Elecciones: la cuestión israelí

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Elecciones: la cuestión israelí

19 Marzo 2015

Por Ezequiel Kopel

Benjamín Netanyahu compitió con una plataforma electoral de derecha, una de las más extremas en la historia de Israel, y ganó. Por mucha diferencia.

Algunos hechos fácticos acerca del primer ministro:

*Prometió que nunca habrá un estado palestino (aunque en junio de 2009 se había comprometido al nacimiento del mismo).

*Alertó contra el peligro del voto de los ciudadanos árabes-israelíes, el “voto étnico". (Imaginen por un momento a un republicano en Estados Unidos alegando que hay que votar por él porque los "negros" concurren en masa a votar; o a un argentino “asustando” sus compatriotas por el aluvión sufragista boliviano o paraguayo).

*Durante todo su mandato persiguió, sin tregua, a inmigrantes africanos que ingresaron a Israel  para escapar del genocidio de su continente. Netanyahu también creó centros de detención sin apelar a la memoria histórica de que el Estado de Israel también se conformó por refugiados, en este caso judíos, rechazados y perseguidos en el mundo entero.

*Se enfrentó con Estados Unidos, el mayor aliado histórico de Israel, por un pacto soberano de ese país con Irán, y humilló a Barack Obama en el propio Congreso norteamericano. (Aunque olvidó mencionar que los términos del arreglo que el presidente de Estados Unidos propone con Irán son beneficiosos para Israel y exigentes para la República Islámica, país suscripto al Pacto de No Proliferación Nuclear, el mismo pacto que Israel jamás firmó).

*Aumentó la construcción, y por ende la población, en las colonias judías dentro de los territorios palestinos. (Hoy día, el 10 por ciento de la población de Israel vive en los asentamientos, promovidos en gran parte por la generosa ayuda económica del estado).

*Persiguió a las ONG israelíes que no están a su favor y  creó leyes para limitar su financiamiento.

*Sancionó leyes antidemocráticas contra la libertad de expresión que incluye la sanción para aquellos que afirmen que la Guerra del 48 fue una nakba (tragedia) para los palestinos, o contra los individuos que llamen al boicot de Israel o "de áreas bajo su control".

*Desencadenó, con fines políticos, él más sangriento ataque israelí en Gaza de la historia

*Abusó del presupuesto público para beneficiar su modo de vida personal.

*Acusó a los partidos de centro e izquierda de recibir plata del exterior con el fin de voltear su gobierno (por lo pronto, Netanyahu es el político israelí que más plata recibió de donantes extranjeros en toda su historia).

*Condonó la violación de leyes comerciales con el fin de destruir a la prensa opositora y favorecer la distribución gratuita de un diario propiedad de un millonario norteamericano adepto a las políticas de Netanyahu.

Y principalmente, agitó el miedo: la amenaza de otro Holocausto, de Irán, de los palestinos, de los africanos, del miedo a la paz y a los disidentes. El miedo a todo como arma electoral.

A los israelíes les gusta repetir que su sociedad busca la paz y de invalidar a sus interlocutores al calificarlos como “bárbaros”. Mientras tanto, se construyen sin pausa asentamientos en territorios conquistados y los llenan de colonos, incentivados por la ayuda económica estatal en plena contravención con la ley internacional. Luego de los resultados de la elección de ayer, no hay dudas de que “la derecha” no es una cuestión meramente dirigencial, sino que encuentra carnadura en la propia sociedad israelí. No fue “la derecha” quien creó las colonias en Palestina sino la centroizquierda de Yitzhak Rabin y Shimon Peres, vueltas a legitimar a través del voto mayoritario a Netanyahu, un primer ministro que parece representar aquella voz del enorme poeta Constantino Kavafis en  su célebre pieza “Esperando a los bárbaros”:

“¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros? Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.”