De Argentina, para la eternidad y el mundo: “El Eternauta”

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    El Eternauta. Netflix

De Argentina, para la eternidad y el mundo: “El Eternauta”

11 Mayo 2025
“La brújula anda bien, lo que se rompió es el mundo”.

Con tantos comentarios por todos lados, pareciera que se agotó lo decible —y entonces, en lugar de interpretar la obra, empezamos a interpretar los comentarios sobre la obra. Sumo o trato de sumar un punto que la retumbante consigna: “Nadie se salva solo”, puede hacer que no veamos.

Por lo general no separo la vida de un gran escritor de su obra, sobre todo cuando ese escritor hizo o sufrió un giro tal en su vida que éste no solo lo llevó a su muerte precipitada, sino que también arrastró a ella a sus seres más queridos. El peligro de este método de lectura es proyectar en la obra la sombra de esa vida y malinterpretarla, o interpretarla tendenciosamente. En esa mítica “cita con el futuro” (tal como se subtitulaba El Eternauta en cada una de sus entregas semanales, entre 1957 y 1959), Juan Salvo y sus amigos encontraron la mejor de las interpretaciones posibles, pues Bruno Stagnaro y equipo tuvieron la enorme lucidez de no quedar atrapados ni en la lectura literal ni en la apropiación tendenciosa de la historieta, creando una obra (una serie de streaming), que si esta comparación no fuera estúpida, diría que supera la obra que la inspiró, la mundialmente famosa historieta, que no voy a descubrir nada nuevo diciendo que es otra gran genialidad argentina.

Digamos rápido, entonces, algo que ya sabe todo el mundo: la serie es muy diferente que la historieta. Pero justamente en esa diferencia radica su fidelidad al legado que el Eternauta por un lado (Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López), y Oesterheld por otro, nos dejaron.

Es una serie postpandemia. O mejor: post-futura-pandemiarealmente, ojalá que antes del futuro inminente estudiemos esta serie para saber cómo deberemos comportarnos frente a un desastre planetario, pues no basta con organizarnos: de hecho, cuando los vecinos se organizan, dan miedo (pienso en lo que le dice el ferretero a Francisco “Tano” Favalli con respecto a entregar su taller; pienso en el edificio en el que vive Salvo).

Esto tampoco significa que la pandemia de Covid-19 esté tematizada o referida en la serie, no hace falta. Solo que acá el virus letal en forma de copos de nieve cayendo parsimoniosa y bellamente sobre la ciudad es tan abrumador que de un momento a otro cada persona, cada familia, si sobrevivió por casualidad —es la única manera de sobrevivir que plantean tanto la serie como la historieta: recién después que la casualidad haya hecho que uno sobreviva, podemos y debemos empezar a organizarnos—, debe comenzar a acumular comida y armas. Pero ¿cuál de estos dos elementos es el más importante?

En la serie mucho más que en la historieta, el enemigo abstracto, omnipotente, se vuelve menos peligroso que los propios vecinos del barrio.

En la serie mucho más que en la historieta, el enemigo abstracto, omnipotente, que hace llover copos de nieve asesinos, se vuelve menos peligroso que los propios vecinos del barrio. Si bien en la historieta Favalli, al comienzo, se la pasa profetizando que prontamente “el hombre se va a convertir en el lobo del hombre”, lo cierto es que los vecinos sobrevivientes, a la primera orden recibida, se subordinan al mayor del ejército, y Salvo incluso acepta ser nombrado teniente, por ejemplo —ya muchos dijeron y comparto que es un enorme acierto que en la serie la experiencia de pasaje entre una realidad y otra sea a causa de “Malvinas”, lo que hace que Salvo no solo no crea sino que desprecie a los militares —esta experiencia de pasaje o de iluminación me recordó la gran novela de Vonnegut Matadero 5. La densidad de la serie radica en que realmente el vecino se vuelve muy peligroso para el vecino, el amigo se vuelve peligroso para el amigo, y hay que organizarse para defenderse… o para atacar.

Pasan varios episodios antes de que se ponga en marcha la consigna “Nadie se salva solo”. En la serie, los vecinos que se organizan tienen actitudes intimidantes, para no decir amenazantes. Son los personajes femeninos los que advierten sobre la necesidad de solidaridad y compromiso con los otros; los hombres, si no piensan en salvarse a sí mismos, sólo recuerdan a sus parejas o hijos —que se encuentren en el medio de la catástrofe, y que sus hijos estén a miles de kilómetros de distancia, no le impide a uno de estos hombres enamorarse, por absurdo que suene. La agresividad brota por todos lados, y son las mujeres las que protegen de ella.

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El Eternauta.Netflix
Son los personajes femeninos los que advierten sobre la necesidad de solidaridad y compromiso con los otros.

Cuando Milei ganó abrumadoramente en las PASO de agosto del 2023, durante una semana tuve sueños paranoicos, imaginando que iban a asaltar mi casa y quemar todos mis libros, como en algún relato de Ray Bradbury, pues cualquiera que tenga una biblioteca puede ser considerado como perteneciente a “la casta”: tuviste tiempo de leer todo eso, lo que te convierte de inmediato en un privilegiado. Para defenderse, hay que organizarse, y los que tienen más posibilidades de organizarse son las instituciones fundadas en un orden jerárquico, mal que nos pese. Incluso los amigos de toda la vida pueden terminar agarrándose a trompadas.

El epígrafe de esta nota: “La brújula anda bien, lo que se rompió es el mundo”, es una frase shakespeariana que pronuncia Favalli, y que no está en la historieta: indica el nivel intelectual en el que se ubica la serie. A ese nivel después se le suma todo el aparataje técnico que nos hace creer que estamos viendo un producto hollywoodiense, en donde los monstruos son dignos de la fauna de Lovecraft pintados por Giger y producidos por tecnología de punta. En la serie, los monstruos se representan de la mejor manera que pueden representarse estos “cascarudos” irrepresentables.

El Eternauta, la serie tanto o más que la historieta, va a proyectar en el mundo la idiosincrasia argenta, encarnada no solo en esos neologismos chistosos y geniales, como paraguasca, valloverga, relampajeando, que se pronuncian en medio de un partido de truco, sino también en el baile que se organiza en cuanto se monta el campamento y el peligro se distiende. Hay que bailar con las calles regadas de muertos.

No tenemos que olvidar que en la serie (no en la historieta) los vecinos del edificio de Juan Salvo, cuando él regresa buscando a su hija, lo habrían matado sin pedir muchas explicaciones. Por suerte, llevaba un revólver en la mochila. Desde este rincón perdido de la web profetizo que la segunda temporada, si llega a producirse, va a rever este individualismo desesperado que nos negamos a ver de tan evidente que es.