Radiografía del ciclo literario "Primavera todo el año"
Primavera todo el año es un ciclo de lecturas que conducen Pilar Sanjurjo Murujosa y Abril Ruffino en el Museo Casa de Ricardo Rojas. Este sábado 22 de junio se llevará adelante la tercera edición del año 2024 que ya tuvo los homenajes a Estela Figueroa y a Marosa Di Giorgio. En este caso, la homenajeada será la entrerriana Emma Barrandéguy y las invitadas al homenaje son Camila Mermet, Marina Peque y la poeta mercedina Verónica Mateo.
Este ciclo era, en un primer momento, itinerante, llevándose a cabo en distintos lugares de CABA como en la mítica Feliza, en la Cooperativa Cultural Qi, entre otros. En la actualidad, encuentra su lugar en el Museo Casa de Ricardo Rojas, Museo Nacional lleno de joyas edilicias e históricas, gracias a la invitación de la bibliotecaria del museo Bettina D`Alessandro.
Con respecto a las coordinadoras, Abril Ruffino es una poeta fueguina (Río Grande), radicada en Capital Federal que publicó su primer libro 12 meses de verano, por el sello editorial Ineditados en 2024. Participó de distintos ciclos de poesía y es la creadora de la antología federal Poetas antifascistas. Por otro lado, Pilar Sanjurjo es una poeta de Burzaco (Provincia de Buenos Aires) que reeditó recientemente su primer libro Lugares comunes, por la Editorial Patronus. Además, participó en distintos festivales entre los que destacan el Festival Poesía Ya (en dos ocasiones).
Llevar adelante un ciclo de poesía en este contexto genera diversas sensaciones. En primera instancia, esa urgente necesidad del encuentro, de la aproximación, del acercarse a otros, y en segunda lugar, la perturbación de saberse ante un Estado en constante retraimiento que no ofrece posibilidades de realización para la Cultura. Algo de todo esto mencionan las escritoras en diálogo con AGENCIA PACO URONDO.
Agencia Paco Urondo: Ambas son poetas y vienen de ciudades distintas ¿Cómo se conocieron y por qué esa necesidad de inaugurar el ciclo Primavera todo el año?
Pilar Sanjurjo: Nos conocimos en el año 2019, en un taller de poesía transfeminista que coordinaba Jaqui Casais. También fue mi primer acercamiento a la poesía. Posteriormente, nos mudamos al taller de Javier Roldán. Con la Pandemia en el medio, surgió la necesidad del encuentro. Si bien yo ya venía organizando ciclos con Gala Halffon y Alba Duarte, con Abi empezamos a trabajar juntas en 2022.
Abril Ruffino: En el taller de Jaqui, conocimos también a Delfina Terán Cossio y a Gala Halffon, y nos mudamos de taller (las cuatro juntas) porque no coincidíamos con el horario. Ahí empezamos a crear juntas. En un primer momento, la idea fue aventurarme en la realización del ciclo con alguien que quiero, admiro y con quien comparto los mismos valores. Desde el principio, buscamos forjar un espacio amoroso.
APU: ¿Cómo es el proceso particular de cada una para llegar a la poesía?
A.R.: Soy traductora de inglés y en mi último año entré en una breve crisis debido a que un señor renombrado me dijo: “Nena, tenés que dejar la carrera porque no sirve para nada”. Sin embargo, una de mis docentes, Eleonora González Capria, me abrió la puerta a pensar la traducción desde otros lugares y es allí donde pude enfocar, finalmente, hacia la poesía. Ese fue el momento en el que me animé a escribir, pero en la infancia escribía tarjetas, poemas para mis viejos, aunque no desde un ejercicio formal. La poesía fue mi manera de conectar con la vida desde un lugar diferente: como un modo de habitar el mundo. La escritura es algo que nos acompaña siempre.
P.S.: Yo creo que llegué al taller (y a la poesía) por una necesidad de expresión que no podía canalizar en otros lugares: el dibujo no se me daba, el canto no se me daba. Medio por descarte, llegué a la poesía. Dije “en todo lo demás no soy buena, probemos con ésto”. Y resultó que en ello encontré una confusión, medio que labrando, porque no sé si uno puede decir “fui buena o mala en ésto”. Sin embargo, ahí había herramientas que yo podía utilizar de manera intuitiva o no, pero que podía canalizar algo de esa expresividad.
No sé si es lo que busca la poesía o lo que busco hoy con ella, pero fue un primer acercamiento confesional. Llegué por descarte, a diferencia de las personas que llegan por haber leído en la adolescencia. Yo arranco buscando y a partir de allí entré a conocer autores, a leerlos, a aprender y no reniego. No me parece una vergüenza. Es, en definitiva, mi modo de llegada.
APU: Decís que llegaste un poco por descarte, pero llegaste a la palabra, a esa pasión por el lenguaje que plantea Paulo Leminski; una pasión que, en definitiva, no sirve para nada por su vinculación con el amor ¿Qué rescatás de tu primera publicación?
P.S.: Partiendo de la base de que el libro se reeditó a finales del 2023 (después de haber sido publicado en el 2021), creo que, en Lugares Comunes logré encontrar el espectro de voces que pude permitirme (por lo menos en esa primera etapa). Fue como plasmar algo que ahora yo tengo más domesticado y eso me representa cierta ternura y cierta nostalgia. Por eso, creo que fue un libro mucho más libre en un montón de aspectos. Con el paso del tiempo uno empieza a perder inocencia, a domesticarse, y a cargarse de prejuicios acerca del proceso de escritura. Es un libro en el que me permití jugar con el terror y decir un montón de cosas, jugar con la construcción de un “yo” poético. Porque yo no sé si en 2021 tenía tan claro qué era el “yo” poético, pero sí que estaba ahí y que me permití ficcionar. Me parece que si la pregunta es entre la “utilidad” y la “inutilidad”, rescato la palabra como una utilidad al servicio de una expresividad.
APU: ¿Qué camino tomó esa exploración de la palabra en 12 meses de verano, Abril?
A.R.: En 12 meses de verano exploro los primeros doce meses de un vínculo romántico con mi pareja, Gastón. Cuando escribí el primer poema, le empecé a dar en la tecla a esta nueva voz con la que estoy construyendo y, ahora, no sólo sentimientos amorosos sino también desde lo político y lo social, sin perder la ternura que me identifica. Es un libro al que se puede volver en cualquier momento, sentir que hay en él todo el amor que puede haber en el mundo. Al principio me daba un poco de cosa toda esa intimidad mía puesta para que los demás la lean, pero me parece algo lindo de dar al mundo.
Es mi primer libro publicado, pero es la segunda obra que escribo. En esta obra, hago un clic con una nueva voz que llega a materializar con la musicalidad, con la utilización de imágenes, esta construcción más asentada que desarrollo como ideología de la poesía: encontrar la belleza en las cosas. Poder hacer que queden cosas que no querés perder.
“No todo lo que se recoge de un ciclo es para la labor artística: también es para la vida”.
APU: ¿Qué relación encuentran entre la gestión cultural y la escritura? ¿Se rozan? ¿Se molestan? ¿Se acompañan? ¿Se tensionan?
A.R.: Creo que todas, pero por un poco por esto que mencionaba Pili. Una se va armando un bagaje cultural que te permite ir conociendo artistas actuales y a las poetas que homenajeamos. Eso afina la escucha y se cuela en nuestros versos. No de maneras tan conscientes, quizás, pero todo lo que uno lee o escucha lo va nutriendo en el aspecto artístico. No todo lo que se recoge de un ciclo es para la labor artística: también es para la vida. Ese gesto de conocer te mantiene alerta y en búsqueda. El contacto con la gente te mantiene vivo. Queremos que quienes vengan sean felices y descubran como nosotras. Trabajamos arduamente para eso.
P.S.: Coincido. Pensaba en la frase “escribir no es lo único que importa”. Me refiero a todo lo que pasa alrededor de lo que uno hace en la vida. Sobre todo cuando se gestiona un ciclo que, en definitiva es para otros. Dar lugar a que se luzca otro, generar el espacio para otras que no están en el centro de la escena. Ser conscientes del lugar que ocupamos en la gestión cultural. Por otro lado, siento que nunca presto tanta atención a las cosas como cuando estoy en un ciclo. Ahí, mi oído se vuelve mucho más atento. Y, en general, esas cosas que atendiste, vuelven en algún momento y te despiertan. En esa gran relación entre gestión cultural, poetas, compartir y escritura, se arma una gran caja de recursos para todos los que forman parte de ella, directa o indirectamente. Gestionar cultura es, para nosotras, poder distribuirla.
¿Por qué homenajear a Emma Barrandéguy, ahora?
P.S.: Nos parece importante revalorizar a una mujer, en primera medida. Sobre todo, a una que no es de Buenos Aires, que escribió sobre la clase trabajadora, sobre cuestiones que nos interpelan como mujeres trabajadoras que viven, pero no son de esta gran ciudad. Más aún en este contexto. Consideramos que es necesario tener una mirada política del mundo y queremos que eso también esté reflejado en las personas que invitamos a leer. Independientemente de la relación que puedan tener con nuestras homenajeadas, invitamos a escritoras que tienen una mirada política y posicionada de las cosas.
A.R.: Y es importante traer a Emma a un Museo Nacional porque fue una luchadora por los derechos de los trabajadores, siendo también una de las primeras mujeres en ocupar un lugar en la escena poética entrerriana. Hoy en día es importantísimo darle lugar en un Museo Nacional, pensando también en la labor del trabajador tan venida abajo, con sus derechos, con una próxima ley Bases a salir, y sabiendo que al museo lo llevan adelante trabajadores a los que no les alcanzan los sueldos, etc. Tal vez, homenajearla nos ayude a pensarnos con esos otros, a pensarnos nosotras mismas en la tarea que realizamos.
APU:¿Cómo es llevar adelante el ciclo en un Museo Nacional, en este contexto donde la cultura está siendo constantemente tensionada por un gobierno que la eligió como enemiga?
A.R.: Nos sentimos, más allá de la falta de recursos, muy acompañadas por todos los trabajadores del museo. Al ser uno pequeño, conocemos a todos y ese lazo humano acompaña el trabajo que realizamos en cada ciclo para que todo salga perfecto. En relación con los recursos: buscamos diferentes maneras de financiar el ciclo. La deuda más grande es no poder pagarle a los poetas, porque antes, en la itinerancia, cobrábamos una gorra con la que le pagábamos a los poetas. En un Museo Nacional eso no se puede, pero seguimos adelante.
P.S.: Si no creyéramos en lo que hacemos, sería muy agotador. En ese sentido, creo que el objetivo es encontrar las fisuras por donde uno puede seguir construyendo con el estado, a pesar de todo. Porque a fin de cuentas, más allá del gobierno de turno, el estado son también los trabajadores y todo lo que habitan. Si bien hay un ensañamiento con la cultura, hay que encontrar esas fisuras y seguir apostando por lo que uno desea, incluso en estos momentos donde parece que no hay salida. Sostener el ciclo en este contexto es muy duro, pero también es esperanzador.