Enfrentados en la vida, juntos en el ring: radiografía de la desigualdad
Por Manuela Bares Peralta
“Enfrentados en la vida, juntos en el ring” fue la estrategia publicitaria con la que se promociono la pelea entre Martin “El Renacido” Jara, que actualmente se encuentra preso en la Unidad Carcelaria N° 48 de San Martín, y el policía bonaerense Julián “El Diamante” Gómez. Bajo esa premisa se congregaron cerca de mil espectadores, en su mayoría pertenecientes a las fuerzas de seguridad, custodiados por 24 agentes del servicio penitenciario, tres móviles, una unidad táctica y alrededor de veinte efectivos de la Policía provincial para seguir de cerca el evento que, bajo la organización de Marcos “el chino” Maidana, duró aproximadamente dos minutos.
Con una gran puesta en escena, el evento logró picos de 3.5 de rating y se convirtió en lo más visto del día sábado 27 de octubre en Canal 9. Además, la amplia difusión y viralización que alcanzó en plataformas, redes y portales de noticias. Si bien esta pelea forma parte de un proyecto para lograr la reinserción de las personas privadas de la libertad a través del deporte, lo que se generó a su alrededor no hace otra cosa que reforzar estereotipos y prejuicios.
Tras el nocaut antes de que se escuchara la campana anunciando la finalización del primer round, Julián Gómez gritó “¡Viva la fuerza, viva la Policía, viva la gente de bien!”. Sin dudas, lo que se nos presentaba como la posibilidad narrativa de emparejar, aunque fuera por un rato, arriba del ring una relación desigual en la realidad, no era más que una ilusión. Dos pibes que quieren ser boxeadores, pero una buena puesta en escena que intenta hacerse eco de los shows montados en Las Vegas más preocupada por el marketing que por la inserción social.
En este sentido, la apuesta cumplió en términos de rating, pero lo hizo a fuerza de profundizar la fractura social que ya existe, donde el chorro es chorro siempre, aunque haya cumplido su condena, y el policía es policía las 24 horas del día, aunque haya colgado el uniforme. Para que el deporte cumpla un rol transformador necesita de un Estado capaz de transformar su discurso y su propio accionar, pero también de un aparato de propaganda que se aleje de las lógicas dominantes con las que se producen las series policiales.
El boxeo es más que un deporte, es también un show televisivo. Ringo Bonavena y Christy Martin hicieron de la previa una condición sine qua non para subirse al ring y popularizarlo. En ese juego, la televisión es su principal difusor, pero sobre ella operan los mismos obstáculos a los que se enfrenta una persona que acaba de recuperar la libertad. Quizás acá el debate sea cómo compatibilizar las reglas de la televisión con una mirada social, pero en una época donde la pantalla chica es uno de los mayores engranajes de una maquinaria que aún hoy intenta normalizar la injusticia y la discriminación pero también su principal difusor.