Marielle Franco: asesinada por negra, de la favela, lesbiana y feminista
Por María Bielli*
A un año del asesinato de Marielle Franco, los acontecimientos políticos recientes en Brasil ponen luces y sombras sobre el crimen. En la madrugada del 24 de marzo de 1976, fue asesinado Isauro Arancibia en Tucumán, maestro organizado y luchador. Dirían los que escribieron su historia años después, que tenían que matar a un maestro esa madrugada como símbolo del plan asesino que comenzaba con el golpe de Estado. El asesinato de Marielle toma un significado similar. Tenían que matar a una concejala negra, de la favela, lesbiana y feminista, para que el 1 de enero asuma Jair Bolsonaro a instaurar un proyecto de odio con un discurso profundamente racista y homofóbico.
La intervención militar en Río de Janeiro decretada por Michel Temer cumplía un mes cuando Marielle Franco y Anderson Gomes, chofer del auto en el que se trasladaba, fueron ejecutados. Marielle venía denunciando la violencia policial de esa injerencia militar desde su función como relatora de la comisión de la cámara municipal para supervisar la intervención. El 10 de marzo, Marielle twitteo “Debemos gritar para que todos sepan lo que está sucediendo en Acari en este momento. El 41° Batallón de la policía Militar de Río de Janeiro está aterrorizando y violentando a los moradores de Acari. Esta semana, dos jóvenes fueron asesinados y arrojados en una cloaca. Hoy la policía recorrió las calles amenazando a los vecinos. Sucede desde siempre, pero con la intervención empeoró”. Cuatro días después, Marielle recibió cuatro disparos en la cabeza.
Marielle creció en la favela de Maré, fue madre a los 19 años, era socióloga y magister en administración pública. Era militante del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), concejala y presidenta de la Comisión de la Mujer de Río de Janeiro. A cinco meses de su asesinato, la Asamblea Legislativa de Río aprobó cinco de los proyectos que Marielle había presentado. Sus proyectos hablan de ella, de su militancia y de sus preocupaciones. Si su muerte nos recuerda los momentos más oscuros de nuestro país, su vida nos pone en tiempo presente con la militancia diaria de nuestras organizaciones. Uno de ellos establece la creación de guarderías nocturnas en la red municipal de educación. Las guarderías están destinadas a niñes cuyas madres estudian o trabajan en horario nocturno. Sin reemplazar la escolarización, tienen como objetivo generar un ámbito de cuidado permitiendo que las madres puedan llevar adelante otras tareas. La responsabilidad de las mujeres en el trabajo del cuidado es un tema invisibilizado, que afecta fundamentalmente a las compañeras en los barrios y que profundiza la desigualdad y dificulta su autonomía. Distintas estrategias organizativas en los barrios más humildes de la ciudad desarrollan las guarderías que Marielle pone en la agenda política.
Marielle nunca se olvidó de dónde venía. Veía la injusticia y la vivía en carne propia. Convertía la bronca y el dolor en lucha y organización. Por estos motivos, matarla fue un eslabón de la cadena de injusticias y violencias que llevaron a Jair Bolsonaro al poder.
Sobran pruebas del vínculo estrecho entre el poder político actual y los asesinos de Marielle. Esta semana detuvieron a dos policías acusados de ser los ejecutores del asesinato. Uno de ellos, era vecino de Jair Bolsonaro. Por su parte, Adriano Magaljaes da Nóbrega, un ex policía expulsado del Batallon de Operaciones Especiales de Río, se encuentra entre los sospechosos del asesinato y se encuentra prófugo. Este hombre fue premiado con la medalla Tiradentes -el más alto premio de honor concedido por la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro- por pedido de Flavio Bolsonaro, el hijo mayor del actual presidente. La madre y esposa de Adriano trabajaron como asesoras de Flavio Bolsonaro hasta noviembre de 2018.
A un año de su asesinato, el mejor homenaje a Marielle es la lucha contra los gobiernos neoliberales de la región y sus proyectos profundamente patriarcales. No le perdonaron que denuncie y se enfrente al poder. Nos quieren calladas, con miedo. Nos quieren amedrentar y van a hacer todo lo posible para que dejemos de molestar. Marielle florece en cada compañere que no se resigne al odio y a la indiferencia. Nuestra venganza es ser felices. Y nuestra felicidad es la del pueblo entero. Caminamos porque Marielle y tantas otras caminaron y avanzaremos hasta que todo sea como lo soñamos.
* Referente de El Hormiguero en Unidad Ciudadana