Sandra Vázquez: “Haber tocado con León Gieco fue muy importante para todo lo que vino después”

La armonicista y cantante Sandra Vázquez conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre sus inicios con la armónica y de cómo conoció a León Gieco, un artista fundamental para su carrera. Además, recordó la vez que compartió escenario con Charly García en un Cosquin Rock y de lo que significó ganar un premio Carlos Gardel: “Para mí, el primer premio fue el de la gente”.

Agencia Paco Urondo: ¿Podemos decir que el escenario del Blues Special, ese mítico lugar que está en el barrio de La Boca, fue el lugar donde empezaste con la música?

Sandra Vázquez: Pasaba de todo ahí. Recuerdo pasar mis fines de semana en el Blues Special, directamente. A veces, también iba al Samovar de Rasputín, eran como los dos lugares donde estaba toda la escena de blues de entonces. Los artistas que venían de Chicago, por ejemplo, tenías la oportunidad de verlos ahí. Me acuerdo que iba sola, tenía veintipico de años. El Blues Special, que está enfrente del Parque Lezama, no era un lugar para estar sola a la noche. Vivía en Plaza de Mayo y me tomaba un taxi, que me acuerdo salía dos pesos (risas). Ahí conocí la banda que después armé.

APU: ¿Cómo llegás a la armónica?

S.V.: En esa época escuchaba bastante a Bob Dylan y a The Rolling Stones que tenían armónica en algunas de sus canciones, algo de Lou Reed. Me compré una, empecé a ver de qué iba y al toque empecé a estudiar con mi maestro Adrián Jiménez, quien tocó en el teatro Colón y con los más grandes bluesmans de Chicago. Si bien conocía algo de blues, en ese momento comencé a adentrarme más en el género, descubriendo músicos como James Cotton y Big Walter Horton.

APU: Pensaba en lo importante que fue para vos Dylan, quien además influenció definitivamente la carrera de León Gieco, tu padrino artístico ¿Cómo conocés a León?

S.V.: Comprando una armónica en Daiam. Fue increíble, una de las tantas veces que fui a ver instrumentos, mientras me chamuyaba a los vendedores para que me dejen probar las armónicas para saber si estaban en buen estado o si perdían aire. Entró León en la casa de música, me escuchó y me pidió un teléfono para invitarme a tocar alguna vez. A los tres meses, me llamó para tocar en el Teatro Ópera.

APU: ¿Cómo fue tu reacción al enfrentarte por primera vez a un teatro lleno, y encima acompañando a un artista como Gieco?

S.V.: No sé como expresarlo, demasiado fuerte. El tipo me llamó un miércoles a la noche para invitarme a tocar. Me imaginaba que iba a haber un ensayo y cuando le pregunto: “¿cuándo tocamos?”, esperando que me dijera un mes después; me dice: “el viernes en el Ópera, y mañana  ensayo general con todos los músicos y los invitados”, no sé cómo explicarte (risas). Estaba probando con toda la banda y abajo me estaba escuchando Víctor Heredia, por ejemplo. Yo con un pudor que no podía más, un momento fuerte que me sirvió un montón para todo lo que vino después.

APU: Parte de lo que vino después fue haber participado de El vivo de León (2003), disco y DVD grabado en el Luna Park, donde pusiste la armónica en “La mamá de Jimmy”, tema que fue el corte de difusión del álbum.

S.V.: Te voy a explicar. El show fue a las 21. León me habrá llamado a las 18, más o menos. Estaba dando una clase grupal con un montón de gente, entonces me suena el teléfono y Gieco me pregunta si estaba ocupada. Yo miré a todos mis alumnos que estaban en silencio pensando: “La está llamando León Gieco” (risas). Naturalmente le dije que estaba disponible, a lo que me responde: “venite al Luna Park que vamos a tocar”. Llego al lugar y empiezo a ver cámaras y grúas por todos lados. Le pregunto a León qué onda y me cuenta de la filmación del concierto para un DVD y que iba a subir a tocar en “El imbécil” y en “La mamá de Jimmy”, tema que no lo había hecho nunca y en el cual me tenía que hacer cargo del solo. Al terminar y cuando bajo del escenario, me cruzo con el productor del DVD Nacho Soler quien me dice: “no sé cual va a ser el tema de difusión, pero si uno donde esté Sandrita”. Pensé, sinceramente, que me estaba cargando hasta que un par de meses después, yendo por la avenida Triunvirato, empiezo a escuchar mi armónica a todo volumen desde una disquería: era “La mamá de Jimmy”.

APU: Otro gran momento por el que quiero preguntarte es cuando en el festival Cosquín Rock del 2005, tuviste la oportunidad de solear con Charly García.

S.V.: Es una historia fenomenal. Charly se había quedado tres días en el festival. Después de tocar con Pappo, le manda a decir a León que quería actuar también con él. Yo estaba en el camarín y García no aparecía. Gieco se va para el escenario, yo me quedo a un costadito esperando, y entonces llega a Charly, 21 en punto. Los periodistas que lo esperaban le dicen “Llegaste puntual, qué raro vos que siempre llegás tarde”. “¿Por qué?”, les dice Charly: “yo soy re puntual”. “No podés decir eso, si a veces llegás 3 horas tarde” le retrucaron los movileros. A lo que les responde: “Están equivocados, soy repuntual, llego siempre exactamente a la hora que quiero”.

La cosa es que antes de comenzar el set, León me dice  que Charly va a tocar en “La mamá de Jimmy”, y que haga mi solo de armónica con él. Entonces le digo: “León ¿me estás pidiendo que le pise el solo a Charly? No me hagas esto, hay 50.000 personas” (Risas). Todos los canales de televisión, García con un sombrero de paja, una pipa, todo pintado de plateado. Pensé: “mañana salgo en los diarios”. Y Gieco me dice: “quédate tranquila, va a estar todo bien” y se va. Yo estaba a metros de García. De hecho, la tapa del día siguiente del diario Página 12 tenía una foto de León, Charly y mía. Fue increíble, lamentablemente no hay video, no encontré nunca imágenes  de esa noche. Seguramente, algún día, alguien va a subir algo. Tengo esa esperanza.

APU: Te hiciste de un premio Carlos Gardel por Pateando el tablero (2013), un CD/DVD totalmente autogestivo y financiado colectivamente.

S.V.: Para mí, el primer premio fue el de la gente. Porque yo buscaba financiamiento en los sellos discográficos para que saquen el material a la calle y nadie me daba bolilla. Entonces me dije: “si el público me rebanca, lo voy a hacer por financiamiento colectivo”. Me acuerdo que un amigo me dio la idea. Armé el proyecto y en una semana estaba financiado. Así salió Pateando el tablero, que me lo compraron desde lugares como Nueva York, gente que no tengo idea quién es. Quedó nominado a un Carlos Gardel, cosa que nunca pensé que podía llegar a pasar y menos poder ganarlo porque tenía que competir con artistas fichados en Sony y EMI que tenían publicidad por todos lados. Además, por ser mujer. Yo en cambio solo tenía un equipo de gente que a pulmón me estaba bancando, nada más. Y lo gané, no tengo idea cómo. Es importante señalar que es uno de los pocos premios Gardel que gana alguien con el género blues. Alguna vez, creo Memphis La Blusera consiguió alguno, aunque la categoría haya sido Mejor Álbum Artista de Rock.

APU: Estuviste tocando recientemente por México y Uruguay ¿Cómo fueron esas experiencias?

S.V.: A México estoy yendo bastante. Después de la pandemia, por ejemplo, estuve allá viviendo ocho meses, tocando todas las noches, lo cual fue una experiencia alucinante. El público mexicano es lo más. Después, estuve en Uruguay en abril, tocando en el “Cosquín Rock” de ese país con artistas como Agarrate Catalina, con quienes vengo compartiendo escenario hace tiempo. Regresé a Buenos Aires y al poco tiempo volví para la presentación del disco de Tabaré Cardozo, con quien colaboré en tres de sus discos metiendo alguna armónica. Ahora grabé un tema que se llama “El furgón”, que escribió Tabaré sobre un loop de armónicas mío. Lo canta a dúo con Hilda Lizarazu y cuenta con la participación de Lito Vitale en la batería y Juan Carlos Baglietto en el bajo.

APU: Como docente ¿Qué es lo primero que intentás enseñarles a tus alumnos con respecto a la armónica?

S.V.: Pueden buscarme en Instagram como Sandra Vázquez oficial, ahí me contactan directamente. Ahora estoy dando clases on line a full, acá y afuera cada vez que viajo, ya que me llevo  mi computadora para conectarme con mis alumnos. Me encanta cuando alguien arranca de cero con la armónica, para mí es más fácil. Lo primero que enseño es afinar las notas. Si vos no podés hacer que una celdilla suene sola y se mete la de al lado, tenemos que empezar por ahí. Lo demás viene después.