SuperNature: el especial de Ricky Gervais que desarma tabúes a través del humor
Por Sofia Manin
Ricky Gervais, la mente detrás de The office, llegó a Netflix con su segundo especial de stand-up tras haber firmado un millonario acuerdo de exclusividad con la plataforma de streaming. Reconocido mundialmente por su humor "políticamente incorrecto", Supernature no se queda a mitad de camino.
Al igual que en Humanity (2018), su anterior monólogo, que contó con una excelente recepción— y diversas críticas—, los chistes sobre pedofilia, la comunidad transexual, la muerte y el sida, parecen ser el comodín del humorista. Los repetidos tópicos dejan la sensación de no haber escuchado nada nuevo, con el riesgo de resultar, a esta altura, poco creativo y muy forzado a cumplir con el objetivo de molestar antes que hacer reír. Sin embargo, Gervais sabe muy bien lo que hace, y lo hace consciente, ya que además de humorista es un licenciado en generar polémicas en redes sociales y en todo Hollywood, a partir de temas actuales, de los que nadie se atreve a hablar.
Hay varios puntos en Supernature que merecen ser resaltados. Por ejemplo, el fenómeno de la comedia “woke”, que consiste en no ofender a nadie. Este estilo se expandió debido a que la corrección política se ha apoderado de diversas esferas de la vida, inclusive la del entretenimiento. Gervais, por supuesto crítico de esto, en algún momento planteo que el error de aquellos ofendidos, que suelen considerarse moralmente superiores al resto, es confundir el sujeto de un chiste con su objetivo. Ojo, eso no significa que un chiste no pueda ofender a alguien. El creador de After Life nunca discute esto, de hecho, sostiene que el humor es subjetivo, por lo tanto, se puede encontrar ofensivo un chiste al tratar de sentimientos, pero el chiste en sí mismo no es ofensivo y nunca lo será. Partiendo de esta base, podemos decir y reírnos de cualquier cosa, porque al final del día el humor libera.
El humor como liberador nos plantea que siempre se humoriza en un plano performático, y aquellos que no suelten sus ataduras lógicamente se ofenderán, al confundirlo con el plano de la realidad. Que el autor de Supernature— y cualquier otra persona— haga chistes con sujetos transexuales no lo convierte en un transfóbico. Utiliza la risa para desarmar tabúes, lo cual es bueno y celebro, porque de esta forma que parece tan simple se ocupa un espacio político. El humor y la sátira llenan espacios que de otra manera ocuparían personas con un discurso enormemente más peligroso que aquel que suelta el humorista durante la del monólogo.
Otro momento destacable es cuando reflexiona sobre la cancelación, un fenómeno que es moneda corriente en nuestros tiempos. El hecho de cancelar a alguien supone silenciar a quién transgrede lo “ideológicamente aceptado”. Ricky Gervais da un ejemplo concreto con un tweet viejo de Kevin Hart, donde escribe un comentario homofóbico. Allí es cuando reflexiona con la evolución de las personas— y la comedia— “Si hay que seguir pidiendo perdón siempre, entonces mejorar no tiene valor”. Es, a mi parecer, está parte del monólogo la más interesante. Como sociedad tenemos que poder debatir sobre qué cosas ya están en el pasado y cuáles aún no, y me parece que el objetivo del autor, más allá de hacer reír, es instalar ese debate en un tono descontracturado y camuflado entre ironías.
Aunque la risa con aires de superioridad de Ricky Gervais pueda molestar, él es completamente consciente de su privilegio de hombre blanco heterosexual y multimillonario— así se presenta— y bromea con eso. En una sociedad sumamente injusta, su trabajo no solo es genuino, sino que aporta un grano de arena para construir un mundo más justo de verdad, donde también se pueda bromear con las minorías, porque no son débiles sin humor que debemos proteger. Un mundo sin policías de la risa.