“Un coso”: una manera de divertirse que terminó siendo libro
Agencia Paco Urondo dialogó con los artistas Santiago Craig y Pablo Bernasconi acerca del libro álbum Un coso. La obra editada por Limonero es una fusión intrépida de talento argentino.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surge la idea de escribir Un coso? ¿Nació desde un primer momento como un texto para integrar un libro álbum?
Santiago Craig: Un Coso surgió hace mucho tiempo. Un amigo, Valentino, me compartió un dibujo. Era la imagen de una especie de kiwi-poroto encorvado muy raro, indefinible. Un verdadero "coso"... Por jugar, armé esta historia que incluía distintas definiciones que nunca terminaban de abarcar ni de poder decir qué era eso que estaba ahí. No nació como un texto para publicarse, no nació como un libro ni un libro álbum. Nació como una manera de divertirme.
APU: ¿Cuáles son tus influencias? ¿Qué artistas influyen en tu creación? ¿Cuándo y por qué empezaste a escribir?
S.C.: Lo primero que leí fueron historietas de Batman y otros superhéroes, también Mafalda, Peanuts, Patoruzú. Compraba todos los libros de Quino, de Caloi. También me encantaban García Ferré, los libros ilustrados de María Elena Walsh... Era un mundo que asociaba imágenes y palabras y en el que el mundo era siempre un poco demente. Siempre estaba todo un poco corrido de la realidad habitual. Yo imitaba eso: hacía mis propias historietas, inventaba personajes, un mundito raro y mío. Después, a los quince años, más o menos, empecé a leer poesía: Girondo, Pizarnik, Rimbaud, Baudelaire y me puse a imitar eso que me gustaba: escribía poesía. Cuando llegaron Cortázar, Borges, y después otros: Beckett, Kafka, Miller, Dostoievski y más, empecé a escribir cuentos y novelas. ¿Por qué? Por admiración, por diversión, por necesidad de poner entre las cosas que ya estaban ahí, otras que yo inventaba.
APU: ¿Qué podés contarnos acerca del Taller de paciencia y narrativa Hacer y/o romper un texto?
S.C.: Doy talleres desde hace unos años y, más que nada, lo que hago es coordinar grupos de personas que escriben tratando de que se genere un ámbito en el que se puedan compartir experiencias y adquirir herramientas que "mejoren" la propia escritura. La paciencia es algo que no es habitual y que no se nos permite mucho. Digo: darnos el tiempo, esperar, hacer con cuidado, con dedicación. Casi todo es ya y ahora y rápido y urgente. Bueno, la escritura no, la escritura, yo creo que puede esperarnos. Escribir lleva tiempo y paciencia y, además, eso otro de romper los textos, aunque es una especie de chiste, también es un poco en serio, porque apunta a otra de las cosas que no se nos permite del todo: probar, hacer mal, volver a intentar, corregir, volver a hacer... La posibilidad de darnos tiempo, de corregirnos, de borrar y reescribir no es habitual y la escritura nos la ofrece. Está bueno aprovecharla.
APU: La palabra "coso" tiene un valor inmenso en su inespecificidad, a esta característica plena de ambigüedad se le suma el absurdo ¿Por qué elegiste incorporar éste recurso?
S.C.: Vivo diciendo "coso" y "cosa". Deben ser las palabras que más uso. Me gusta lo inespecífico. Me parece más cierto. Y no creo ser original en eso. Todo es un coso, nada es un coso. Es una palabra perfecta. En cuanto al absurdo, lo usé porque me divierte. Yo soy una persona muy tímida. Quiero decir, dentro mío vive una persona muy tímida. Con el tiempo, le fui abriendo puertas a esa persona muy tímida para que pudiera relacionarse con los demás, para que no sufriera tanto esa inhibición y esa angustia que genera la timidez. Uno de esos huecos es el absurdo, es el humor, poder decir cualquier cosa en cualquier momento y ver la reacción de los demás. Desde bastante chico hago eso: bromas, juegos de palabras, dejarme llevar por una especie de lógica propia y caprichosa que a veces me sale de la boca cruda. En un punto creo que el absurdo es una forma de mostrar que nadie está del todo seguro de nada, que nadie sabe tanto y que, si compartimos algo, si en algo podemos coincidir, encontrarnos, no es tanto en una verdad, sino más bien en un desconcierto.
APU: En cada elemento/personaje que se presenta parece haber una especie de binomio fantástico, una combinación atrevida que desarma de inmediato las defensas de les lectores. ¿Qué motivó esa inventiva que asocia elementos y características normalmente imposibles de asociar?
S.C.: Bueno, ese mismo juego. Mientras escribí Un coso, lo que estaba haciendo era jugar y divertirme. Las palabras son, además de otro montón de cosas, juguetes baratos. Encontré una especie de música o de patrón y lo seguí porque me resultaba entretenido y la apuesta era hacer que esos personajes que aparecían fueran cada vez más raros, más improbables. Era como armar formas que se parecieran a algo con legos o plastilina. Yo crecí asumiendo que esos elementos imposibles de asociar podían asociarse. Porque eso hacía Maria Elena Walsh o García Ferré. O hasta Balá. Y, desde entonces, más que el sentido de lo que escribo, me importa la forma. No hay sinsentido casi nunca si se piensa desde ahí, porque esas combinaciones y juegos apuntan no a que alguien entienda lo que yo tengo para decir, sino a que participe de ese juego y ponga, vea, interprete ahí lo que quiera.
APU: ¿Cuál es el desafío (o los desafíos) que propone escribir una obra de literatura juvenil?
S.C.: El principal, me parece, es que uno cree que recuerda la infancia, que la pasó y la entendió, pero es mentira. Uno la infancia se la inventa después, la recompone desde patrones de pensamiento y sentido adultos. El desafío es tratar de desarmar esa fantasía estándar y buscar lo elemental, el nervio de lo que preocupa, conmueve, angustia, divierte a un chico, una chica. El desafío es que, como adulto, eso es imposible. Entonces, uno puede recurrir a eso que te decía antes: el juego, entretenerse, tratar de volver a esa intimidad, a esa falta de mediación de sentido entre nosotros y el mundo. Pero esto lo pienso ahora y te lo digo. La verdad es que no tengo una idea muy formada.
“Las palabras son, además de otro montón de cosas, juguetes baratos”.
APU: ¿Cómo podés exponer la experiencia de creación con Pablo Bernasconi?
S.C.: Trabajamos durante la pandemia. Nunca nos vimos. El texto está hecho y los editores eligieron a Pablo para ilustrarlo. Me pareció genial, claro, Pablo es un artista tremendo. Intercambiamos algunos mails respecto del formato, de ese agujero y esos personajes, texturas y movimientos de las ilustraciones y todo fluyó muy bien. Creo que texto e ilustraciones se complementan bien. Lo que quedó es lindo. A mí me gustó.
APU: ¿Cómo te relacionás con los premios y reconocimientos?
S.C.: Bien. Siempre sirven. Creo. Cuando ganás, cuando perdés algún concurso. Son una forma de ordenar la escritura, de tener horizontes concretos, objetivos. Una ficción de necesidad te ponen los concursos. Más que nada cuando no publicaste todavía. Te imponen el "Tengo que escribir esto, tengo que corregirlo, tengo que ordenarlo".
Que te premien o que te reconozcan es que premien y reconozcan algo que hiciste con tu tiempo, tu fuerza, tu voluntad, amor... No a vos, a lo que hiciste, eso se premia. Está buenísimo. Las veces en las que gané algún premio pensé en cuándo y cómo había escrito eso que ahora alguien leía y distinguía. A qué le había robado tiempo y energía. Siempre se pierden más premios que los que se ganan, son menos los que te leen que los que no, es menor el reconocimiento que la indiferencia total hacia lo que uno escribe. Y está bien que sea así, si no uno puede correr el riesgo de olvidarse de que no es importante, distinto, ni interesante. Y que lo único que puede hacer es tratar de escribir cosas sinceras, lo mejor que pueda.
APU: ¿Estás trabajando en algún proyecto?
S.C.: Estoy terminando de editar una novela que me llevó mucho tiempo escribir. Es probable que salga durante los últimos meses del año que viene. Terminé hace poco un libro que es un híbrido entre ensayo y poesía y un cuento para una antología infantil.
Siempre estoy escribiendo algo. Incluso cuando no escribo. En la cabeza siempre hay alguna cosa o coso dando vueltas.
APU: Pablo ¿Cómo surge la idea de realizar Un coso? ¿Qué podés compartir de la experiencia de trabajo con Santiago Craig?
Pablo Bernasconi: El proyecto de libro se inicia con la editorial Limonero, me proponen ilustrar éste texto que había ganado un concurso y que era muy especial y tenía muchas aristas y, sobre todo, que tenía muchas posibilidades diferentes. Confiaron en mi estilo como narrador para potenciar y exponenciar el texto de Santiago Craig con mis imágenes, que al volcarse luego en un libro álbum iban a hacer crecer el proyecto. Leí el texto y me pareció muy entretenido, diferente. Muy sabroso desde el lugar de la imagen.
APU: Las ilustraciones que integran la obra son deslumbrantes ¿Qué técnicas has utilizado a lo largo del libro?
P.B.: Mayormente collage, utilizo un collage que a partir de un cruce de mundos, como es un poco la definición de collage, ese cruce de universos, en mi caso yo lo abro hacia no sólo planimetrías, no juego sólo con papeles o texturas sino también con objetos, entonces involucre muchos objetos por eso tiene una profundidad diferente y sombras diferentes y volúmenes diferentes porque lo que a mí me interesa es cómo separarlo de la obra y de esa forma es un collage que tiene también si se quiere alguna relación con la escultura, porque hay justamente un encuentro con la volumetría, con el eje x, donde las cosas se levantan de la hoja. Para mí era importante, sobre todo en este libro que el volumen se apreciara, que hubiese diferentes capas en donde el lector pudiese ir hacia adentro y hacia afuera, como navegando en un plano vertical. Entonces desde ese lugar me pareció importante trabajar con este tipo de collage.
APU: A medida que se avanza en la obra "el coso" y el portal por el cual verlo decrece ¿Cuál es la idea detrás de ésta acción?
P.B.: La partida conceptual desde la cual me involucré tiene muchas opciones, muchas formas de mirar esto. Desde un principio había un absurdo dando vueltas que a mí interesaba muchísimo, pero también tenía que tener en cuenta que ese absurdo era casi imposible de ilustrar por cuestiones de escalas, de formas, era muy difícil teniendo en cuenta lo que el texto impartía. Entonces lo que hice fue remitirme a la primera sensación que me dio cuando leí el texto. Yo pensé en un agujero negro, en la situación hipotética de que un agujero negro absorbiera todo esto. Este “coso” funcionase un poco como ejemplo de agujero negro. Con todo lo que eso implica, de misterioso, mágico e incoherente y paradójico que puede tener. A partir de eso le propuse a la editorial directamente hacer un agujero en el libro que se fuera achicando, reduciendo. Se conoce del agujero negro que es un lugar de gravedad infinita que va absorbiendo todo hasta que implosiona en sí mismo, y que tiene un montón de encuentros exponenciales con el absurdo que a mí me interesaba muchísimo para eso. Entonces a partir de ese agujero, todas que las cosas que se iban metiendo ahí, ese absurdo, podían tener cabida y me daba mucha más libertad sin remitirme tanto a cada elemento que el texto imponía, porque eso también está bueno desde el lugar narrativo, desde el libro álbum, que uno pueda acercarse al texto sin ser literal y a partir de ahí poder potenciar el conjunto, la idea.
APU: ¿Cuándo y por qué comenzaste a dibujar? ¿Qué artistas influencian tu trabajo?
P.B.: De niño me pasaba mucho tiempo dibujando pero de ninguna manera puedo decir que dibujaba mejor que compañeros míos, lo único que pasaba es que pasaba más tiempo que ellos. Y lo que sí sucedió es que yo nunca dejé de dibujar. Hay algo detrás de la acción del dibujo que para mí es muy catártico y terapéutico y que ha significado muchísimo en mi vida, el dibujo y la ilustración. Por supuesto después eso se profesionalizó cuando seguí la carrera de diseño gráfico y cuando dí clases en la Universidad de Buenos Aires y cuando la ilustración o el diseño se pusieron a la par con mi aspecto comunicativo, con mis ansias de generar un mensaje por detrás de todas las ilustraciones. Entonces ahí empecé a apartarme de lo que es el dibujo decorativo para dar un significado que pudiese ser narrativo, no sólo ser desde el lugar descriptivo sino también desde el lugar metafórico. Y eso tiene una reminiscencia a lo que yo hacía de niño, que tenía un fervor por la historieta, por la lectura y por los libros ilustrados que por suerte me dio el pie para continuar ese camino en forma de carrera.
APU: ¿Estás trabajando en algún proyecto actualmente?
P.B.: Estoy terminando de dar forma a un libro de poesía que escribí, y voy a ver cómo lo ilustro, si es que lo ilustro. Terminando otros dos títulos de la saga de Burundi, que es una colección de títulos infantiles con animales que me tiene muy entretenido con la que tengo mucha expectativa. Estamos sacando una versión en tapa dura del libro que hicimos con Leonard Cohen, How to speak poetry, Cómo decir poesía, que sale ahora para navidad. Y muchas cosas. Estoy ahora involucrado mucho en mi galería de arte en Bariloche, que se llama La ridícula idea, en donde pude por primera vez empezar a exhibir en un lugar propio mi obra y encontrarme con una faceta mía que estaba bastante oculta, la de las bellas artes y la de los lienzos y la exhibición de obra. Siempre con proyectos por delante, con una mirada muy curiosa y atenta a ver qué me llama la atención y qué puede ser el disparador de un nuevo libro, un nuevo proyecto.