Perla Suez: “Cuando escribo intento acercarme a personajes y territorios marginados”

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Perla Suez: “Cuando escribo intento acercarme a personajes y territorios marginados”

01 Agosto 2020

Por Analía Ávila

Uno de los epígrafes que abre Furia de invierno, la última novela de la escritora cordobesa Perla Suez publicada por Edhasa (2019) es de Roberto Arlt, tomado del relato “Las fieras”: “No te diré nunca cómo fui hundiéndome, día tras día, entre los hombres perdidos, ladrones y asesinos y mujeres que tienen la piel del rostro más áspera que cal agrietada (…)”. En este sentido arltiano el relato de Perla es “un cross a la mandíbula”, una novela negra con una arquitectura precisa pensada hasta el mínimo detalle, que atrapa y mantiene en vilo hasta la última línea.

Luque, el protagonista de la historia, tiene mucho de los personajes lúmpenes arltianos, es un joven huérfano, abandonado por su pareja, y ya desde el inicio de la historia en 1979, plena dictadura, está huyendo desde Buenos Aires a Asunción, Paraguay, para tratar de dejar su pasado atrás. En 1983 en Ciudad del Este trabaja como “pasero” junto a un gendarme, cruzando mercadería por la frontera, y se enamora de Isabel, una adolescente entregada por el padre a Luque. Después de hechos violentos que incluyen un femicidio, un homicidio y un secuestro, la historia finaliza en 1994 con el regreso del protagonista a Buenos Aires.

Furia de invierno tiene oraciones breves y una prosa seca desprovista de adjetivos; la potencia está dada por los verbos de acción y los que marcan el paso hacia el plano onírico, las escenas son cinematográficas. Hay señales anticipatorias y símbolos propios del género policial, el gesto de Suez fue incluir fragmentos inesperados que perturban y funcionan también como pistas de lectura. Como ese pato salvaje que cae muerto a los pies de Luque, que “golpeó el suelo con un ruido sordo idéntico al que hubiera hecho un cuerpo humano”, al final del primer capítulo. Y también la cruel indolencia de Luque en la escena que presencia el ahogo de un niño, hecho que después se resignifica cuando el lector avanza en la lectura y descubre la forma en que murió su padre.

Las imágenes del pasado persiguen y acechan a Luque que huye para olvidar, pero no puede desprenderse de los recuerdos. Vive entre la realidad y el ensueño, y también entre dos tiempos, el pasado angustiante y el presente. En la narración hay flashbacks disparados por aromas o escenas, como en el primer capítulo que en el tren, un vendedor de peras le trae al protagonista la imagen del ciruelo de la casa de su madre y un diálogo inconcluso con ella; o cuando caminando por la ciudad la visión de una joven y su hijo al que llevaba por la fuerza, le trae a la memoria los encierros y castigos a los que lo sometía su padre en su niñez.

El epígrafe de “Las fieras” concluye así: “(…) A veces, cuando reconsidero la latitud a la que he llegado, siento que en mi cerebro se mueven grandes lienzos de sombra, camino como un sonámbulo y el proceso de mi descomposición me parece engastado en la arquitectura de un sueño que nunca ocurrió”. De la misma forma Luque emprende un derrotero que lejos de salvarlo lo hunde y lo desintegra cada vez más, su andar en círculo lo devuelve a Buenos Aires en julio de 1994, con toda la furia del invierno y un sorprendente final.

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APU dialogó con la escritora Perla Suez:

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo fue el proceso de escritura de Furia de invierno y cuánto tiempo te llevó terminarla?

Perla Suez: No fue fácil encontrar una trama compleja y encontrarme con Luque, sus contradicciones y ambivalencias. Cuando escribo intento acercarme a personajes y territorios expulsados y marginados por la sociedad.
El trabajo de la escritura concreta duró alrededor de tres años, pero me encontré con Luque mucho antes y una vez que lo conocí por dentro, ya no pude desentenderme de él. El desafío ha sido poner en tensión el lenguaje buscando ahondar en lo más oscuro y visceral intentando desarmar mis propios prejuicios. Desde que escribí mi primera novela corta Memorias de Vladimir personajes inquietantes han sido una necesidad persistente.

APU: La arquitectura de la novela atrapa a quien lee. ¿Cuál es tu relación con la novela negra y qué escritores y escritoras del género te influenciaron?

P.S.: Es muy difícil precisar cuáles escritores o escritoras me han influenciado. Así como es muy difícil decir si ha sido el género negro el que me ha llevado a escribir Furia de invierno. Lo que sí sé es que el estilo filoso e implacable de escritoras como Marguerite Duras y Marguerite Yourcenar han sido para mí una muestra de maestría para hablar de la naturaleza humana y una visión lúcida de las mutuas dependencias de víctimas y victimarios. También escritoras como Clarice Lispector, Sara Gallardo, Krista Wolf, Herta Müller me han atrapado como lectora y no he podido escapar de sus miradas. Y la imprescindible Joyce Carol Oates, sutil y sigilosamente letal.

Para no omitir el género policial en particular, hay una novela clásica que fue fundamental en mis lecturas: El secuestro de Miss Blandish, de James Hadley Chase. Finalmente, entre otros escritores contemporáneos que han sido significativos para mí, tal vez tenga que nombrar en este momento a William Goyen, Kazuo Ishiguro y Aleksandar Hemon.

APU: ¿Cómo delineaste los rasgos de Luque, el protagonista? Hay dos ciudades llamadas Luque, en Paraguay y en Córdoba, esto abona al tema del doble que recorre la novela. ¿Pensaste el nombre con ese sentido?

P.S.: Luque, que creció como un huérfano, tiene recuerdos vagos y contradictorios de lo que realmente le sucede y le sucedió. La ausencia de la madre y la presencia de un padre atormentado vuelven a Luque un enigma incapaz de resolver por él mismo su vida. Yo pretendía construir ese personaje en un escenario hecho de recuerdos y amenazas, sueños y desarraigos. Pretendía escribir una novela desafiante con un personaje extraviado intentando expandir las posibilidades que la ficción me ofreció.

El tema del doble recorre toda la literatura desde Edgar Allan Poe en adelante y eso ha sido siempre perturbador para mí, pero nunca se me hubiera ocurrido asociar estas dos ciudades como vos lo hacés de modo asombroso: ésa es la tarea de una lectora avezada. 

APU: ¿Cómo trabajaste el tema de la memoria en la novela?

P.S.: En Furia de invierno traté de contar cosas que escuché o viví pero que se convierten en imágenes oníricas que se van plasmando en una brutal pesadilla. Todo el trabajo de la escritura es la necesidad de transformar la materia del recuerdo en una materia diferente, multívoca y tenaz. Lo que está en la memoria termina apareciendo en la narración de otro modo y desde otro lugar, las pequeñas cosas que una arrastra en su historia empiezan a crecer como una nueva creatura y esa es una de las aristas fascinantes de contar una historia.

Conocer quién se es, es una pregunta ineludible que en la vida de Luque llega en algún momento. El narrador, entre otras cosas, revela imágenes, colores, sabores, pero la memoria en esta novela es parte de un territorio incierto.

APU: Furia de invierno tiene mucho del cine, podría adaptarse a un guion. ¿Cuál es tu relación con el lenguaje cinematográfico?

P.S.: El cine ha calado fuerte en mí por mi formación y por gusto. Cine y literatura trabajan en la oscuridad de mí misma. Tengo la certeza de que sin ver en imágenes las escenas, no puedo escribir. Para mí la literatura se tiene que visualizar.

APU: Contanos acerca de tus proyectos en cuanto a la escritura y en general.

P.S.: Estoy trabajando desde hace unos años en un fotolibro con fotografías que tomé hace más de cuarenta años en un viaje a dedo que hice con mi compañero de vida. Tomé más de cinco mil fotos en un viaje desde Perú hasta el sur de Chile, de Praga a otros rincones de Europa Oriental. He guardado ese material en un cuarto oscuro y fresco durante todos estos años. Hice una selección y me he quedado con unas setenta fotos a las que les estoy escribiendo relatos y tratando de hacer un contrapunto entre esos dos modos de vincularme con el arte. Por otro lado, estoy trabajando intensamente en una nueva novela.

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Biografía

Perla Suez nació en Córdoba. Es licenciada en Letras Modernas y fue becaria de los gobiernos de Francia y Canadá. Fue fundadora y directora del Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil y de la revista Piedra Libre. Ha publicado, entre otros libros, Dimitri en la tormentaMemorias de VladimirEspero y Uma. Ha recibido, entre otras distinciones, la Mención Especial del Premio de Literatura Infantil José Martí, el White Ravens y el Premio Octogonal de París.

Publicó las novelas LetargoEl arresto y Complot, posteriormente reunidas en Trilogía de Entre Ríos. Por este volumen recibió el primer Premio de Novela Grinzane Cavour y el primer Premio Municipal de Novela del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En 2007, ganó la prestigiosa Beca Guggenheim con la novela La Pasajera. En 2013 publicó Humo Rojo, y obtuvo el Premio Nacional en la categoría novela; en 2015, El país del diablo, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y en 2018, su libro de cuentos Aconcagua (Editorial Ojoreja, Buenos Aires) fue uno de los ganadores del Concurso de Proyectos Editoriales del Fondo Nacional de las Artes. En 2019 publicó su última novela Furia de invierno (Edhasa, Buenos Aires) que este año es finalista de la primera edición del Premio de Novela Fundación Medifé Filba (FMF). Sus obras han sido traducidas al inglés, al italiano, al serbio, al francés, al turco y al griego.