Arte: entrevista a Eduardo Noé, escultor y restaurador
Belén de Escobar, enero de 2024. Me encuentro con Eduardo Noé, escultor y restaurador, y con Rodrigo Delgado, su primo y ayudante. Lo primero que llama la atención ni bien uno traspone el portón y pasa al patio es encontrarse con Portal y Olmedo sentados en el sofá. Por un momento, nos sentimos trasladados a la esquina de Corrientes y Uruguay.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo se originó este encargo de restaurar a Portal y Olmedo, ese ícono visual de la avenida Corrientes?
Eduardo Noé: La obra es del maestro Fernando Pugliese, un escultor ya fallecido. Me la encargó la gente que está en el área de restauración del casco histórico de la ciudad de Buenos Aires; yo ya vengo restaurando desde hace muchos años distintos tipos de obras por los lugares más diversos que te puedas imaginar. Conocían mi trabajo y me encargaron la restauración. La fuimos a buscar a Corrientes y Uruguay, la trajimos al taller y ya la tenemos casi lista.
APU: ¿Qué pasos tiene la restauración? Limpieza, se guían por fotos que había, saben de qué material está hecho…
E.N.: Primero, conozco de muy cerca la obra de Pugliese, un personaje maravilloso, un porteñazo de los años ’60,’70, un tipo que justificaría una película sobre su vida. Él comenzó a hacer este tipo de esculturas hiperrealistas, que tienen interrelación con el público, porque la gente se detiene, se saca fotos y así. Vos me preguntabas por la restauración: es este caso estaba destrozada, tenía agujeros en el sillón, en el respaldo, así que era obvio que lo primero que había que arreglar era eso…y después la pintura estaba toda descascarada. Primero se arreglan las roturas estructurales y luego se le da una limpieza en la pintura nueva, respetando el diseño original, claro.
APU: El año pasado ustedes estuvieron también arreglando la estatua de Mafalda, ¿cómo fue eso?
E.N.: A principios de 2022, restauramos los 18 grupos escultóricos del Paseo de la Historieta de todo San Telmo. Un trabajo muy grande. Lo que más me llamó la atención, al restaurar a Mafalda, fue la reacción de la gente. Uno se imagina que Mafalda era un personaje un poco olvidado, pero cuando fuimos a restaurarla, había una cola de media cuadra de turistas extranjeros, colombianos, brasileños, que venían exclusivamente a sacarse una foto con Mafalda, como que la razón del viaje era esa. Y vos te ponías a trabajar y te pedían que te corrieras porque se querían sacar la foto. El fanatismo por Mafalda me llama la atención, así como el fanatismo, por el odio, que genera Gaturro.
APU: Por favor, contame eso.
E.N.: Trajimos los restos de Gaturro, lo rehicimos aquí en el taller desde casi cero y una vez que lo colocamos, duró tres horas. En tres horas se comunicaron los grupos que odian a Gaturro y fueron hordas a destruirlo. Tuvimos que volver a retirarlo.
APU: Una estatua a la que nunca van a destruir es la de Lavalle…
E.N.: No, no creo. Salvo que traigan una topadora.
APU: ¿Por qué la habrán puesto tan alta, no? ¡Misterio!
E.N.: (Riéndose) No, no es un misterio; pero mejor no entremos en esa historia.
“El fanatismo por Mafalda me llama la atención, así como el fanatismo, por el odio, que genera Gaturro”.
APU: Hablame sobre Fernando Pugliese.
E.N.: Nunca trabajamos juntos, pero lo traté muchas veces y nos teníamos afecto. Él me decía “campeón del mundo” y yo lo trataba de “maestro”. Un tipo que inventó algo que no existía en la Argentina: era profesor de historia pero le gustaba la plástica. Era como un arquitecto frustrado. Se dedicaba a hacer sociales y hacer grandes emprendimientos. Por ejemplo: hizo la Carabela de Colón en el puerto de Buenos Aires en el año ’92 y se disfrazó de Colón y te recibía. Quiso hacer un parque temático de la conquista de América en Puerto Madero. Otra: convenció a varios de que había que poner pubs irlandeses, consiguió los capitales y se hizo pagar un viaje a Irlanda para recorrer todos los pubs y tomar notas. ¡Un maestro! Conseguir gente que te pague para visitar pubs en Irlanda es para sacarse el sombrero toda la vida. Y él lo consiguió y diseñó todos esos pubs del Bajo donde se festeja San Patricio.
APU: ¿Qué otras cosas hizo?
E.N.: Las vacas de Milka las construyó él. Tenía un conventillo en Palermo con varios inmigrantes viviendo ahí, que supongo que laburaban por casa y comida. Los tenía laburando a todos. De tanto en tanto les regalaba un auto usado. Y el tipo estaba juntado con una brasilera negra como de dos metros, flaca, parecía una modelo, y entraba a todos lados con la secretaria que era su novia. Él entraba de traje y atrás venía un fotógrafo que le sacaba fotos como si fuera el presidente. Tremendo. El chabón no paraba de darse manija a sí mismo. Un show.
Acá en Escobar vino a convencer a Patti de que hiciera un parque temático de la revolución de Mayo: quería hacer un cabildo y en cada habitación poner a próceres charlando y haciendo un recorrido de Historia Argentina. No lo hizo en Escobar, pero lo consiguió hacer en San Luis.
APU: ¿Te lo cruzaste cuando fue ese proyecto del cabildo en Escobar?
EN: Claro, cuando a él se le ocurre esa idea, Patti me llamó y me dijo “mirá, acá hay un demente que me quiere cagar, que vaya a hablar con vos”. Y el chabón me invitó a comer, me mostró el taller, me contó sus proyectos…Tenía toda una fábrica de muñecos bien organizada.
APU: En otras palabras, te conquistó.
E.N.: Así también tenía cosas rayanas en la demencia. ¡Quería hacer una estatua de la Virgen de Luján que fuese más alta que la basílica de Luján! Era una locura. Y lo peor de todo, es que había conseguido los fondos. Era una súper estructura metálica, con un ascensor interior y así te subían hasta la cabeza de la Virgen, donde había un mirador y un restorán. Cuando los curas se enteraron de ese proyecto, armaron un quilombo…Lo fueron a ver a Menem para que lo prohibiera y lo sacaron a patadas en el culo. Pero el chabón tenía hecho el proyecto, hecha la maqueta y, lo que es mejor, tenía la gente que ponía la guita: un capo. Un demente maravilloso.
APU: ¿Cómo empezaste con todo este yeite de la restauración? A sabiendas de que sos escultor.
E.N.: Hace más de 25 años que me dedico a la escultura. Ya sea por cuestiones de vandalismo o por deterioro a través del tiempo, siempre hay una fuente laboral latente con las esculturas que ya están emplazadas. O sea, más allá del plano creativo, la restauración siempre es una fuente laboral para todos los escultores. Y más, los que viven de la escultura, como yo.
APU: También te saldrán restauraciones por Escobar, supongo.
E.N.: Por todos lados. Una restauración grande, que nos llevó casi un año, fue la del mástil patrio de Coronel Suárez, que estuvimos casi 6 meses trabajando con grúas y aparejos. Un mástil que tiene cuatro grupos escultóricos importantes y estaba totalmente destruido. Ahí no sólo fue reconstrucción sino el reemplazo de muchas partes faltantes. Digamos que desde siempre me dediqué a la restauración, porque uno va buscándole la vuelta a esto al mismo tiempo que los municipios te van preguntando y proponiendo proyectos nuevos y así se va armando una cadena.
Me voy del taller de Eduardo- ubicado a pocos metros del taller-escuela de Ignacio, su hermano historietista- convencido de que dentro de poco tiempo voy a volver a encontrarme con nuevas criaturas, frutos de la mitología clásica y popular, así como también de los frutos recurrentes del vandalismo.
Instagram de Eduardo Noé: @eduardonoeesculturas