Las Patricias Solidarias
Fotos: José Caselles
Por Franco Muñoz
El robo de un ser humano a otro es algo tan viejo como el mismo universo. ¿Qué motivos llevan a una persona a robarle a otra? ¿Envidia? ¿Pulsiones sexuales que la maldad tiene? ¿Un intercambio económico a raíz de ese siniestro? ¿Poca educación? ¿El hambre nuestro de cada día? Como siempre, decenas de interrogantes y pocas respuestas. Dejemos entonces los desvaríos y vamos a un caso concreto. Patricias Espacio es, en San Juan, un centro productor y receptor de proyectos artísticos que hace unos meses sufrió el robo de instrumentos musicales, equipos y dinero en efectivo, todas herramientas costosas para cualquier paisano o paisana argentina. Las consecuencias de ese accionar fueron claras: sentirse defraudados y defraudados, vulnerados en su propia casa, sumado al no entender el porqué de un acto tan desclasado, como es el robarle la fuente de trabajo a alguien que está en la misma que vos, en vez de tirar piedras contra el patrón que maneja los hilos de la máquina.
Hasta acá, la posible historia de robo de instrumentos musicales para su reventa en el mercado negro. Mas el relato tuvo un final alternativo. Porque los pibes y las pibas de la casa se decidieron y organizaron el “Festival Solidario x Patricias Espacio”, un evento que se celebró el 15 de febrero en el Teatro Municipal de San Juan y del que participaron gran parte de los y las artistas que pasaron alguna vez por la casa. Hubo cantores y cantoras, lectoras que leían a lectoras argentinas, muestras de artistas locales e intervenciones que mezclaban música con literatura y música con bizarreada. Una noche que, con la excusa de recaudar fondos para las pérdidas del proyecto, fue un evento multisensorial.
Sin embargo, sucedió lo que parece ser una característica del ADN del under artístico: poca asistencia, solidaridad sólo expresada por redes sociales, superponer esa misma noche un evento con un público similar por no prestar atención a la agenda cultural del fin de semana y poca comunicación entre colectivos de arte. Esta es una problemática que preocupa a artistas, público y a este comunicador por igual y la solución es difícil de hallar. Tal vez es una cuestión nacional, relacionada con el momento de caos social que se solapa y no se lo ve. Llega el fin de semana y es preferible “quedarse guardao” porque no tenés un mango. O tal vez es una cuestión de falta de empatía.
¿Qué hacer con toda esa energía oscura que hace que las ganas sean nulas? Cerrar los ojos y avanzar. Porque nos roban todos los días. Nos afanan los de arriba, los de al lado y los de abajo. No encontramos solidaridad en el supuesto compañero o compañera más que en el mundillo digital. Pero acá estamos. Porque nos robaron todo menos las ganas de seguir.