Ariel Goldstein: "La visita de Bolsonaro es un arma de doble filo para Macri"
Por Manuel Barrientos y Walter Isaía
El presidente brasileño Jair Bolsonaro realizará su primera visita oficial a la Argentina este jueves 6 de junio. En el encuentro con el presidente argentino, Mauricio Macri, discutirán una agenda bilateral que prevé temas como la reestructuración del Mercosur, Venezuela y las elecciones presidenciales en Argentina. Movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos convocan a una jornada masiva en la Plaza de Mayo en defensa de la soberanía y de la solidaridad latinoamericana.
Doctor en Ciencias Sociales y docente de Política Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires, Ariel Goldstein es el autor del libro “Bolsonaro. La democracia de Brasil en peligro”, que acaba de ser publicado por la Editorial Marea. En diálogo con el programa “Algo con Erre” de FM La Tribu, analizó las características del ascenso al poder, los apoyos de los sectores evangélicos, su vínculo con el Ejército y las razones de su respaldo a Macri.
¿Por qué señala que la llegada de Bolsonaro a la presidencia no es un fenómeno aislado, sino que debe leerse desde la historia de Brasil?
A diferencia de la Argentina, Brasil tiene una historia donde ya había candidatos sin partido, o con un partido minúsculo, que llegaron al poder subidos a una ola de opinión pública. Es el caso de Jânio da Silva Quadros, que llegó a la presidencia en 1960 con el lema de la escoba para barrer toda la corrupción del país; y es el caso de Fernando Collor de Melo, que -con un “partido de alquiler” como el Partido de Reconstrucción Nacional- le ganó el balotaje a Lula en 1989. Entonces, Bolsonaro podría inscribirse en esta historia en dos vertientes: en la de candidatos que sin un partido importante consiguen llegar a la presidencia subidos a una ola de la opinión pública; y segundo, de candidatos que hacen un uso político del tema de la corrupción, dividiendo a la sociedad entre honestos y corruptos, para sacar un rédito político. Así que Bolsonaro no es plenamente una ruptura, sino que se pueden establecer ciertas líneas de continuidad.
¿Qué importancia tienen los sectores evangélicos en el gobierno de Bolsonaro?
Él fue estableciendo vínculos con pastores evangélicos. Y fue bautizado en Israel por el pastor Everaldo, que es uno de los líderes del Partido Social Cristiano, que tiene mucha influencia. Hoy la bancada evangélica en Brasil tiene 200 diputados y 8 senadores. Es un poder muy fuerte, diría que uno de los principales sostenes del gobierno. Y Bolsonaro está promoviendo una agenda conservadora vinculada a esos grupos, que tiene que ver con el estatuto de la familia: ¿qué significa que la familia está constituida por el padre y la madre en términos tradicionales? El padre es visto como el proveedor y la mujer como una ama de casa. Presenta también una visión tradicional de los roles de género, sumado al tema de la llamada “cura gay”, con el objetivo de que los homosexuales vuelvan a ser heterosexuales. Es una agenda que Bolsonaro lleva a la presidencia. Particularmente, uno de los pastores, Marco Feliciano, que fue presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso, fue uno de los aliados clave de Bolsonaro. Y hoy sigue siendo uno de sus principales interlocutores. Son intermediarios clave entre el presidente y las bases populares del gobierno. Por eso, cuando se habla de que Bolsonaro podría ser sometido a un proceso de impechmeant, habría que relativizarlo. Al tener el apoyo de la bancada evangélica, tiene el respaldo de 200 diputados. Y hay que recordar que el 89 por ciento de la bancada evangélica votó a favor de la destitución de Dilma. Así que es difícil que se concrete esa idea de la izquierda de una posible caída de Bolsonaro, porque no se condice con la situación parlamentaria.
¿Hay un respaldo monolítico entre todos los sectores evangélicos?
No veo una posibilidad de quiebre. Hay distintos sectores, distintas iglesias, distintas tendencias, pero observan a Bolsonaro como el primer presidente que promueve como políticas públicas esa agenda evangélica. La pastora evangélica Damares Alves es la ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos y lleva adelante políticas con una perspectiva cristiana, como ellos la autodenomina. Además, Bolsonaro está supliendo las dificultades que tiene en el terreno económico por medio de esta agenda cultural conservadora de los grupos que lo apoyan. Es donde más fácilmente puede conectar con las bases.
¿Qué puntos de contacto y diferencias presenta con Macri?
Por un lado, tienen diferentes alianzas. Los evangélicos no tienen el mismo peso en la Argentina, ni están apoyando de forma cerrada el gobierno de Macri. Además, Cambiemos impulsó el debate por la legalización del aborto en el Congreso, algo que puso a los evangélicos del otro lado, aunque luego el PRO no se haya alineado de forma mayoritaria a favor del proyecto. También es distinto el peso de la Iglesia Católica en la Argentina. Así que las coaliciones que respaldan a ambos presidentes son distintas. Ahora bien, a nivel del liberalismo económico que buscan promover en la región hay puntos de contacto. Por eso mismo, Bolsonaro quiere que Macri sea reelegido y ha manifestado su apoyo de forma explícita en varias oportunidades. Y el kirchnerismo representa un fantasma que quiere evitar a toda costa. Así que hay una alianza en el rumbo económico y político para la región. Otro punto en común es el rechazo al presidente Nicolás Maduro.
¿Cómo es hoy la relación de Bolsonaro con otro sector fundamental para su ascenso como el Ejército?
El Ejército usó en cierta forma a Bolsonaro para llegar al poder, y Bolsonaro usó a los militares también. Bolsonaro tiene una historia difícil con los militares, porque casi fue expulsado del Ejército en 1988, porque intentó hacer un atentado para hacer volar un cuartel con bombas y destituir al ministro de Guerra del presidente José Sarney. Fue juzgado y absuelto, por cinco votos contra cuatro, pero quedó en una posición muy desprestigiada internamente. En el Club Militar, que es una de las instituciones más influyentes, no era querido y pasó a ser concejal por Río de Janeiro. Se transformó en una especie de sindicalista de los militares, pero tenía más apoyo entre los cadetes y los cuadros de bajo rango, ya que pedía salarios más altos. Si uno piensa en lo que está sucediendo ahora, persiste esa desconfianza entre ambas partes. A los militares les sirvió para llegar al poder, pero Bolsonaro les resulta bastante impredecible porque fomenta la división permanente como forma de gobierno. Y promueve ideas peligrosas para la diplomacia brasileña, como su ataque al gobierno de Venezuela que podría llevarlos a una guerra. Los militares tienen posiciones más cautas con respecto a esto. Es un juego de tira y afloje. Y el vicepresidente Hamilton Mourão busca presentarse como un personaje más moderado, frente a la verborragia y al estilo polémico de Bolsonaro, que de forma permanente ataca a quienes piensan distinto, a los grupos de izquierda, a las minorías sexuales. Hay una tensión permanente, porque la llegada a la presidencia les sirvió a los militares para poner cuadros técnicos en el Estado, pero persiste esa desconfianza.