Elecciones PBA: un triunfalismo con mayor responsabilidad
Tras los resultados de las elecciones legislativas bonaerenses ya son varias las lecturas que afloran y las distintas posturas -propias y ajenas-. Con casi el escrutinio provisorio completo, Fuerza Patria (FP) se impuso de forma clara con el 47,28% -3.820.119 votos- frente a La Libertad Avanza (LLA) y su 33,71% -2.723.710 votos-. Con una participación apenas encima del 60%, la diferencia es mayor a un millón de electores. El peronismo salió victorioso en seis de las ocho secciones y le dio un espaldarazo al proyecto político de Axel Kicillof, no sólo por conseguir una mejor posición en la legislatura sino de cara a 2027.
Por un lado, a partir de diciembre el peronismo logrará quórum propio en la Cámara de Senadores. Sumó tres bancas adicionales y llegará a 24, una por encima de las requeridas para no necesitar de acuerdos con otros bloques. Por otro, si bien en Diputados alcanzó dos escaños más que los defendidos, y totalizará 39, estará lejos de las 47 para abrir el recinto por su cuenta. A su vez, la correlación de fuerzas al interior del panperonismo, se presume, será más equilibrada entre Movimiento Derecho al Futuro, La Cámpora, Frente Renovador y quienes responden a diversos intendentes.
Cabe señalar, de todas formas, que La Libertad Avanza se consolida como la principal oposición en la provincia de Buenos Aires. Con 15 senadores y 31 diputados, siempre y cuando no sufra nuevamente sangrías, buscará condicionar la agenda del gobernador. Por su parte, la derrota casi total del radicalismo, en sus distintas vertientes, los deja con un puñado de bancas. A su vez, la izquierda logró renovar las dos opciones que defendía, y se sumará una tríada vecinalista por parte de los hermanos Passaglia. Con esa sucesión de legisladores mencionados, y quizás con ex libertarios oficialistas, deberá negociar Fuerza Patria en la Cámara Baja bonaerense para poder sesionar e impulsar iniciativas.
Las vertientes del análisis
La decisión política de Kicillof de desdoblar, y su eficacia, ya deberían estar fuera de discusión. El resultado parece haber caído como un “sopapo” en el oficialismo nacional, si bien es prematuro evaluar consecuencias en la gestión integral de sus áreas. No obstante, si seguimos parte de la narrativa instalada desde la Provincia, es decir, tomar los números con “humildad y responsabilidad”, hay diversas cuestiones que ameritan redoblar esfuerzos no sólo de cara a octubre sino para las próximas elecciones ejecutivas a nivel país.
Para comenzar, si revisamos los comicios previos de este año el porcentaje obtenido por las listas libertarias es inferior al del domingo. Es cierto, a Manuel Adorni le alcanzó para salir victorioso en la Ciudad de Buenos Aires, pero luego las performances en Corrientes, Formosa, Jujuy, Misiones y Santa Fe no fueron descollantes. ¿Por qué pudieron haber pensado que sería diferente? Una vez más, las expectativas las puso Javier Milei, incluso en dos oportunidades distintas. No hubo paliza, ni siquiera empate técnico, sino lo contrario.
Luego, si Kicillof es el gran ganador del domingo, el otro protagonista sigue siendo el ausentismo, en otras palabras, el “hilo conductor de los procesos electorales” en el país durante 2025. Por eso, con casi el 40% del padrón sin haber votado, las lecturas requieren mayor cautela. Según observa el politólogo Facundo Cruz, a partir de un análisis conjunto, la “caída fue importante y relativamente homogénea en todo el territorio”, pero los lugares donde la variación -comparando con 2021- fue menor corresponden a la Primera y Tercera sección, por lo que podría postularse que “FP logró mantener a los propios” y que LLA no pudo convocar a “quienes años anteriores votaron a otras opciones no peronistas”. ¿Cuál podría ser la hipótesis? El voto no peronista tiene mayores problemas de representación.
Puede agregarse, por mi parte, que, en general, ni Somos Buenos Aires ni el Frente de Izquierda - Unidad canalizaron el descontento, que aún existe, y que, salvo excepciones puntuales -San Isidro y Vicente López-, el PRO no sirvió electoralmente. La derrota de Diego Valenzuela deja a Soledad Martínez, jefa comunal vicentelopense, como la única con algo para mostrar, más allá de lo pretendido por Cristián Ritondo, Diego Santilli o algún otro díscolo con aspiraciones. Para colmo, también tuvieron una merma por derecha. En suma, la clave de lo sucedido el domingo pasado, según la consultora Ad Hoc, es que la sangría de dicha alianza fue de alrededor de un millón y medio de votos.
En ese sentido, no son pocos quienes señalan que el 47,28% de los votos se enmarca en el promedio obtenido cuatro y ocho años antes, lo que dispara conjeturas hacia diversas direcciones. Primero, si son casi la misma cantidad, no se explican por un aumento en el caudal, por lo que, podría decirse, que no se “enamoró” a ningún sector novedoso, sino que marcan un piso que con otra participación significó derrotas. De inmediato, la afirmación puede matizarse: según donde se sitúe, pudo haber recuperado votos, pero de todas formas la magnitud del triunfo se explica, antes que por el peso de la Tercera o similitudes predictoras de la Primera, por la desmovilización opositora -en otras palabras, que se mejora porcentualmente porque disminuye la concurrencia-.
Sin embargo, siguiendo esa línea de matices, si es la misma cantidad de votantes quiere decir que no sólo son los de siempre, sino que el peronismo está más cerca de su piso que de su techo, a diferencia de la narrativa que busca instalar el presidente. No perdió electores, y si ocurrió fue en mucho menor medida que sus rivales, y además tiene, al menos, un millón de votos para recuperar sólo en la provincia de Buenos Aires. Allí radica la importancia de evitar triunfalismos y actuar con responsabilidad para volver a convocarlos.
Alguna certeza y otras incógnitas
La unidad electoral del peronismo demostró, una vez más, ser eficaz en la oposición. Por eso se debatió y negoció para alcanzarla. Sin embargo, también quedó claro, en cánticos y comunicados, sobre todo, que la interna no está saldada, ni mucho menos. Los problemas del país, y en particular los que impactan en su electorado base, siguen siendo los mismos y siguen estando ahí. ¿Cómo constituirse como alternativa nacional sin haber superado los poroteos, piruetas argumentativas y pases de factura de cada sector? ¿Cómo representar una opción para aquellos millones que se abstuvieron de participar en el proceso electoral?
Uno cree que esa ingeniería ya está en marcha, como parte de la autocrítica y los debates al interior del peronismo. Más allá de si se mantiene o no la tracción local para octubre, ¿el anti-mileismo será el principal eje articulador? El boleto del presidente no termina de estar picado, aún con las consecuencias del modelo económico como factor explicativo, con los pilares inestables de su proyecto político y con la volatilidad del apoyo de las juventudes. En ese camino, una lectura posible es que la mayoría del electorado bonaerense no sólo le dio la espalda a quienes le complicaron aún más la vida sino su contraparte: apostaron por la fuerza que intentó hacerla un poco más sencilla, de allí la gestión y las propuestas en cada lugar que Milei generaba un problema, quizás con la obra pública como principal bandera.
En definitiva, Fuerza Patria ganó la elección legislativa provincial en 106 de los 135 municipios de Buenos Aires -en 110 estuvo por delante de los libertarios-, lo que le da aire en varios Concejos Deliberantes. Lo hizo con resultados abrumadores, como en Isla Maciel, Avellaneda, donde tuvo su mejor performance -incluso en una mesa LLA no obtuvo votos-, e históricos, como en Dolores, Pergamino y Tandil. También con alarmas, como Bahía Blanca, que significó su peor derrota en una intendencia propia, y ciertas perlitas, como el triunfo del FIT en Villa Ireneo Portelo, Baradero, que obviamente deberá atender.
De cara a octubre, antes que persistir en discusiones sobre quién ganó, el peronismo debe tomar el resultado con humildad y responsabilidad para seguir trabajando en su proyecto de país. La victoria le permite construir una oferta superadora para volver a enamorar a propios, ajenos y desencantados. Si casi la mitad de la provincia no fue a votar, nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza.