Aportes para luchar contra las asimetrías del lenguaje de odio
Por Marx Bauzá | Ilustración: Tony Plemons-Pearson
Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
Hay palabras de uso coloquial como el verbo denigrar o su familia de palabras (denigración, denigrado/a/os/as, denigrante, denigrantemente) que están atravesadas por una mirada colonialista que, aún en nuestros días, sirven como herramientas opresoras de las personas más humildes en las de las que muchxs afrodescendientes forman parte debido a las asimetrías sociales que persisten en el seno de las sociedades de cada una de las culturas latinoamericanas, desde los tiempos de la corona española.
Debemos analizar el lenguaje y restarle valor, evitando su uso hasta que eventualmente se pierda.
Miren estos ejemplos diferentes:
“¡No te dejés denigrar así! Vos sos valioso”.
“¡No te dejés maltratar así! Sos valiosa”.
“Eso que decís es denigrante”.
“Eso que decís es desubicado. Estás fuera de lugar”.
Aprendamos a elegir las palabras. De todas formas, también podemos revisar la palabra negro desde una acepción diferente. La misma palabra tiene una acepción positiva en los espacios de amor y afecto que construimos los latinos a través de nuestros vínculos. Es un poco difícil de explicarles a los ingleses o norteamericanos pero así son las cosas en este rincón de Latinoamérica.
"Gracias, Negrito”. Estas fueron las palabras de agradecimiento del delantero uruguayo Edinson Cavani a un amigo que lo felicitó tras la victoria del Manchester United frente al Southampton. Esas sencillas palabras de afecto, son usadas peyorativamente en ciertos países anglosajones, donde habitualmente existen marcados índices de odio, racismo, xenofobia, violencia policial y muerte.
Según la Academia Argentina de Letras, creada en 1931 porque “el idioma castellano ha adquirido en nuestro país peculiaridades que es necesario estudiar por medio de especialistas”, explican que lo expresado fue malintencionado a través de una lectura errónea y de no entender el funcionamiento del lenguaje en nuestros territorios. Acá, tanto en Argentina como en Uruguay, se usa de modo afectuoso.
A Mercedes Sosa le decimos “La Negra”.
A Sergio Prina le decimos “Negrito”.
A Yudith Pintos le decimos “Negra”.
A Rubén Rada le decimos “Negro”.
A los niños pequeños y niñas pequeñas les decimos “Negri, ya está la merienda”.
“Miren los juguetes hermosos que trajo el tío para sus negritxs bellxs”.
A Rubén Kempa le decimos “Negro”.
Al “Negro” Fontanarrosa le vamos a seguir diciendo igual. ¿Verdad, Mendieta?
En síntesis, el “negro” es usado de forma coloquial y afectuosa con nuestros vínculos. Hay dos formas diferentes para la misma palabra. Esto lo tienen que entender. Todo es cultural. Puede que la RAE no se expida muy pronto, pero lo que dice la Academia Argentina de Letras avala el decir de estos nuestros pueblos hermanados por el Río de La Plata.
Necesitamos poner esto de modo claro para que sea comprendido y asimilado, porque sino las culturas hegemónicas seguirán colonizándonos, imponiéndonos a la fuerza que cambiemos nuestro lenguaje por expresiones políticamente correctas que no necesitamos. Sus posturas son afrentas a la moral de las personas y al respeto que une a nuestros países.
Párrafo aparte merecen ciertas manifestaciones de odio, que esperamos sean “baneadas” de nuestras vidas porque las consideramos afrentas morales detestables y horribles hacia muchas personas que viven en situaciones de marginalidad, pobreza, exclusión y bajo condiciones poco dignas:
“Estxs negrxs de mierda no quieren trabajar”. Esa es la típica frase de la oligarquía que paga sueldos de miseria y en “negro” y que no ofrece cobertura médica, social o de sepelios, aguinaldo y vacaciones.
En 2021, en Tucumán, dejaron pudrir varias toneladas de limones porque el salario que ofrecen a los changos recolectores es menor a la remuneración básica. ¿Una empresa que gana cientos de millones de dólares no puede erogar un porcentaje de sus millonarias ganancias a los obreros y obreras para que estos vivan mejor?
Ya sabemos que les encanta la opresión y la explotación laboral. Gozan con el sufrimiento del otro. Son nefastos, viles, hipócritas que luego van a golpearse el pecho a misa o el templo o sinagoga de su preferencia. Es odio de clase eso que sale desde adentro y se expande.
Otras frases horrendas:
"Esa gorda negra anda con los críos y se gasta sus ingresos de la tarjeta alimentar en vino o boludeces así".
"Esos negros villeros están escuchando cumbia a todo volumen".
Si consiguiéramos redistribuir las riquezas y le diésemos o diéramos, desde el Estado, una renta básica universal a todos y todas y modificáremos la educación y la cultura les puedo asegurar que el mundo sería completamente diferente.