El exilio de Zitarrosa: el dolor de un Pueblo
Por Juan Manuel Ciucci
APU: Para arrancar, una pregunta general: ¿cómo surge la película, el proyecto?
Melina Terribili La película surge en un momento en el que venía escuchando hace ya muchos años a Zitarrosa, y tenía casi todos sus discos, cada vez que salía algo sobre él trataba de tenerlo, y un día me pregunté acerca de su historia, pensando en la posibilidad de hacer una película, y cuando leí cómo había sido su vida, su obra en relación a ella, su vida política, me decidí a comenzar la investigación. Esto fue hace diez años, y fue un proceso largo de muchos viajes a Montevideo, donde conocí a su familia, sus hijas y su compañera Nancy. No me quise apurar, no quise acelerar los tiempos porque también necesitaba decantar muchas cosas. Primero separarme de mi vínculo con él como público, y eso llevó un tiempo largo. Pero también conocer más profundamente su cultura, el Uruguay, qué le pasa a la gente con él allá. Hubo muchas cosas que necesitaba conocer en persona, viajando, estando allá, dejando tiempos muertos entre cosas, escribiendo y reescribiendo.
APU: Una parte importante de la película tiene que ver con el archivo personal de Alfredo…
ML: Cuando conocí a su familia me enteré que en toda la planta baja de la casa de una de sus hijas (Serena, quien junto a Moriana viven en la última casa donde vivió familiarmente tras volver del exilio, porque los últimos dos o tres años estuvo separado), estaba ocupada con las cosas de Alfredo. Cuando viajaba las visitaba para charlar con ellas o filmar cosas. Así me fui enterando que este material, esta cantidad de cosas que había dejado al morir, estaban esperando hacia un tiempo un mecenazgo que había sido aprobado pero que no salía ningún tipo de dinero para poder empezar a trabajar en el rescate de estas memorias. Entonces me ofrecí a ayudar, y contacté a una persona que contactó a otra, y así se logró que el Estado se haga cargo del proceso del archivo. Que fue muy largo, porque se dividió en partes, fue realizado por diferentes grupos de archivólogos dados los diversos soportes encontrados. Las cosas se trasladaron al Teatro Solís, y quienes allí trabajan se encargan de os archivos en papel (manuscritos, fotos) y sus objetos personales. Pero todo lo que era cinta de audio y película, se ocupaba otro grupo de archivólogos, por lo que hubo que hacer un trabajo de gestión para que fueran a su vez contratados por el Estado. Ahí se involucró a la Universidad de la República y el Ministerio de Educación y Cultura, y se trasladaron esas cintas a la Escuela de Música. Eso llevo años, pero la etapa sonora se terminó: se digitalizó, se planilló qué hay en cada cinta, en cada casete, estamos hablando de miles de horas. Ya tenía definido en ese momento que la película iba a estar contada en primera persona, y que iba a ser sobre el exilio, pero el rodaje fue un poco a ciegas, porque hasta después de finalizado no pude escuchar qué había en esas cintas. Lo único que deseaba, añoraba, es que realmente hubiera relatos sobre el exilio y en primera persona contadas por él. Y para quien vea la película, verá que sí había, y mucho. Y como era su gran preocupación, todas las veces que habla acerca de algo, el tema del exilio está presente, porque está exiliado. Y cuando vuelve sigue presente el tema. Escuchamos muchas horas, a medida que se iba digitalizando con la montajista, Valeria Racioppi; planillamos, muchos meses hicimos un trabajo de reconocimiento del material.
APU: De todos los Alfredos posibles este es el del exilio, ¿qué le interesó de ese momento suyo, por qué rescatarlo hoy, en este contexto?
ML: Por varias cosas, primero porque el exilio fue muy importante para él, creo que conformó al Alfredo de antes del exilio y el del después, y al que hoy permanece. Fue un hecho trágico en su vida, pero al mismo tiempo lo delineó de ser quien fue. Más allá de que ya era un artista comprometido políticamente, creo que el exilio lo obligó y empujó a reflexionar mucho más aún sobre la situación política. Y el poder dar testimonio o ser testigo, de una parte de la que no se habla tanto de la dictadura. Sí se habla, pero más de los desaparecidos, muertos o presos políticos. Pero el exilio también fue un daño enorme, y él lo cuenta muy bien porque a él realmente lo atravesó de una forma irreversible, hay gente que tal vez quedo viviendo en su lugar de exilio, él no. Por eso me parecía que por un lado era un hecho muy importante en su vida que lo determinaba como artista y como persona, y por otro lado Alfredo proporciona una forma de poder reflexionar sobre el exilio, sobre el destierro, y sobre lo que eso significa. En cualquier parte del mundo, bajo cualquier circunstancia y en cualquier época, porque exiliados ha habido siempre en la historia.
APU: Así dicho parece que lo planteas como una clave de lectura el exilio para entrar a su obra o leerla desde allí…
ML: No sé si toda su obra pero creo que a partir de ahí lo comprendí en profundidad, y es e Alfredo que me interesa mostrar. Y más aún a generaciones jóvenes, porque su trabajo musical está accesible, lo que propone la película no, es algo diferente acerca de él. Y creo que fue un gran pensador político, social, humano. De ahí partía toda su obra, conociéndolo de esa manera podés comprender todo: desde una milonga a una canción de amor de Alfredo.
APU: ¿Cómo te ayuda a pensar esto la idea de artista popular, de la que Alfredo parece ser como su mejor encarnación?
ML: Hay una clave importante en la película que es su imposibilidad para componer estando lejos de su tierra, eso dice mucho. Su obra está lejos de su tierra, él está prohibido, censurado, no puede volver, no puede cantar, no puede componer. El artista popular no es sólo el que sube y canta una canción, es el que también puede ser partícipe de la sociedad en la que le toca vivir. La obra, la persona, es un todo; hay una coherencia entre la persona y el artista. Popular, con la empatía hacia las cosas que él tenía en la vida, porque popular tiene que ver con eso también, no con cuan escuchada puede ser una canción o un artista. Él se consideraba un cantor popular, se definía así, y así lo siento. Y hay poca música en la película, pero responde a lo que contaba antes: si la película habla sobre el exilio, y él en el exilio no puede componer, sería contradictorio que tuviera mucha música. Creo que la que está, que tampoco es poca, también haba de las otras canciones, de algún modo hablan de su obra en general.
APU: Algo interesante con Alfredo es que le cuesta componer, comienza con las Contracanciones y termina con una obra superlativa como Guitarra Negra…
ML: Cuando empieza con las Contracanciones es cuando ya entra en crisis con su propia obra: qué tengo que decir cuando alrededor mío están matando, torturando, cuando hay tanta injusticia. Las comienza a hacer cuando está prohibido, y da término en Guitarra Negra que la termina en el exilio. Son letras que nacen con una conexión muy profunda con un realidad muy profunda, pero que dan luz a una obra brillante. Proporcionalmente equitativa la calidad de esa obra, al dolor de lo que está hablando...
APU: Y es interesante en torno al “silencio creativo” de su exilio, tras el cual se origina una obra tan abismal…
ML: En España no a entendieron a Guitarra Negra, y en Méjico sí. En la película se sugiere esta diferencia en los exilios: en España es totalmente incomprendido, no tiene trabajo, es ignorado como artista. Mientras que en Méjico es recibido con mucho cariño, lo escucha, lo respeta, entiende su obra y le dan trabajo. Y le dan un país donde vivir, porque en España estaba indocumentado, no podía salir del país, estaba prácticamente prohibido, le habían quitado el pasaporte. Él presenta Guitarra Negra en Méjico, pero hay una anécdota de que alguien que ofició de representante se la llevó a una discográfica española, y quienes allí la escucharon dijeron “pero si este tío ni canta” (risas). Creo que será una obra que estará vigente siempre, a pesar de que es tan detallista y tan intimista, tan personal, al mismo tiempo es tan universal lo que dice. Sabía que Guitarra Negra iba a ser una de las pocas obras que iban a estar en la película, y eso me gustaba.
APU: En el marco de lo que se proponía contar, y de la muerte de Alfredo tras el regreso, que aún nos es difícil de explicar, entender, ¿cómo fue trabajar en el final que tiene la película?
ML: Fue terrible, a mí ese final me dejó noches sin dormir. Trabajé como mano derecha con una montajista que es maravillosa, Valeria Racioppi. Y que me permitió poder sentirme más confiada en este tipo de decisiones porque me daba mucho miedo ese fina. Me generaba mucha angustia, que eso lo que genera ese final. Pero ser yo la responsable de ese final… realmente estuve noches sin dormir. Pero nos tomamos un tiempo, se charló familiarmente, todos pudimos procesar que era lo mejor para poder entender por qué el exilio lo mata a Alfredo. Sin grises, sin tratar de maquilar nada. Ese golpe duro, letal, que es el exilio, y el desexilio que es lo peor que yo creo que le pasa. Porque en el exilio todavía está la esperanza de volver, esto que dice “vamos a reconstruir el país”, o cuando dice en Méjico “aspiro a no morirme antes de que el continente sea socialista”. Es como que se sufre pero todavía está “lo que va a pasar cuando volvamos”. Pero volver y encontrarte con el desexilio es terrible, es parte del exilio, es como imposible volver. Vos podés volver físicamente, pero volver no volvés más. Una autora que leí para la investigación, María Zambrano, dice “el exiliado dejo de existir ya, vuelva o no vuelva”. Es una película que me costó mucho emocionalmente, porque es una historia muy dura.
APU: ¿Qué pudo apreciar del recibimiento de la película en Uruguay?
ML: Lo que recibí del público fue muy fuerte, hay una reflexión hacia qué pasó con la sociedad y Alfredo en ese momento, hay una sensación de deuda muy grande. Eso fue en la Sala Zitarrosa, fue tremenda la proyección, yo salí normalmente pero a los días me costó mucho recuperarme. Las devoluciones de la gente, había personas muy emocionadas, que incluso vivió esas etapas. Por un lado va a ayudar a que nuevas generaciones se acerquen a la figura de Alfredo pero no sólo como músico: como poeta, como pensador, como escritor. Creo que tiene una riqueza mucho más amplia de lo que se aprecia de él. Quería ser escritor, estaba en sus planes eso en los últimos años de vida, pensaba dejar de cantar y dedicarse a escribir, que era lo que realmente le daba su mayor satisfacción. Y hay muchos poemas inéditos en estas memorias que se han rescatado, la película muestra algunos pero hay muchísimos más. Y hay un trabajo por hacer en Uruguay, y es que falta el espacio donde este material esté al alcance de la gente (en la película mostramos un 5%) como un material de memoria, de reflexión, de estudio, de consulta. Particularmente me gustaría mucho que la gente joven se acerque a la película, y que ya pasó y fue muy lindo. Con la gente de generaciones más grandes es un poco previsible lo que pasa, hay mucha emoción, pero me gustaría mucho que la gente joven descubra a Alfredo Zitarrosa.