Lucía Viera: “Queremos repartir 24 toneladas de libros durante nuestras funciones”

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    Teatro: 24 toneladas
    Foto: Teatro Roma Avellaneda
TEATRO Y MEMORIA

Lucía Viera: “Queremos repartir 24 toneladas de libros durante nuestras funciones”

13 Octubre 2024

El 26 de junio de 1980 en Avellaneda, la última dictadura concreta unos de los mayores ataques contra la cultura, no sólo a nivel nacional sino de inusitadas dimensiones en la historia mundial. En un terreno baldío del barrio de Sarandí, ubicado en la calle Ferré entre Agüero y Lucena, fueron incineradas más de 24 toneladas de libros provenientes del depósito del Centro Editor de América Latina, situado a unas cuadras de donde se armó la grotesca pira en la que miles y miles de libros pasarían a la historia tiñendo el cielo de humo, mezclando grises del suelo y el cielo. Sobre aquella jornada hay cantidad de anécdotas que pintan con sus paradojas e ironías el modo de operar tirano, un cóctel de absurdo y realismo mágico sin destreza estética.

Dicen que ese jueves amaneció gris como un presagio del horror, alguien más escéptico prefiere recordar que por la lluvia los libros no encendían, que en su inmensurable miseria los milicos mangueaban combustible a los vecinos para concretar el espectáculo horroroso que se retrasaba ante los ojos curiosos de algunos pibes que se acercaban atraídos por la falta de discreción, que en algún arrebato prometeico cierto libro fue raptado de la pira… Sobre este crimen volveremos oportunamente para darle lugar a la memoria de los vecinos que aún ven tras sus párpados las batallas de palabras contra el fuego.

Este hecho histórico, lamentablemente invisibilizado aún, ausente de la memoria oficial y casi ignoto en la currícula escolar (ni en Avellaneda se reflexiona al respecto) es convertido en una hermosa obra de teatro para todas las edades por la compañía teatral Payasos del Matute. Bajo la dirección de Paula Sánchez, 24 toneladas, amalgama circo, música y teatro, generando un espacio onírico en el que las infancias experimentan la amenaza al símbolo vital y netamente humano que representan los libros, montado en recursos humorísticos y en la interacción con el público; los adultos recapacitamos sobre el pasado reciente y el poder de borrar del acervo popular un trauma como la quema de Sarandí, desafiado por este aparentemente inofensivo grupo de artistas.

Entre sus picos más altos podemos destacar las escenas en las que se nombran piezas de la literatura infantil que ya forman parte de los bienes culturales de la familia popular argentina como La planta de Bartolo, Un elefante ocupa mucho espacio, El principito, La torre de cubos, El pueblo que no quería ser gris, entre otros. Al finalizar la obra, el elenco reparte un ejemplar distinto a cada niñe, quien se lleva en su poder una semilla de creatividad y valor para enfrentar la tormenta de ignorancia y despotismo que arrecia nuevamente.

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Tetaro: 24 toneladas

AGENCIA PACO URONDO dialogó con Lucía Viera, protagonista de 24 toneladas, acerca de la obra y la recepción del público.

APU: ¿Qué estrategias y desafíos implica realizar una obra con tanta carga histórica destinada a infancias?

Lucía Viera: El desafío principal en lograr era contar con belleza y poesía un hecho aberrante. Pero sin perder el rigor histórico.

APU: La obra tiene la virtud de ser conmovedora para todas las edades ¿Cuáles son las razones, desde tu rol como actriz, de éste poder de 24 toneladas?

L. V.: La obra tiene distintas capas y hay algunos guiños para cada uno de los públicos, hay momentos que sé que tengo que referenciar a les niñes y otras referencias son claramente para el público que vivió aquella época nefasta.

APU: La quema de libros de Sarandí es un hecho de la dictadura que se mantiene invisibilizado de la agenda mediática y el calendario escolar ¿Qué repercusión percibía en el público ante la propuesta de la obra?

L. V.: Les niñes toman partido inmediatamente por la defensa de los libros. Los adultos se preguntan siempre cómo pudimos contar algo tan trágico usando el humor y la metáfora. Y el final con los libros le da un plus a la recepción del público muy conmovedor.

APU: Explícitamente el neoliberalismo declara estar llevando a cabo una batalla cultural, una disputa de sentidos en la que reivindica o niega el terrorismo como medio para imponer ideas y políticas ¿Qué valor cobra hoy la representación de 24 toneladas?

L. V.: Hoy más que nunca sentimos la vigencia de esta obra y la necesidad de hacer muchas funciones y contar estas cosas. Necesitamos que las infancias conozcan lo que pasó y que los adultos y el público en general no olvide.

APU: ¿Qué poder anida en el humor para que sea capaz de vehiculizar la tragedia?

L. V.: La tragedia y el humor están cerquita, la propia tensión de lo trágico genera humor. En esta obra nos reímos para sublimar la tragedia, mucho más ahora es necesario reír para ser capaces de cambiar esta realidad. 

“El desafío principal en lograr era contar con belleza y poesía un hecho aberrante”.

APU: ¿Cuál es el itinerario que sigue la obra?

L. V.: El año que viene volvemos al teatro Becket y desde acá a fin de año recorreremos el conurbano como siempre hicimos, tenemos que reparar dentro de nuestras posibilidades, queremos repartir 24 toneladas de libros durante nuestras funciones.

APU: ¿Cuál es tu percepción, siendo una persona que viene procurando interpelar en este tema desde momentos que no estaba en agenda, pasó a estar valorado, y actualmente cuando hay una división de aguas tan grande que permite que un porcentaje importante de la población se manifieste a favor de lo hecho por la dictadura?

L. V.: Este personaje aúna trabajos que venía haciendo. Por un lado desde el recorrido del clown y de haber participado en muchos proyectos sociales por el resto de Latinoamérica; por el otro lado mi militancia, mi interés social; y reúne esos dos aspectos, contar parte de la historia desde un lugar del humor, que es más lo que yo vengo trabajando y darle mi impronta a esta manera de contarlo junto, obviamente con la impronta que baja la dirección y la idea de la obra. Pero en lo personal es aunar lo que vengo trabajando, pensado, sintiendo y poniéndolo en un contexto muy particular en el que empiezan algunos discursos a poner en tela de juicio y socavar cuestiones que ya estaban saldadas.

De hecho el que yo hago es un reemplazo porque anteriormente el personaje de Amanda lo hacía otra persona y yo le di otra impronta, investigué un montón sobre Amanda, y tenía ganas de que ese personaje se mostrase sensible porque me imaginaba que una persona que estaba tan ligada a los libros y al cuidado de ellos tenía que tener un rasgo de sensibilidad pero también de lucha porque Amanda es una referente de lucha, resistencia y resiliencia importante, entonces también intenté buscar algo de eso en ese personaje que se fue armando y que se sigue armando.

APU: ¿Cómo articulan la militancia con el trabajo en el escenario?

L.V.: Con la compañía Payasos del Matute tenemos un comedor que se creó en la pandemia y que sigue funcionando así que las actrices y actores vamos a cocinar a ese comedor que queda en Gerli, Avellaneda, y damos comida a un montón de gente que lo necesita, que la verdad que cada vez son más. Es nuestro laburo de militancia aparte del grupo y de hacer arte, que en este momento nos parece tan importante. Siempre hablamos que en momentos de crisis y cuando todo se pone en duda cada uno tiene que ir a sus puestos. Nosotros somos artistas, actrices, actores, tenemos que estar en nuestros puestos, haciendo lo que tenemos que hacer, y el comedor es otro lugar de resistencia. 

*Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.