Eloísa Cartonera: hacer literatura con lo que sobra
Por Daniel Mundo
A esta altura, Eloísa Cartonera no necesita ser presentada pues, desde su marginalidad auto elegida, "La Carto" organizó un catálogo de autores impresionante, al tiempo que fundó una tradición. "Hoy hay más de 300 editoriales como Eloísa Cartonera en todo el mundo”, nos cuenta María Gómez, una de sus trabajadoras. Y agrega: “La Carto fue la primera. Nos invitan a un montón de lugares del mundo para que contemos nuestra experiencia".
Agencia Paco Urondo: "La Carto" reúne los dos extremos del imaginario social, el libro y el cartón. El cartón simboliza lo más descartable de nuestra sociedad, y a la vez es lo que les permite sobrevivir a los estratos sociales más marginados, los cartoneros. Por otro lado, el libro simboliza la cultura letrada y por lo tanto acomodada y reproductiva: es el medio donde se acumuló el saber durante miles de años. ¿Cómo se hace cargo de esta mezcolanza Eloísa Cartonera?
Eloísa Cartonera: ¡Oh! ¡Qué pregunta! Eloísa no se hace cargo de esas preguntas, o mejor, de esas respuestas. Nosotrxs, ahora pensando desde el presente absoluto, fuimos/somos más bien una editorial de supervivencia. Ahora lo veo claro. Nosotrxs podríamos ser ese gesto, ese último gesto civilizado de hacer libros con lo que resta, con lo que sobra, con lo que supuestamente no sirve. Pero bueno, esta mezcolanza también viene de los libros, de la poesía y de la locura de Buenos Aires. Y un poco del peronismo también. Nosotrxs queríamos crear trabajo, poesía y trabajo. Era más o menos esa la movida. No un trabajo formal, sino la chance de pasar a la acción. Hacer libros con cartón es devolver la experiencia multiplicada, esa es la cuestión. "La Carto" fue siempre esa aventura, hacer con lo que hay en la urgencia.
APU: Qué linda frase esa: “Hacer con lo que hay en la urgencia”. Es una idea un poco límite, ¿no?
E.C.: Qué sé yo, puede ser. Lo que sí sé es que "La Carto" es una editorial popular, sin dudas. Porque está en permanente tensión. Después tendríamos que definir qué es lo popular (risas). Para eso fuimos a la universidad. Estudiamos. Pero no sé si llegamos a comprender por ese camino qué es lo popular.
APU: Si bien el catálogo de ustedes es extensísimo, lo que vuelve imposible definir un único criterio de escritura, "La Carto" mantiene una relación política con la lengua. ¿Quisieras contarnos un poco cómo es esa relación?
E.C.: Lo primero que te diría es que justamente no hay "un" estilo cartonero, una "política" cartonera. "La Carto" no tiene principios. Es más, acá se podría aplicar la famosa frase de Groucho, "si no le gustan mis principios...". En ese sentido, es una editorial amoral. Pragmática. Pensá que nosotrxs publicamos desde Marton Adán (por primera vez), un poeta vanguardista peruano del 20, hasta Morena Vega, una niña de 13 años. Son cosas muy distintas, pero no son “cualquier” cosa. Sí hay una liviandad respecto de la calidad. En ese sentido no nos creemos editores ciruelas ni profesores de talleres literarios, al contrario. Las afinidades se dan por diversos motivos. Pero también publicamos la colección brasilera o la colección chilena, algo de lo más sofisticado y raro. Y lo hacíamos antes que todos, cuando nadie publicaba eso. Publicamos a los sudacas borders y a Douglas Diegues, que escribe en un portuñol salvaje, así como también publicamos a Aira y Dalia Roseti. Digamos que esos libros son la invención de un puro deseo. No mucho más. Todo lo que vino después se dio en el tiempo. Es cierto que al principio fue rápido. Una idea disruptiva. ¡Mezclar civilización y barbarie en un libro! Quizás eso querías decir al principio, pero eso no es algo que se piensa al interior de la editorial. Quizás lo deliberado fue la risa. Eso sí. Nos reímos mucho. Pero bueno… siempre hay algo trágico convertido en risa. El gesto lamborghiniano. Asumir la tradición, asimilarla y devolverla multiplicada. El cross a la mandíbula de Arlt. "La Carto" es profundamente literaria. Ahora sacamos una novela de Juan Desiderio. O libros de poesías muy, muy distintos como el de Anahí Mallol y de Tamara Domenche, por ejemplo. Estamos contentxs.
APU: ¿Qué querés decir con "profundamente" literaria"?
E.C.: Nos reímos un poco de eso. De los criterios, digo. De lo “profundo”. Al principio teníamos una premisa: un libro cartonero no se le niega a nadie. Y eso hablaba, no del precio, que también era cierto, sino de la publicación. Pensá que "La Carto" capta toda la onda de lo que después se institucionalizó como impresión a demanda. Eso, en el 2003, no se hacía. Nosotros teníamos una fotocopiadora de barrio (salían 5 y 10 centavos la simple faz) y hacíamos 5, 10, 20 juegos, si era para una presentación. Y a medida que los vendíamos, íbamos reponiendo. Una lógica de reposición de supermercado. Que viene de la literatura, de la poesía. Sin Lamborghini no habría nada. Primero publicar, después escribir.
APU: ¿Cómo es la relación con los autores? Evidentemente no es una de las relaciones tradicionales que un autor mantiene con una editorial.
E.C.: Un eslogan cartonero es que es la editorial que más amigos tiene. Hubo mucha onda con "La Carto". Desde el primer día. Tanto los autores, que se coparon, y están también los lectores. Y la editorial no sería nada sin sus lectores. " La Carto" es un poco de todxs. Ale, nuestro compañero, tiene la teoría de que antes de "La Carto" las tapas de los libros eran mayormente sosas. Ahora vas a cualquier feria y las tapas de los libros parecen pósteres de película. ¡Ale dice que ahora hay competencia con el color! Jaja.
APU: Es difícil pensar que las cosas suceden por casualidad, ¿no? Digo, la aparición de una editorial como Eloísa Cartonera no puede ser por azar…
E.C.: Y sí… Yo creo que "La Carto" sucede en un tiempo de transformación y asume las cargas que vienen con eso y también las que le salen al paso. Asumimos la precariedad y la transformamos, la devolvemos, la convertimos en otra cosa. Muchas características actuales del mundo "independiente" del libro comenzaron en esa época. Y parten de esa precariedad. "La Carto" capta esa energía colectiva tan potente que hubo en nuestro cambio de siglo, tan traumático, ¿no? Es un emergente de esta Aldea Global. Y también de esa viralización que sucede muy rápidamente. Es un fenómeno de la época, totalmente, es una hija ilegítima de la era eléctrica, si me permitís un menjunje. Viene del viejo mundo clasificatorio de la imprenta al mundo global de la precariedad del cartón. Y se expande como un virus informático, tomando elementos del sistema para hacerlos "cortocircuitar".
* La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de los entrevistados