ‘yutear’.
Porque es más fácil en este sistema ser hegemónicos.
Porque hablar de "libertad" implica pensar a la misma en un amplio conglomerado de construcciones culturales que no siempre funcionan de ese modo
¿Cuánto hacemos por tener el cuerpo que tenemos? ¿Libertad es ir al gimnasio, hacer dos horas de glúteos y una dieta hipocalórica, además de hacer electrodos una vez al mes?
¿O acaso la libertad no se trata de saber que teniendo otras libertades, elegimos por alguna de éstas?
En condiciones disímiles, con diferentes oportunidades, más o menos, para escoger.
¿El saber nos hace libres? A lo mejor no, pero saber nos permite distinguir por qué tomamos las decisiones que tomamos. Reconocer que una amplia mayoría de mujeres se depila por construcciones culturales, no invalida la práctica en sí misma de depilarse, pero sí nos permite saber: seguiremos atrapadas en las trincheras del patriarcado, de lo que el patriarcado desea de nosotras. Porque algunas pueden con todo, otras con algunas cosas, otras con casi nada. Y está bien.
En un sistema que nos vigila, nos castiga, nos acusa, nos viola, nos cosifica, tomar el lema de estar empoderadas puede ser un camino para romper todo, pero también para sentir que debemos esconder nuestros deseos de mostrarnos porque así lo deseamos y nadie debería impedírnoslo, resguardándonos en la idea del empoderamiento.
El análisis sobre los empoderamientos -subjetivos-, entonces, no invalidan acciones, sino que abren la puerta a que pensemos al mismo reconociendo las líneas difusas entre una supuesta libre elección y un sistema constante que bombardea con la reproducción de prácticas patriarcales sin que nos demos cuenta. O dándonos cuenta, pero no pudiendo cambiarlo.
Mujeres: muestrense cuánto y tanto quieran, comprendiendo las líneas que teje nuestra cultura patriarcal y machista. Y siempre que así lo deseen, destéjanla.